La cocina italiana ya es Patrimonio de la Humanidad (además de la más exitosa del mundo)

Tras el arte de los pizzaioli napolitanos y la cultura de la trufa, la cocina italiana al completo entra en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Unesco: estas son las razones de su éxito

La cocina italiana entra en listado de la Unesco. Foto: Totò e Peppino.

Al arte de los pizzeros napolitanos fue coronado como Patrimonio Inmaterial de la Unesco en 2017 -Italia lo demandaba desde 2009- y los conocimientos de búsqueda y extracción de la trufa lo hicieron en 2021. Ahora es la cocina italiana al completo la que ha recibido el reconocimiento: desde este 2025 está protegida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

En la decisión, tomada durante la vigésima sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco en Nueva Delhi este mes de diciembre, se reconoció la cocina del país transalpino como “un modelo de identidad sociocultural”  así como un “legado emocional” que trasciende sus fronteras.

La margherita sbagliata del famoso chef Franco Pepe.

La decisión valoró además la cocina de Italia como un “sistema unificador que transforma el tiempo compartido en la mesa en una herramienta para expresar sentimientos, construir diálogos o compartir ideas”.

La cocina más exitosa del mundo

Aunque no es la primera cocina nacional que recibe este reconocimiento -ya ostentan el mismo título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad las culturas gastronómicas francesa, mexicana, japonesa o la dieta mediterránea, el país se volcó en la celebración, comenzando por la primera ministra, Georgia Meloni, que calificó la decisión como “un reconocimiento histórico que honra al pueblo italiano, que celebra nuestra identidad y que da a conocer nuestro estilo de vida”.

También lo celebran algunos de sus chefs italianos más reputados, como Massimo Bottura, que ha destacado el valor cultural, emocional y social que encierra la gastronomía italiana. “No es solo un conjunto de platos o recetas, sino un ritual de amor, un lenguaje hecho de gestos, aromas y sabores que mantienen unido a todo un país. Alrededor de una mesa puesta, Italia se reconoce a sí misma: allí se comparten sueños, se discute, se hacen las paces, se transmiten recuerdos”.

El parmigiano reggiano es uno de los tesoros de la despensa italiana.

La cocina como herramienta social

De hecho, el reconocimiento ensalza por una parte la diversidad de recetas del país, que abarca desde los risotti típicos del norte al prosciutto de Emilia Romagna, pasando por las pastas rellenas como los tortellini, la mencionada pizza napolitana en Campania, la bistecca alla fiorentina toscana, la sardina de la isla de Cerdeña, el parmigiano reggiano, la mozzarella de búfala o algunas de las salsas más famosas del mundo, como la carbonara, la boloñesa o el pesto. Y, por supuesto, los dulces, ya sea el famoso ‘gelato’ italiano, el tiramisú, el panettone o la panna cotta.

Pero, además, el organismo reconoce la vertiente “cultural y social” de esta cocina, un aspecto que alude al uso de materias primas y técnicas artesanales de preparación de alimentos. Se trata de una actividad comunitaria que pone énfasis en la “relación íntima con la comida”, así como el respeto por los ingredientes y los momentos compartidos alrededor de la mesa.

Esta práctica se basa en “recetas contra el desperdicio y en la transmisión de sabores, saberes y recuerdos de una generación a otra”. Así, en tota Italia la cocina, más allá de la nutrición, “es una forma de acercarse a la familia y a la comunidad, ya sea en casa, en la escuela o en el marco de festivales, ceremonias y reuniones sociales”, argumentan sus promotores.

La pasta está en la esencia de la cocina italiana. Foto: Yoav Aziz | Unsplash.

Personas de todas las edades y géneros participan compartiendo recetas, sugerencias e historias, siendo los abuelos quienes a menudo transmiten platos tradicionales a sus nietos. Los conocimientos y saberes asociados a este elemento se transmiten de manera informal dentro de las familias y de forma formal en escuelas y universidades.

Conexión con las raíces y la identidad

Más allá de la cocina, los italianos consideran su dieta como un patrimonio sentimental, una ‘cucina degli affetti’ (cocina de los afectos) que se entiende como una forma de cuidarse a sí mismos y a los demás, de expresar amor y de redescubrir sus raíces culturales.

Los recetarios permiten así compartir una historia común y describir el mundo que les rodea, pero también contribuye a la preservación de expresiones culturales específicas, como la lengua y los gestos.

Cannoli, los dulces sicilianos por excelencia. Foto: Valeria Boltneva | Pexels.

Esta práctica, por tanto, fomenta la inclusión social, promueve el bienestar y ofrece un canal para el aprendizaje a lo largo de la vida y entre generaciones. Además, refuerza los lazos, estimula el compartir y favorece el sentimiento de pertenencia.

Con esta nueva inscripción, Italia suma un total de 21 manifestaciones culturales propias o compartidas en las listas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

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