Sánchez huye de las Cortes para evitar explicaciones del virus

El presidente esquiva una comparecencia en el Senado centrada en la pandemia. Tampoco tiene programada ninguna sesión de control en el Congreso

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A más coronavirus, menos Pedro Sánchez en las Cortes. La norma se cumple desde el inicio de la pandemia y con los rebrotes de la enfermedad ocurridos en los últimos días —ya los hay en 15 comunidades—, ha vuelto la alergia del presidente del Gobierno hacia el Congreso y el Senado.

Sánchez ha hallado en su agenda internacional el pretexto perfecto para esquivar las Cortes y así evitar las explicaciones sobre la pandemia que los grupos de la oposición demandan. Se había comprometido el presidente del Gobierno a debatir en el Senado este mes de julio sobre la gestión del virus, pero finalmente ha optado por romper su promesa. 

No habrá monográfico en el Senado sobre el coronavirus, ni tampoco se avista este mes de julio, al menos por el momento, una sesión de control al Gobierno con presencia de Sánchez, por lo que es posible que el presidente esté fuera de control parlamentario hasta septiembre.

Promesa rota

Por partes. Sánchez, muy criticado en el Senado por haber dado la espalda a la Cámara Alta durante toda la pandemia —no acudió hasta el pasado 16 de junio después de 4 meses de ausencia (desde el 25 de febrero)—, trató de neutralizar los ataques con un solemne compromiso, el de prestarse a un debate exclusivo sobre la pandemia con los senadores.

Pero de aquella promesa ya solo queda el rastro en la hemeroteca porque ahora el presidente del Gobierno tiene otras prioridades y así lo trasladó este martes a los rectores de la Mesa del Senado. Que no cuenten con él al menos hasta septiembre.

El debate sobre la pandemia no podía resultar más pertinente porque el virus no ha muerto con los calores del verano, sino que avanza nuevamente por todo el territorio nacional y ya ha provocado el confinamiento de dos zonas (la de Lleida y la del norte de Lugo) sin que el Gobierno acerte a decir algo distinto a que está preocupado y a que es el momento de las comunidades autónomas para atajar la propagación de la enfermedad.

Operación Calviño

El caso es que el presidente del Gobierno solo tiene tiempo ahora para su agenda internacional. En primer lugar porque su gran objetivo en estos momentos es lograr que la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se haga con la presidencia del Eurogrupo, imponiéndose al irlandés Paschal Donohoe. (El otro candidato, el luxemburgués Pierre Gramegna, parece el peor posicionado). Y en segundo lugar porque los días 17 y 18 de julio se celebra un Consejo Europeo trascendental que debe llenar de cifras el cheque de la UE en la salida de la coronacrisis.

Inmerso en estos asuntos, Sánchez ha intensificado en los últimos días sus contactos internacionales en busca de algún tipo de éxito diplomático. Confía en atar los respaldos de Alemania, Francia, Portugal, Italia, Grecia y Finlandia a la candidatura de Calviño y confía, en consecuencia, en lograr que este mismo jueves, en la primera ronda telemática para valorar a los aspirantes a presidir el Eurogrupo, la vicepresidenta española asome la cabeza como favorita.

Costa, Conte, Merkel

El lunes, Sánchez ya se desplazó a Lisboa para reunirse con su homólogo portugués, António Costa, tanto con el objetivo de cerrar el apoyo luso a Calviño como también el de perfilar una posición conjunta de cara al Consejo Europeo. Todo ello ignorando el funeral en La Almudena por las víctimas del coronavirus.

Este miércoles, en Madrid, hará lo propio con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. Y la semana siguiente volverá a subirse al Falcon con una triple escala: La Haya, Berlín, Estocolmo. Prevé verse Sánchez con el primer ministro holandés, Mark Rutte; con la canciller Angela Merkel; y con el premier sueco, Stefan Löfven, para vencer las resistencias de los países contrarios —Países Bajos y Suecia, entre ellos— a las subvenciones a fondo perdido para salir de la coronacrisis.

No lleva malas cartas Sánchez en su periplo internacional porque tiene a Merkel de su lado. La canciller aprueba a Calviño como presidenta del Eurogrupo y aprueba que la UE ponga en circulación un mínimo de 750.000 millones de euros, de los cuales 500.000 millones serían subvenciones directas. 

Y en eso está el presidente del Gobierno, completamente ajeno a los preocupantes rebrotes del coronavirus y despreocupado de sus obligaciones ante las Cortes. Sánchez solo quiere regresar al hemiciclo a exhibir algún triunfo europeo, a mostrar un cheque firmado por la UE cuando se le pregunte, por ejemplo, por los 15 brotes de la enfermedad registrados en las últimas horas en Andalucía.

 

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