El acuerdo PSOE-ERC lleva a Puigdemont a exigir un relator para la autodeterminación

La única victoria que le queda a Puigdemont es la elección de un relator internacional extranjero para legitimar la existencia de un conflicto territorial y abrir el melón de la autodeterminación

El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de JxCat, Carles Puigdemont, y el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán. EFE/ Psoe

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El acuerdo entre el PSOE y ERC para garantizar los votos favorables para la investidura de Pedro Sánchez se ha saldado con una batería de medidas que pasan desde la amnistía total al independentismo hasta la condonación de la deuda de Cataluña, pasando por la cesión de las competencias en los trenes de cercanías. Pero el triunfo de Oriol Junqueras se traduce en presión para Carles Puigdemont, cuyo partido (Junts) canceló este jueves una rueda de prensa donde previsiblemente iba a confirmar su apoyo al presidente socialista. Y es que los acuerdos establecidos con ERC reducen las medallas que puede colgarse Junts en su cainita batalla por asumir el liderazgo moral del independentismo.

El acuerdo de investidura firmado con Oriol Junqueras incluye la amnistía pero también todos aquellos elementos que ERC viene exigiendo al Gobierno en la Mesa de Diálogo establecida entre ambas administraciones. Una mesa en la que Junts no ha querido participar y que recoge básicamente todos aquellos elementos más ‘pragmáticos’ dirigidos a solventar la crisis política, y que incluyen las cesiones de infraestructuras como las medidas económicas. En el texto se habla de una personalidad «de reconocido prestigio» que haga las labores para «verificar» el cumplimiento de los acuerdos.

Puigdemont eleva la apuesta por la autodeterminación

Esta figura del mediador es la que ha impulsado ERC. Una persona o una comisión que verifique el alcance de cumplimiento de traspasos, cesiones, condonaciones, reformas… No es lo que quiere Puigdemont. Aquí reside el principal escollo de la negociación, porque el de Junts ha planteado la necesidad de buscar un relator internacional; un mediador profesional especializado en conflictos territoriales. Una figura que en ningún caso entraría a valorar el cumplimiento de la cesión de trenes de Cercanías, sino que estaría centrado en aspectos más trascendentales: la verificación de un proceso de reconocimiento de un pueblo o nación en el marco de la autodeterminación.

Esta es la gran victoria que quiere apuntarse Puigdemont en la recta final de las negociaciones de investidura: el logro de un relator internacional que reconozca el problema territorial y legitime la apertura de un proceso de autodeterminación. Abriría así el ansiado escollo hacia un proceso de independencia que la propia ERC no ha logrado en el documento firmado ayer, donde apenas se concede «abordar el debate sobre el modo en que los acuerdos a los que se pueda llegar sobre el marco político de Cataluña puedan ser refrendados por el pueblo catalán«.

Según la percepción del líder de Junts, el estado de las negociaciones actuales no le deja más margen. Una vez asumida la ley de amnistía total, que incluye el beneficio de prácticas corruptas y terroristas, y todos los acuerdos de perfil más autonomistas, la única victoria que puede protagonizar Puigdemont en el tramo final de legislatura es la consecución de un relator internacional que tenga como misión abrir un proceso de mediación entre el Gobierno y el ‘Govern legítim‘, que él mismo lidera en «el exilio».

Esta sería la gran baza para que Puigdemont pudiera volver a Cataluña y aspirar de nuevo a la presidencia de la Generalitat: la apertura de un proceso internacional que reconociera de facto la posibilidad de la independencia de Cataluña. Es en este punto donde naturalmente están surgiendo fricciones con Moncloa, puesto que sería asumir, incluso antes de la investidura, la ansiada legitimación internacional que ha buscado desesperadamente el independentismo catalán.

Es poco probable que Pedro Sánchez se oponga a ello, puesto que las cesiones realizadas hasta la fecha en materia económica y territorial con las distintas formaciones políticas hacen inviable mirar hacia atrás. Las últimas 48 horas están siendo un caos, en las que se está percibiendo a un PSOE rehén de los vaivenes caprichosos de los partidos independentistas, compitiendo entre sí a cada minuto.

En este escenario, es poco probable que Pedro Sánchez tenga la tentación de no llegar a un acuerdo y bloquear su propia investidura con la negación de la última demanda de Puigdemont. El dirigente socialista ha abierto en canal al partido en favor de las tesis independentistas y aceptado su retórica. Hasta el punto que sería demasiado complicado desdecirse en unas elecciones el próximo enero.

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