Torra confunde a su gobierno con su conferencia rupturista

Los consejeros de la Generalitat temen que el presidente se eche al monte sin más consenso que el de Puigdemont

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Los consejeros de la Generalitat están en vilo. Faltan menos de 48 horas para que el president Quim Torra pronuncie su esperada conferencia («Nuestro momento») y la gran mayoría de ellos ignora el rumbo que va a trazar el vicario de Carles Puigdemont.

En las últimas semanas, Torra ha acudido a visitar a los dirigentes encarcelados para comentar el contenido de esta conferencia, particularmente con el líder de ERC, Oriol Junqueras. También ha expuesto «muy por encima» a sus consejeros las ideas que maneja. Pero nadie acaba de tener la certeza de qué planea Torra exactamente, sobre todo después de trascender que podría solemnizar la intención de «no acatar» la futura sentencia del Tribunal Supremo respecto a los dirigentes soberanistas.

«¿Qué significa no acatar? ¿Va a sacar de la cárcel a los presos?», se preguntan algunos en la Generalitat. Detrás de las maniobras de Torra muchos ven la mano de siempre, la de Puigdemont, interesado en «elevar el listón del conflicto» con las instituciones del Estado.

Extrañeza ante el discurso de Torra: «¿Qué significa no acatar, va a sacar a los presos de la cárcel?»

Torra tiene carta blanca de todos sus consejeros para ciertas cosas, pero no para todas. «Todos están de acuerdo en que hay que aumentar la presión desde la Generalitat para que absuelvan a los procesados y para denunciar que el juicio en el Supremo es una farsa. Hasta ahí no hay discusión», explican fuentes soberanistas. 

Las mismas fuentes añaden, sin embargo, que el problema es que Torra quiera afrontar la conferencia «como un patriota» o como «un encargado de Puigdemont». «Es el presidente de un gobierno de coalición, eso es así», asumen desde ambos bandos del ejecutivo, es decir, desde el Pdecat y desde ERC.

Torra y Sánchez: maniobras soterradas

La conferencia servirá para poner a prueba, de nuevo, la paciencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Durante su reciente gira por Latinoamérica, Sánchez endureció las amenazas a Torra con una alusión implícita a la aplicación del artículo 155, pero luego ordenó a sus ministros rebajar el tono porque considera que es demasiado pronto para dejar en vía muerta la relación con la Generalitat.

El tamaño del desafío de Torra no sólo tiene una lectura respecto a Moncloa, ya que el asunto genera muchas maniobras soterradas en la Generalitat. «Hay gente de Junts per Catalunya interesada en ganar puntos ante el establishment en Cataluña. Hay quien trata de presentar primero a Torra como un caballo desbocado y luego colgarse la medalla de haber domado a la fiera», deslizan voces soberanistas.

En este contexto enmarcan, por ejemplo, la filtración de que Torra iba a plantar al Rey en la inauguración de los Juegos Mediterráneos de Tarragona. «Primero lo filtran para que se monte el pollo y luego lo hacen rectificar. Y así van ganando puntos», describen fuentes conocedoras de los manejos en los despachos del Palau de la Generalitat. 

La secuencia se ha repetido esta semana: primero la filtración de que Torra iba a echarse al monte con la conferencia y luego la filtración de una reunión secreta entre la consellera de la Presidencia, Elsa Artadi, y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo

Marcos Pardeiro

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