Los hombres de Puigdemont fracasan con las listas electorales

Los fieles al expresidente de la Generalitat hallan resistencias en el Pdecat para imponerse en las candidaturas

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El Pdecat no ha olvidado lo que ocurrió en octubre de 2017, cuando Carles Puigdemont se fugó a Bélgica. El partido improvisó una marca electoral (Junts per Catalunya) para concurrir a las elecciones al Parlament de Cataluña en diciembre de 2017 y Puigdemont confeccionó la lista electoral a su antojo. «No volverá a ocurrir lo mismo», garantizan en el Pdecat.

Y, ciertamente, no está ocurriendo lo mismo. El Pdecat ha escarmentado y no está dispuesto a entregar a Puigdemont todo el mando para elaborar las listas de las municipales de Barcelona, ni las del Congreso ni las europeas.

Mientras sus adversarios van concretando sus cabezas de lista, el mundo posconvergente está atascado. Personas de confianza de Puigdemont como Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull, Ferran Mascarell, Elsa Artadi, Eduard Pujol, Míriam Nogueras, Jaume Alonso-Cuevillas y Bea Talegón siguen pendientes de saber qué puesto van a ocupar en el próximo ciclo electoral.

Los tres primeros (Sànchez, Turull y Rull), no obstante, son quienes mejor lo tienen para convertirse en carteles en las generales por las provincias de Barcelona, Lleida y Tarragona. Sànchez porque no disgusta al Pdecat y Turull y Full porque son del partido aunque se han desplazado hacia el puigdemontismo.

El Pdecat, Junts per Catalunya y el dinero

El grupo parlamentario de Junts per Catalunya —una marca que es propiedad del Pdecat— está en el origen de todas las desconfianzas. El Pdecat ha tenido enormes dificultades para percibir las asignaciones económicas que se derivan de sus 34 diputatados en el Parlament debido a la obstrucción de los rectores del grupo, entre quienes sobresale el portavoz, Albert Batet (otro de los fieles a Puigdemont).

Las facturas que tiene que afrontar el Pdecat son muy elevadas, particularmente las relacionadas con abogados y con las familias de los presos. Esta circunstancia provoca continuas tensiones. Y el partido, dirigido por David Bonvehí, quiere garantizarse mejores condiciones después de las generales del 28 de abril y de las municipales del 26 de mayo.

El problema es que el Pdecat no puede renunciar al tirón electoral que demostró Puigdemont en las últimas elecciones al Parlament. Es consciente de que tiene que ceder una parte significativa de los puestos de salida en las listas y así lo ha concedido al líder instalado en Waterloo.

El partido de Puigdemont

El Pdecat ofrece una especie de coalición a la Crida —el partido impulsado por Puigdemont—, pero sectores de esta formación desprecian todo aquello que tenga la huella de los herederos de CDC.

Un hombre destacado de la Crida, Agustí Colomines, a quien se considera uno de los ideólogos de cabecera de Puigdemont, propone nombres como Josep Lluís Carod-Rovira (ex ERC), Germà Bel (ex PSC), Elisenda Alamany (ex Catalunya en Comú) y Elsa Artadi (ex Pdecat) para conformar la lista al Congreso.

El Pdecat no quiere saber nada de las ocurrencias de Colomines. Pero no tiene otra opción que esperar al resultado de la consulta que la Crida ha activado entre sus socios sobre la conveniencia de concurrir a las generales mediante una confluencia electoral antes de dar el siguiente paso. Este martes se conocerán los resultados de esta consulta.

Bonvehí no pondrá objeciones con incluir a los presos en las listas. Ya aceptó que Joaquim Forn encabezara la lista de las municipales por Barcelona y está dispuesto a abrir paso en las generales a Sànchez, Turull y Rull. Todos ellos lo tendrán complicado para tomar posesión del acta de diputado en el Congreso debido a las medidas que muchos presuponen que tomará el Tribunal Supremo.

La amargura de Mascarell

Todas las listas resultan un terrible rompecabezas porque los hombres de Puigdemont juegan fuerte. Mascarell, por ejemplo, quiere ser el número tres en la lista de Barcelona y aún no tiene garantías porque ése es el mismo puesto que reclama Neus Munté (la candidata del Pdecat). «Los resultados de las negociaciones no son buenos», admitió este lunes Mascarell con amargura.

El caso de Mascarell sólo tiene una particularidad. Es de los pocos que ha hecho pública su contrariedad. Por lo demás, su caso es parecido al del resto de los fieles a Puigdemont.

En paralelo, muchos de los dirigentes del Pdecat que discrepan de la estrategia de Puigdemont se han conjurado para dar la batalla y mantenerse en primera línea. Y en eso están diputados en el Congreso como Carles Campuzano, Ferran Bel, Jordi Xuclà y Sergi Miquel. Todos ellos reivindican un soberanismo que quiera jugar un papel en las instituciones distinto al de la agitación y el enfrentamiento.

 

 

 

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