Los otros efectos de la pandemia: un 80% de sanitarios sufría insomnio en la primera ola

El porcentaje asciende al 90% entre los que padecieron pesadillas, sonambulismo o terrores nocturnos

Personal del hospital . EFE/Ramón de la Rocha

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La pandemia ha sido lesiva para la salud de las personas no solo en las complicaciones de la propia enfermedad, sino también por el alcance que ha tenido la pandemia en la parte psicológica. Los sanitarios han sido de los más perjudicado, puesto que un 80% ha sufrido insomnio durante los meses de marzo y mayo de 2020.

La cifra es aún mayor si se pregunta por pesadillas, sonambulismo o terrores nocturnos, puesto que la cifra asciende hasta el 90%. Así lo certifican dos estudios presentados en la reunión anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Uno de ellos lo ha elaborado el Servicio de Neurología del Complejo Hospitalario La Mancha Centro (Alcázar de San Juan, Ciudad Real), mientras que el otro es obra del Servicio de Neurología del 12 de Octubre (Madrid).

La percepción de insomnio, pesadillas, sonambulismo, terrores nocturnos o pérdida de calidad del sueño fueron más frecuentes en el grupo de personal sanitario que entre aquellos trabajadores no-sanitarios que también participaron de los estudios de ambos hospitales.

Los negativos efectos del insomnio en la salud

Otro de los factores que puede favorecer el insomnio es el trabajo a turnos. Además, la SEN estima que a inicios de 2020 –antes de que comenzara la pandemia– un 25-30% de la población adulta sufría insomnio transitorio, un 10-15% insomnio crónico. La cifra ya era más alta entre sanitarios, puesto que afectaba a un 45%.

El secretario de la Junta Directiva del SEN, David Ezpelta, ha explicado que el miedo, la ansiedad y la incertidumbre que generaba la pandemia de coronavirus ha hecho aumentar las cifras. El sueño es una necesidad fisiológica y está implicado en «procesos de recuperación homeostática, termorregulación, repararación de tejidos, control inmunitarios, endocrinológico y consolidación de la memoria».

La privación de sueño tiene efectos negativos tanto a nivel cognitivo como en el sistema cardiovascular, endocrino, inmunológico o como posible factor cancerígeno. Como norma general, la mayoría de la población necesita dormir entre 6 y 8 horas al día.

La falta de sueño: mayores riesgos de accidentes y mortalidad

La prolongación de la vigilia y la privación de sueño afectan al funcionamiento de las redes neuronales, repercutiendo negativamente en tareas como atención, concentración y memoria y, si el efecto es acumulativo, habrá mayor repercusión sobre dichas tareas.

Ello también implica un aumento del riesgo de sufrir accidentes laborales, domésticos y de tráfico o a que los sujetos privados de sueño tomen decisiones más arriesgadas o tengan problemas para el control emocional, que se puede manifestar con irritabilidad y respuestas desmesuradas ante mínimos estímulos, ha explicado la SEN.

Incluso la reducción crónica de las horas de sueño también tiene consecuencias negativas sobre la mortalidad y uno de los estudios llega a la conclusión de que por cada un 5% de reducción de sueño, aumenta un 13% la mortalidad a lo largo de un periodo de seguimiento de 12 años.

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Sergi Ill

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