Louro, un rincón de Galicia en medio de Las Ramblas

Junto al Centro Galego de Barcelona este restaurante da un giro a las recetas gallegas con ingredientes y preparaciones un toque exóticas

Louro apuesta por innovar la cocina gallega de toda la vida

Louro apuesta por innovar la cocina gallega de toda la vida. Foto: Louro

“Somos un restaurante gallego. Pero un gallego 2.0”, dice un poco en broma un poco en serio Guillermo Dosil, propietario del restaurante Louro (Ramblas 35), mientras nos describe la carta que homenajea a las tradiciones de las tierras del norte con varios giros modernos, que pueden ser el uso de ingredientes innovadores o la fusión con técnicas orientales.

No es fácil evitar el lugar común que Louro es un rincón de Galicia en Barcelona, sobre todo porque se encuentra en uno de los epicentros sociales más importantes de la comunidad en la capital catalana: el Centro Galego, entidad que tiene más de 130 años de vida promoviendo valores de esta región como es su estupenda gastronomía.

Detalles de la decoración modernista
Detalles de la decoración modernista. Foto: Louro

Una propuesta diferente en Las Ramblas

Aunque se encuentra dentro de las instalaciones de esta entidad, el restaurante no es solo del Centro Galego, sino que al contrario: la idea es abrir las puertas a que toda clase de clientes, sean socios, residentes en la ciudad o turistas, descubran una nueva forma de saborear la cocina gallega, y a un precio medio de 35 euros por persona.

Al estar en una primera planta, Louro evita el ruido urbano de Las Ramblas, lo que otorga una cuota de distensión al momento de sentarse en la mesa.

Herencia modernista

El restaurante tiene llamativos detalles modernistas, como las vidrieras de la entrada y algunas arañas de cristal, junto a una decoración de aires decimonónicos, como si fuera un palacete de la burguesía. Y no es casualidad, porque a fines del siglo XIX allí vivía Eusebi Güell, el poderoso industrial y mecenas que encargó a Antoni Gaudí que le construya una fastuosa residencia del otro lado de la calle, en Nou de la Rambla.

Al estar en una primera planta, Louro evita el ruido urbano de Las Ramblas, lo que otorga una cuota de distensión

“Ese es el túnel que usaba Güell para llegar desde su casa al Palau cuando estaba en obras, sin necesidad de salir a la calle”, cuenta Dosil mientras señala a una estructura junto al balcón que comunicaba con el emblemático edificio.

Tostas de sardinas ahumadas
Tostas de sardinas ahumadas. Foto: Louro

Fusión de sabores

Pero vamos a comer. Nuestra visita la iniciamos con las tostas de sardinas ahumadas, con pan de cea y queso do Cebreiro; junto con la vieira gratinada con langostino y jamón ibérico; el primero un buen ejemplo de la cocina gallega tradicional y el otro un interesante micromundo de sabores de mar y montaña.

Entre los entrantes se ven varios platos que apuestan por la innovación que nos describía Dosil, como las zamburiñas con parmentier, aceite de hierbas y panko; los mejillones de batea con salsa thai, el tataki de lubina salvaje a la llama con ajoblanco o el ceviche de corvina, mango fresco y yuca frita (que no tiene mucho de gallego, pero igual está de moda).

Más tradicionales, hay platos como las croquetas de cocido gallego, las almejas a la marinera, el pulpo a feria con cachelos o la ensalada de burratina con rúcula, tomate semiseco y pesto rojo.

Pulpo a feira
Pulpo a feira. Foto: Louro

Arroces, carnes y pescados

Ya en los principales, la carta tiene una inclinación por los platos marítimos y los arroces, donde en el primer grupo se encolumnan el rodaballo a la menier de yuzu y salteado de espinacas y pak choi, la caldeirada de merluza con almejas y el calamar de playa con parmentier trufado y mayo asiática.

En los segundos, están los arroces de berenjena ahumada; de choquitos con espárragos trigueros y mayonesa de hierbas; el de bogavante o la clásica paella de marisco.

Zamburiñas con parmentier
Zamburiñas con parmentier. Foto: Louro

Pero en nuestro caso derivamos por las carnes: la terrina de cochinillo crujiente se veía irresistible (y así era), mientras que el lomo bajo de vaca vieja con patata canaria y ajada emulsionada era un homenaje a la tradición cárnica de Galicia. Otras opciones de este apartado son la costilla de cerdo con romesco de cacahuete y tabulé de quinoa y el pollo de corral con patatas nuevas, cebolla perlada y pimientos del padrón.

En los postres hay cuatro opciones para elegir: la tarta de queso con crujiente de chocolate blanco, la tarta larpeira con helado de nata, la torrija do Ferreiro y el coulant de Ferrero Rocher.

La carta de vinos está bien nutrida, con unas 40 referencias de DO no solo gallegas (como Monterrei o Rías Baixas) sino también catalanas y de otras regiones de España; e incluso dan al cliente la oportunidad de comprar una botella para llevar a casa con un 25% de descuento.

Tarta larpeira con helado de nata
Tarta larpeira con helado de nata. Foto: Louro

Más allá de los experimentos que se hacen en la cocina, hay tradiciones que nunca cambian, y una de las que Louro mantiene llueva o truene es el cocido gallego, que se sirve solamente los sábados y domingos al mediodía; ideal para rememorar las reuniones familiares como las que durante décadas se organizan en el Centro Galego.

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