10-N: España busca un rumbo

Los españoles acuden de nuevo este domingo a las urnas con la esperanza de clarificar el panorama político del país

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Las elecciones generales sirven para medir fuerzas, pero no siempre aclaran el panorama político. Pedro Sánchez era el más fuerte tras los últimos comicios de abril, tal y como demostraron sus 123 escaños, casi el doble de los que obtuvo Pablo Casado (66).

Pero aquella ventaja considerable del líder del PSOE fue insuficiente para garantizarse la investidura como presidente del Gobierno debido a las posturas de unos y otros, particularmente por la de Albert Rivera (56 diputados), que se negó a pactar con los socialistas.

A la vista de que aquella correlación de fuerzas no permitía poner en marcha gobierno alguno, los españoles vuelven este domingo a las urnas en busca de algún rumbo para España.

Un rumbo para afrontar la desaceleración económica, el aumento de la deuda pública, la crisis política en Cataluña, el inacabado proyecto de la Unión Europea y problemas sociales como el desempleo juvenil, la pobre natalidad o el deterioro del medioambiente.

10-N: nuevas cartas

Las elecciones servirán para repartir nuevas cartas entre los candidatos. Se da por descontado que hay algunos como Albert Rivera (Ciudadanos) que las recibirán peores y también que otros como Santiago Abascal (Vox) las recibirán mejores.

Pero la gran incógnita es cómo saldrán de estas elecciones Sánchez y Casado, los únicos con posibilidades reales de convertirse en presidente del Gobierno.

Más de 37 millones de españoles lo tienen en sus manos en la cuarta convocatoria electoral en menos de cuatro años.

Si bien es cierto que los candidatos, todos, se han conjurado para evitar unas terceras elecciones, también lo es que Sánchez y Casado han ahuyentado la posibilidad de una gran coalición entre PSOE y PP, la única que podría garantizar un gobierno estable, según las encuestas.

La obligación de pactar

Con gran coalición o sin ella, los partidos estarán obligados a buscar pactos para que España pueda tener un gobierno que gobierna y un Congreso que legisla. Ninguna de ambas circunstancias se ha podido ver en estos últimos seis meses en los que el gran protagonista no ha sido ni el poder ejecutivo ni el legislativo, sino el judicial debido a la sentencia del procés.

No parece sencilla la salida del laberinto. Acabados los tiempos de las grandes mayorías en el Congreso y atomizados los hemiciclos, no hay más remedios que buscar acuerdos.

Antes, sin embargo, habrá que comprobar quiénes tienen la legitimidad de buscarlos y quiénes reciben las presiones de las suyos para dar uno o dos pasos al lado. Porque las elecciones también suelen marcar algunos caminos en dirección al cementerio político.

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