¿Por qué Bruselas mima a Francia y mantiene la presión a España?

La Comisión Europea le da más margen para cumplir el déficit al Gobierno de Manuel Valls con la vista puesta en el ascenso del Frente Nacional

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Delicadeza extrema, pero toque de atención. La Comisión Europea es consciente de que debería iniciar una nueva etapa, más flexible con los países que siguen mostrando tasas de crecimiento minúsculas. Pero está dispuesta a hacerlo primero con los países que siguen contando en Europa.

Y el primer caso es Francia, que acaba de resolver un delicado problema interno, con una moción de censura superada por el Gobierno de Manuel Valls, tras aplicar directamente el artículo 49.3 de la Constitución para poder aprobar la llamada Ley Macron –por el nombre del ministro de Economía—que liberaliza diferentes sectores de la economía francesa.

Dos años para Francia para reducir el déficit del 4,3% al 3%

Por ello, la Comisión Europea decidió el pasado miércoles anticipar los resultados de sus periódicos exámenes a los distintos países de la UE –se esperaban para esta primera semana de marzo—con el objeto de evitar filtraciones o presiones que hubieran enrarecido las relaciones entre los distintos gobiernos, según fuentes comunitarias.

Francia obtuvo dos años más de margen para alcanzar el 3% de déficit en sus cuentas públicas. Desde 1974, no ha habido ningún gobierno francés que haya cuadrado unos presupuestos.

Pese a la retórica sobre las reformas, que el presidente François Hollande ha prometido, y que el primer ministro Manuel Valls –el primero en décadas que se ha tomado en serio su cargo—quiere ejecutar, el déficit público francés creció al 4,3% del PIB en el cierre de 2014, dos décimas más que en 2013.

Ni la izquierda ni la derecha han hecho «nada» desde 2002

Bruselas podría haber iniciado un proceso de sanciones, pero la Comisión Europea sabe que debe ir con mucho cuidado con Francia. Es el país clave en todo el organigrama europeo, herido en su orgullo porque Alemania, en una década, le ha pasado en todo, respecto al superávit en la balanza por cuenta corriente, y al volumen de las exportaciones.

Christophe Barbier, en un retrato amplio sobre Manuel Valls en L’Express, alertaba esta semana que los diputados del Frente Nacional, «que han visto como los comunistas votaban, como ellos, la moción de censura contra el Gobierno, han comenzado a salivar».

Pero Barbier advierte de un hecho determinante, al señalar que si los franceses creen que deberían inclinarse por el Frente Nacional, de Marine Le Pen, porque «lo han probado todo salvo eso», la respuesta que se les debería dar es que «al contrario, ni la izquierda ni la derecha han probado prácticamente nada desde 2002».

El avance del Frente Nacional de Marine Le Pen

Es decir, que nadie en Francia es capaz de iniciar las importantes reformas que son necesarias para iniciar un crecimiento sólido, y equilibrar las cuentas públicas.

Fabian Zuleeg, jefe del programa de política económica del European Policy Centre, asegura que el verdadero problema de la Unión Europea es que «sigue sin tener un horizonte bien estructurado, y reacciona cómo puede ante los problemas que se van presentando, y en el caso de Francia el posible avance del Frente Nacional es clave».

Por ello, guante de seda con Francia, a la espera de que Valls sea realmente el catalizador de esas reformas, que ya han encontrado una fuerte oposición interna, en el propio Partido Socialista, lo que explica la utilización del artículo 49.3 de la Constitución, considerado casi como un botón nuclear.

¿Una caza de brujas en la UE?

Fuentes de la Comisión aseguran que los datos son claros, que las reglas también, pero que las decisiones son políticas, y que Bruselas no tiene «capacidad coercitiva real», para sancionar a los países que incumplen los objetivos.

Por ello, se podría desatar una caza de bruzas, que ha iniciado el Gobierno griego, al acusar al Gobierno español de haber impulsado un frente para no permitir que se aceptaran las reivindicaciones griegas.

España cuenta, en todo caso, con el apoyo de Bruselas. Zuleeg asegura que ha hecho los deberes, y que, aunque se pudiera hablar de rescate, porque se ayudó al sistema financiero, España ha resuelto «con relativo éxito» el gran problema que presentaban sus bancos.

Pero se mantiene la presión, tal vez porque el posible ascenso de Podemos o no se toma en consideración, o no se percibe como un peligro real, a diferencia del caso del Frente Nacional en Francia.

Excesivo superávit de Alemania

La Comisión Europea también dio un toque de atención a Italia, y a Alemania, por su excesivo superávit comercial, que pasa del 7%. Y es que en un club como el europeo, es un problema el déficit, pero también el superávit sistemático de alguno de sus miembros. También se señala en el informe respecto a Alemania que «persiste la insuficiente inversión, tanto privada como pública»

Pero, ¿sanciones? Eso no. Zuleeg, un alemán que vive fuera de su país desde hace años y que ha adoptado una lógica anglosajona, admite que Alemania no acaba de asumir el rol que le tocaría. «No puedo entender a los economistas alemanes», asegura, en alusión a esa posición dura y ortodoxa respecto a los socios europeos del sur, Grecia incluida.

España, los deberes no se acaban

España sigue «monitorizada», y se le sigue exigiendo que mantenga las reformas, con una especial atención a sus altos niveles de paro. Pero se admite el progreso económico, que la llevará a crecer el 2,3% del PIB, aunque pueda ser más alto.

«Aún hay riesgos», aseguró el comisario de Economía, Pierre Moscovici. El caso es que la comparación con Francia constata que en Europa se sigue jugando a una doble velocidad. Si el déficit en 2014 fue casi del 5,5% del PIB, hay que tener en cuenta que era del 9% en 2011.

La Comisión le sigue pidiendo que se reduzca al 3% en 2016.

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