Portugal reinstaura el toque de queda para frenar el avance de la Covid-19

El país acumula casi 2.500 nuevos contagios en las últimas horas, localizados sobre todo en las regiones de Lisboa y el Algarve, al sur del país

Personal sanitario realiza una prueba de antígenos a un voluntario para un ensayo clínico sobre el coronavirus en Cataluña. EFE

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Portugal reinstaura el toque de queda para hacer frente a la situación pandémica. Los ciudadanos de las principales ciudades del país, como Lisboa, Oporto o Braga, ya no podrán circular por la vía pública desde las 23 horas hasta las 5 horas. Se trata de unas medidas con las que, espera, poder hacer frente a la rápida expansión de la variante Delta o India de la Covid-19.

Y es que esta variante, con mayor resistencia a las vacunas y mayor capacidad de infección se ha expandido rápidamente por el país luso desde su llegada, presumiblemente, desde el Reino Unido. El país ha notificado en las últimas horas, de hecho, 2.436 nuevos contagios, el 56% de los cuales localizados en la región de Lisboa.

En los últimos catorce días, la incidencia en el país ha repuntado hasta los 189,4 casos por cada 100.000 habitantes de media con un índice Rt, el indicador que establece el número de personas que contagia de media cada infectado, de 1,16. No obstante, la cifra se multiplica en las regiones más afectadas, ya que en Lisboa hay una media 595 casos por cada 100.000 habitantes.

Suben ligeramente también los ingresos en el país vecino con 532 hospitalizados, 23 más que ayer y 118 están en la UCI, un incremento de 5 ingresos en cuidados intensivos durante las últimas 24 horas.

La región más afectada en términos de incidencia, no obstante, es el Algarve, situado en el extremo sur del país, con ciudades como Faro(423), Lagos (739) o Loulé(652), estas dos últimas con mayor incidencia que la capital lusa. La más afectada, pero, es Albufeira, con una incidencia de 823 casos por cada 100.000 habitantes.

Según ha podido preguntar la agencia Efe en el país, estas nuevas medidas restrictivas se acogen con cierta resignación y hartazgo. «Estamos todos hartos de esto y queremos salir», apuntaba Raquel Clemente, estudiante lisboeta que puntualizaba que, pese a todo, ve bien la recuperación de las restricciones.

No obstante, los propietarios temen los efectos de las restricciones al turismo y por tanto las repercusiones en la economía. Es el caso de Carlos Vaz, gerente de un estanco en Lisboa, que explicaba a Efe que las restricciones afectarán «a todas las actividades económicas» y que su negocio arrastra unas pérdidas superiores al 70%.

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Andoni Berná Calvo

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