Feijóo afronta la investidura sin prisas: quiere el debate a finales de septiembre como pronto

A pesar del riesgo de evidenciar que el PP no tiene más apoyos que Vox, Feijóo busca hacerse de nuevo con el mango e imponer sus tiempos frente a los de la Presidencia del Congreso, ostentada por la socialista Armengol

El rey Felipe VI recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la ronda de consultas. EFE/ Sebastian Mariscal Martinez POOL

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No por esperada la designación como candidato a la investidura de Alberto Núñez Feijóo tiene una resolución fácil, y en Génova son conscientes de que la ecuación, aunque suponga un cierto espaldarazo público, es endiablada. Por eso, la alegría que mostró nada más conocerse la noticia el equipo de colaboradores más cercanos al presidente del PP, que habría recibido un golpe si ni siquiera hubiera recibido el encargo del rey Felipe VI, no opaca el hecho de que, sea como sea, a su líder le quedan pocas puertas a las que llamar para conseguir esos 4 diputados que le separan de la Presidencia del Gobierno.

Así las cosas, quien tiene ahora la batuta para marcar los tiempos es la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, que es quien, según el Reglamento de la Cámara, tiene la potestad para decidir cuándo se celebra el Pleno de investidura de Feijóo. No es un asunto menor: además de acotar con un deadline claro las posibles reuniones del PSOE y su líder, Pedro Sánchez, para hacerse con los apoyos del Junts de Carles Puigdemont para cuando le llegue el turno tras la previsible investidura fallida del candidato del PP, marca un nuevo horizonte.

Porque, en el momento en que se celebre la primera votación del Pleno de investidura y resulte fallida, sin ni siquiera esperar a la segunda, el reloj constitucional comienza a correr hacia una repetición electoral. El artículo 99 de la Constitución no ofrece dudas al respecto: «Si transcurrido el plazo de dos meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el refrendo del Presidente del Congreso».

Feijóo quiere el 27 de septiembre como mínimo

Es decir: si la Presidencia del Congreso no sitúa la investidura de Feijóo a finales de la próxima semana, el calendario, con tal de evitar la Navidad, necesitaría correr varias semanas. De hecho, Feijóo le ha pedido tiempo a Francina Armengol, la presidenta del Congreso, para poder cerrar la cita y ganar tiempo para conseguir que algún grupo político cambie de posición. Es más: su pretensión, según fuentes de su equipo más próximo a ECONOMÍA DIGITAL, es hacerlo a finales del próximo mes, no justo ahora, sin ningún margen de maniobra.

Tanto es así que, antes de hacerse pública su designación, Alberto Núñez Feijóo ha intentado marcar los tiempos. «Mi intención es mantener contactos con el resto de formaciones a partir del próximo lunes o cuando finalice la ampliación del plazo de la Mesa para la formación de grupos parlamentarios«, adujo en su rueda de prensa.

De esta manera, recordando que ni siquiera los primeros pasos para la actividad regular del Congreso están conformados, el líder popular ha tratado de colocar el marco ante una posible jugada del PSOE con los tiempos de la investidura, si le pusieran el pleno el próximo viernes 1 de septiembre.

«Nadie tiene ganas de votar el 24 o 31 de diciembre»

Si hubiera un debate de investidura fallido a principios de septiembre empieza a contar un plazo de dos meses para posibles nuevos intentos. Si en ese tiempo no se aprueba una alternativa, se disuelven las Cortes -en este caso, sería en noviembre- y 47 días después de ese momento se celebrarían elecciones generales de nuevo. Esa fecha sería peligrosamente cerca de la Navidad, y es un escenario que buscan evitar sea como sea todos los partidos.

Fuentes de la Presidencia del Congreso, en conversación con este periódico, lo admiten: sería difícil de explicar para la ciudadanía, que ya hizo un esfuerzo votando en pleno verano, y no convendría a ninguna formación. «Nadie tiene ganas de votar el 24 de diciembre o el 31», sintetizan.

De hecho, los colaboradores de Armengol ya la han advertido de que el contador está sobre su cabeza, y que la decisión es puramente política. «Cuanto más tiempo tarde en ponerle fecha al debate de investidura, más presión tendrá», alegan. Por eso, desde este mismo miércoles, la presidenta del Congreso «hablará con quien tenga que hablar», comenzando por el líder de su partido, Pedro Sánchez, para tratar de ajustar, dentro de la neutralidad que se le presupone a la tercera autoridad del Estado, la fecha que convenga a todas las partes, incluido el PSOE.

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