Cómo preparar el té helado perfecto

Pocas bebidas naturales son tan refrescantes como el té helado. Pero su preparación requiere seguir unos pasos para que la bebida tenga su punto justo, combinada con nuevos sabores e ingredientes

Un té helado con alma mediterránea. Foto Tea Shop

Quien crea que bebiendo un refresco se reduce la sed se equivoca. La concentración de añadidos artificiales puede engañar al paladar pero no al cerebro, que más temprano que tarde reclamará más líquidos de nuevo para evitar el agobio por las altas temperaturas.

Una solución interesante es recurrir al té helado, una de las bebidas favoritas del verano que permite hidratarse de manera natural.

Además, la combinación de sabores y aromas de frutas, especias y otros ingredientes de temporada permiten explorar un mundo nuevo y refrescante.

El té helado permite toda clase de combinaciones. Foto Tea Shop

Claves para preparar el mejor té helado

El primer paso es infusionar en caliente un concentrado del té o de alguna infusión en un recipiente, que tenga una capacidad de unos 400 a 500 ml.

Hay que respetar temperatura y el tiempo de cada variedad sin pasarse de calor, para evitar que surjan matices amargos.

Hay que evitar preparar el té con mucho agua, porque luego no hay espacio para el hielo y no se enfría lo suficiente

Mientras esté caliente es el momento de añadir el endulzante que se prefiera, para conseguir potenciar el sabor a la vez que la disolución sea perfecta: los ideales serían azúcar, el sirope de agave o la miel de acacia.

Té del tipo ‘Melon Fresh’. Foto Tea Shop

El dilema del hielo en el té helado

Una vez que ha infusionado el té y la infusión hay que llenar una jarra de hielo hasta el máximo de su capacidad, y verter la preparación.

Si la jarra no ha quedado llena se puede añadir más hielo, pero nunca agua, porque se diluirá el sabor.

Se remueve y se deja reposar en la nevera. Lo sugerido es preparar el té helado por la noche y dejarlo varias horas en el frío para que esté a punto a la mañana siguiente.

Té Tropical Colada. Foto Tea Shop

Las medidas y proporciones para preparar el té helado perfecto

Una duda habitual es la proporción de té y agua en la preparación. Lo mejor es calcular una medida de la infusión por cada 200 ml de cantidad final y añadir otras tres medidas al final.

Por ejemplo, si se va a preparar un litro, cabe aplicar cinco medidas de la infusión y otra tres al terminar. De esta manera, se podrán obtener entre cuatro y cinco tazas (depende del tamaño del recipiente).

El azúcar, sirope o la miel que se use para endulzar hay que añadirla mientras la preparación esté caliente, nunca en frío

Ahora viene el toque más divertido: la decoración. La fruta más versátil es la manzana, porque es neutra; pero si la idea es añadir frutas con mucha pulpa es mejor incorporarla congelada a la bebida. La disolución de sabores hará el resto.

¿Té de mojito? ¿Por qué no? Foto Tea Shop

Consejos para evitar desilusiones

Un consejo importante: no preparar el té con mucha agua, porque después quedará poco espacio para el hielo y no terminará de enfriar lo suficiente.

Si le falta frío es mejor dejarlo reposar por más tiempo, para evitar que una mayor cantidad de hielo deje aguada la preparación.

En el juego de probar nuevas alternativas se pueden adquirir moldes de silicona para elaborar polos de té helado. Los más pequeños quedarán encantados.

El té helado es una de las mejores opciones para refrescarse. Foto Tea Shop

Nuevos gustos y sabores

Y también degustar sabores de diferentes té exóticos combinados con frutas e ingredientes como los que ofrece la compañía Tea Shop.

Entre los cinco blends que han presentado se encuentran Sunny Peach (té blanco y té verde con melocotón y un toque de pera), Fresh Melon (té blanco con un refinado sabor a melón), Tropical Colada (té negro de estilo cocktail con coco y piña), Oriental Lime (exótica mezcla de té verde con cítricos, manzanilla y un toque perfumado de lima) y Apple Temptation (una infusión vitamínica de manzana de montaña, naturalmente sabrosa y jugosa).

Hay que animarse a probar gustos nuevos.

a.
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