De pinchos y tapas por Santander: dónde ir y qué pedir en cada barra
En cada barrio y cada bar tienen sus tapas y pinchos en los que resumen los sabores del mar y la montaña propios de Cantabria: esto son los mejores lugares de Santander para degustar su cocina en miniatura

Barras que alegran la vista en Santander. Foto: La Casa del Indiano.
Ciudades como San Sebastián o Bilbao se llevan el mérito, pero lo cierto es que los pinchos bien elaborados con productos de primerísima calidad son habituales en las barras y las mesas de muchas otras ciudades al norte de España. Por ejemplo, Santander, un destino elegante y especialista en el arte del buen comer.
En tabernas marineras y tascas tradicionales, en mercados, bodegas y restaurantes, en Santander se tapea mucho y bien.
No en vano la cántabra es una de las despensas más ricas del país, donde conviven mariscos del Cantábrico y pescados de sus ríos rápidos y caudalosos, quesucos de la tierra, carne de las terneras que pastan en sus pastos y verduras de huertas familiares. Y Santander es el lugar perfecto donde probar toda esta riqueza transformada en platos, pero también en pequeños bocados. Estos son alguno de los mejores lugares para comprobarlo.
Casa Lita
En la zona de Puertochico, a pocos pasos de la bahía de Santander, Casa Lita (Paseo de Pereda, 37) es uno de los grandes bastiones de los pinchos en la ciudad.
Hasta 300 pinchos diferentes, entre fríos y calientes, elaborados al día y con materia prima de la mejor calidad bajo la dirección del chef Joseba Guijarro desfilan por su barra y sus mesas, incluidas las de la terraza, con excelentes vistas al puerto.
Destaca especialmente la tortilla, pero también pinchos como los de pollo al curry, de solomillo o las hamburguesitas. Buena representación de quesos, embutidos, espárragos, bonito del norte y unas anchoas artesanas de Santoña que son un espectáculo.
Cañadío
Punto de quedada clásico entre los locales, la plaza de Cañadío (y las calles aledañas como Hernán Cortés, Peña Herbosa, Daoiz y Velarde, Santa Lucía o Bonifaz) es una de las imprescindibles para salir de tapas y pinchos en Santander.
También aquí se encuentra un restaurante que ya puede considerarse una institución, Cañadío (Gómez Oreña, 15). Desde 1981, su gran barra de mármol blanco luce cada día con sus pinchos creativos, generosos y de cuidada presentación.
Anchoas de Santoña, tostas y, por encima de todos, el pincho de tortilla de patatas que es de los que deja huella.
Además, si se prefiere una comida más tranquila, cuenta un comedor en un altillo y una sala clásica más amplia y de decoración actual. En cualquiera de sus ambientes está garantizada la cocina tradicional elaborada de buen nivel.
Bodega Cigaleña
Unas verjas de hierro franquean la entrada a Bodega Cigaleña (Daoiz y Velarde, 19), una casa de ambiente rústico y casi un museo dedicado al vino, con innumerables botellas y objetos relacionados con la cultura vitivinícola.
Desde 1949, la familia Conde fusiona vino y gastronomía de la mano de elaboradores, artesanos y un producto que transforman en una cocina tradicional donde se lucen los pescados de lonja, las verduras, los quesos o las carnes de la zona.
La tercera generación de la familia sigue sirviendo una gran cantidad de vinos por copas (algunos inusuales) y buenos pinchos, entre los que siempre se cuentan las gildas, las croquetas, la chistorra o la cecina.
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Bodega del Riojano
Antes incluso, desde 1940, atiende a santanderinos y visitantes otro establecimiento con carácter, Bodega del Riojano (Rio de la Pila, 5), característica por su decoración con barriles de vino pintados a mano por todo tipo de artistas contemporáneos que hacen de su sala un verdadero museo.
No es tanto una barra surtida de pinchos (aunque se ofrecen varias opciones para picotear con una copa de vino, como la sardina picante, el matrimonio o el chorizo al vino) como restaurante de raciones (no te pierdas la de ensaladilla rusa, el pastel de cabracho y, si te atreves, los caracoles guisados).
Mesón Rampalay
A un par de calles seguimos la ruta de pinchos en Rampalay (Daoiz y Velarde, 9), un mesón tradicional con amplia terraza y barra llena de pinchos.
También se puede comer de raciones, con buenas opciones como las rabas, las bravas con su salsa piripiri o las zamburiñas.
La Esquina del Arrabal
También muy cerca, la Esquina del Arrabal (Arrabal, 20). Difícil decidirse frente a esta barra que alegra la vista, tan bien surtida de pinchos que se preparan diariamente con mucho mimo.
Listos desde el desayuno y perfectos para arrancar una tarde de vinos y tapas, entre las opciones, el de solomillo con salsa de pimienta, pollo con champiñón relleno de queso azul y cebolla caramelizada, taco de pollo al curry con setas….
La Casa del Indiano
Cualquiera que busque una buena experiencia gastronómica en Santander debe dejarse caer por el Mercado del Este (Hernán Cortés, 4), un lugar emblemático que debe su nombre a su localización al este del primer mercado de la ciudad, el de la Esperanza.
Ubicado entre las plazas Porticada y Pombo, en el centro de la ciudad, fue levantado en 1842 por el arquitecto Antonio Zabaleta con el concepto de galería comercial que ya se veía en Europa.
Entre sus propuestas gastronómicas destaca la de La Casa del Indiano, muy recomendable por sus raciones generosas y su carta de vinos, pero también pinchos fríos y calientes de calidad
La Cátedra
La Cátedra presume de ser el bar más antiguo de Cantabria, abierto en 1866, que encontramos en la céntrica y animada calle de En medio.
En el interior entre paredes de piedra y estanterías repletas de vino o en su pequeña pero agradable terraza, La Cátedra es una buena opción para el aperitivo y el tapeo de mediodía, pero también para una cena de pinchos, tostas, tablas de quesos o ibéricos.
La barra de pinchos es tan suculenta como las raciones, con especialidades como ostras de San Vicente, croquetas de jamón ibérico y queso azul, anchoas, sardinas, rabo estofado, mollejas de lechazo o atún rojo.
Muy buena selección de vinos por copas (también cavas y champagne) y vermuts.
Casa Ajero
Sea la hora que sea, la barra de Casa Ajero (Daoiz y Velarde, 18) estará llena de pinchos deliciosos para tentar a los visitantes.
Diferentes tipos de tortilla, queso, jamón, rabas, gambas al ajillo, almejas a la sartén o solomillo están entre las propuestas. Además, destacable el menú del día y la selección de vinos por copas.
Bodega La Conveniente
Otro clásico de la escena santanderina, Bodega La Conveniente (Gómez Oreña, 9) es una apuesta segura en la zona de la plaza Cañadío.
Nacida como establecimiento de venta de vinos a granel a principios de siglo XX, dio paso en los años ochenta a un establecimiento hostelero que es todo menos convencional.
Además de su particular ambiente, de sus largas mesas de madera y del pianista que puedes encontrar cualquier día, hay que destacar que abre solo para el servicio de cenas, por lo que aquí el tapeo es nocturno, con raciones generosas (conviene pedir medias si se quieren probar más) y pinchos fríos (anchoas, ventresca, ahumados y embutidos, así como quesos y patés) y calientes, entre los que destacan las croquetas, las empanadillas, la morcilla de Burgos con pimientos del piquillo o las pechuguitas con bechamel.