El coche eléctrico no va a igualar el precio del coche de combustión

Un informe del MIT asegura que los coches eléctricos no reducirán su precio mientras dependan de las actuales baterías de iones de litio

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Un nuevo informe del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) señala que los vehículos eléctricos nunca podrán tener el mismo precio que sus pares de combustión mientras exista dependencia de las baterías de iones de litio.

El documento supone un revés tanto para la industria como para los fabricantes, que están inmersos en un proceso de electrificación de su gama que una amplia mayoría desarrollarán durante la próxima década. 

Precisamente el informe del MIT concluye que se tardará más de diez años en eliminar las diferencias en el coste de fabricación de cada una de las categorías de vehículos. La última perspectiva del MIT choca con las de otros estudios, que sitúan en cinco años el periodo en el que finalmente se conseguirá que vehículos eléctricos y de gasolina o diésel tengan un precio similar. 

Más entusiasmo que previsiones realistas

Lo cierto es que hasta la fecha no se ha hecho ninguna previsión realista. Volkswagen se limitó a decir a principios del pasado agosto que el precio se equipararía «pronto». Bloomberg calculó hace dos años que se alcanzaría la igualdad de costes en 2029; luego (en 2018) estimó que sería en 2026 y finalmente, señala que el objetivo para que los coches eléctricos cuesten lo mismo que los tradicionales se podría conseguir en 2022.

Uno de los parámetros utilizados por la agencia británica analiza el precio de la batería, el componente más caro de los vehículos electrificados. Según el MIT, los paquetes de baterías de iones de litio cuestan en la actualidad entre 175 y 300 dólares por kilovatio/hora, entre 160 y 270 euros aproximadamente.

Sin embargo entra en juego otro factor: el encarecimiento del litio, la materia prima de las unidades de carga.  «Básicamente, el coste de las baterías es menor que los ingredientes para hacerlo. Vemos eso como un defecto», afirma Randall Field, director ejecutivo del grupo del MIT responsable del estudio. 

Varias investigaciones apuntan a que ese importe podría reducirse a 100 dólares -unos 90 euros- para 2025, el año para el que la mayoría de fabricantes internacionales han diseñado su estrategia de electrificación. Y, desde entonces, los precios continuarían cayendo. 

La batería del futuro, no antes de 2022

La compañía alemana Innolith AG lleva meses desarrollando la que será la batería del futuro. Estará fabricada con tecnología de alta densidad, tendrá una autonomía de 965 kilómetros con una sola carga y podría estar lista para 2022. 

Además, según explicó el portal especializado Auto Express, para fabricar la unidad de carga no serán necesarios «materiales exóticos y caros», por lo que el precio no dependerá del agotamiento o no de las materias primas y, por tanto, de su encarecimiento. En su lugar, se usarán electrolitos inorgánicos no inflamables, mucho más baratos de conseguir. 

Más intervención de los Gobiernos

La diferencia de precios que prevé el MIT dificultaría la transición hacia vehículos de bajas emisiones. Para evitarlo, el informe insta a los organismos gubernamentales a que amplíen los subsidios que se conceden a los compradores de vehículos eléctricos para fomentar su incentivación. O bien que aprueben políticas más estrictas para conseguir los objetivos de descarbonización y disparar así las ventas.  

El transporte supone la cuarta mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que en el MIT consideran fundamental que desde los Gobiernos se promulgue y se incentive la compra de vehículos con menores emisiones, tanto a nivel particular como en los sistemas de transporte público. 

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