Contraban: un elegante restaurante clandestino para descubrir en el Barrio Gótico

El chef Alain Guiard crea un menú inspirado en las emociones de un artista para degustar en el hotel boutique Wittmore

Contraban se presenta con una estética que recuerda a un club privado. Foto Wittmore Hotel

Una de las complicidades de los bares y restaurantes clandestinos, que tan de moda se han puesto en la última década, es jugar a las sorpresas. Eso sucede en el hotel Wittmore, un coqueto establecimiento escondido en una callejuela sin salida en la parte baja del Barrio Gótico de Barcelona, que discretamente se levanta sobre los cimientos de unos antiguos lavaderos del siglo XIX.

El Wittmore, un hotel solo para adultos con 22 habitaciones, presenta una estética que recuerda a un club privado adaptado al siglo XXI, con luces tenues, muebles de maderas nobles, sillones de terciopelo y una biblioteca con libros de gran formato, elitistas revistas de diseño y moda y juegos de mesa.

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El restaurante Contraban

En el vestíbulo una pesada cortina roja -también de terciopelo- oculta al visitante la presencia del restaurante Contraban, que desde febrero del año pasado está en manos del chef catalano-francés Alain Guiard, quien también dirige la cocina del Hotel Neri (que pertenece al mismo grupo empresario del Wittmore) y el restaurante La Mundana.

El patio interior tiene el jardín vertical más grande de Barcelona. Foto Wittmore Hotel

‘Libertad’, ‘frustración’, ‘sorpresa’ o ‘en blanco’ son algunos de los capítulos del menú inspirados en las fases de la creación de un artista

Las tres salas son pequeñas, pensadas para que los huéspedes puedan socializar en un ambiente relajado, con vistas al patio central donde se eleva el mayor jardín vertical de Barcelona, con 3.000 plantas que tanto de día como de noche le otorgan una bienvenida imagen verde.

Un espacio para tomar una copa o socializar. Foto Wittmore Hotel

Inspiración en la creatividad

Guiard mantiene el mismo juego del hotel en su menú, inspirado en el proceso creativo de un artista. Por ejemplo, muchas grandes obras surgieron por la impaciencia, como bautiza a esos entrantes para comer rápido como los fiambres artesanos o la panceta de cerdo chicharrón; o por la libertad, concepto que engloba platos livianos para picar en cualquier hora como la tarta/brioche Michelangelo con tomate picante, o el sándwich/almohada de rabo de buey con queso crema de olivada.

Nosotros saltamos directamente a la idea de quedarse en blanco, con un tomate confitado, burratina y aceite de albahaca; sección que comparten el coliflor al horno con limón (interesante su analogía gráfica con el cerebro) o la berenjena escalivada con miel de pino.

Berenjena escalivada con miel de pino y piñones. Foto Wittmore Hotel

Sorpresas y frustraciones

Uno de los platos estrella, el carpaccio de cigala, crema agria con caviar, lima y cebollino, parecía un cuadro expresionista. Se nota que estábamos en la parte de excitación creativa, donde se codea con otros carpaccios (uno de verduras y hierbas, otro de roastbeef y cecina).

En la carta hay vinos efímeros, referencias que reflejan las tendencias de pequeñas bodegas de España, y que solo están disponibles un par de semanas

Tarta-brioche Michelangelo. Foto Wittmore Hotel

La frustración, sentimiento habitual en cualquier artista, presenta tres platos donde se necesita la ayuda de la gente de Contraban, como el ciervo con polenta, membrillo y calabaza, que se presenta en una cazuela de arcilla que se debe romper con un martillo.

Pero pasamos directamente a una de las dos sorpresas, el tournedó de atún a la pimienta verde, con un buen equilibrio de sabores con el parmentier de cebolla y acelgas de colores.

Como platos de toda la vida

En el apartado de nostalgia llegó un plato que nunca salió de la carta desde que Contraban abrió en noviembre de 2019: los macarrones del cardenal con secreto ibérico. Pareciera un plato de toda la vida, pero al probarlo se entiende porque nadie (ni clientes ni chefs) quiere retirarlo.

La traca final fue con la dulce satisfacción, el capítulo de postres como el potente libertad (tarta/brioche de chocolate, avellanas tostadas y bayas de Goji) y la dulce milhojas de maracuyá.

Carpaccio de cigala. Foto Wittmore Hotel

Los vinos

La carta de vinos cuenta con una buena selección de DO catalanas y de otras partes de España. Atención a los vinos efímeros, referencias que solo se pueden encontrar en períodos breves, y que permiten probar nuevas tendencias de bodegas pequeñas como los vinos naturales.

O también se puede rematar la cena con algunos de los cócteles de autor que se elaboran en la barra, que le da otro toque más de club privado a este restaurantes de aires clandestinos en el Gótico.

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