7 restaurantes de Santander para deleitarse con la mejor cocina cántabra

La capital de Cantabria ofrece una asentada oferta gastronómica de restauración en la que el producto es pieza esencial de un engranaje culinario que convence por su buen hacer

El Serbal se cuenta entre los mejores restaurantes de Santander. Foto: El Serbal.

Se dice de Santander que la cercanía de su venerada bahía le ha marcado a fuego un carácter portuario, abierto, comunicativo y cosmopolita, que se traslada también a su forma de concebir una cocina local basada en el mar y en la montaña, siempre plena en sabores, texturas y aromas.

Porque si algo caracteriza a la gastronomía cántabra es su gran variedad de productos de gran calidad, con alimentos que van de la carne de ternera de vacas de pastoreo a los pescados y mariscos que se capturan en sus costas, el famoso queso Picón Bejes-Tresviso, los quesucos de Liébana, y los frescos de nata, los sobaos pasiegos y las archiconocidas anchoas en conserva de Santoña, entre otras exquisiteces.

Productos únicos utilizados diariamente por chefs comprometidos con su tierra, en las cocinas de algunos de los mejores restaurantes de Santander, una metrópoli que encandila por su belleza, pero también por sus delicados sabores.

La gastronomía santanderina disfruta de un producto de primerísima calidad. Foto Restaurante Bar del Puerto.

Dos restaurantes con estrella

Comenzamos nuestro particular reconocimiento gastronómico por Santander visitando los que seguramente sean los dos mejores restaurantes de la urbe: El Serbal y La Casa del Judío.

El restaurante El Serbal, situado durante más de dos décadas en el barrio de Puertochico, se trasladó hace un año a la playa del Sardinero, dónde ahora goza de unas espectaculares vistas a la bahía. En su flamante comedor, de no más de 13 mesas, se pueden observar los barcos, el mar e incluso el ferry que diariamente surca sinuosamente las olas y se adentra en el Cantábrico.

La estrella Michelin la lucen desde el 2003, lo que significa que tanto su chef actual, Quique Muñoz, como Rafael Prieto, el propietario, quien además ejerce como sumiller y jefe de sala, continúan con un trabajo preciso y comprometido que embelesa a los santanderinos.

Las vistas a la playa del Sardinero del restaurante El Serbal son magníficas.

El restaurante, en la planta superior del antiguo restaurante Cormorán, espera entre grandes ventanales y una decoración elegante y cálida. Su propuesta incluye platos de temporada junto a clásicos imprescindibles como la particular versión del cocido lebaniego, el ajo blanco o el arroz de gamba y chipirón, entre otros.

Pero lo más indicado, si se quiere probar lo mucho que tiene que ofrecer el chef Quique Muñoz, es dejarse guiar por sus diferentes menús: Gastronómico (58 euros, y 16 más con maridaje), Degustación (82 euros, y 28 más con maridaje) y el espectacular menú Dom Perignon, en el que los champagnes de esta gran maison francesa tienen un protagonismo especial, junto a sólidas elaboraciones expresamente concebidas para ser compartidas con tan finas burbujas. El precio es de 178 euros.

Almejas, vieiras, navajas y caracolillos son los frutos del mar que componen la Menestra Marina de El Serbal.

Además, El Serbal dispone de una extraordinaria carta de vinos, con cientos de referencias, y un servicio atento y discreto, que acompaña estupendamente a una adecuada experiencia gastronómica junto al mar.

La Casona del Judío

Encontramos La Casona del Judío, que consiguió su primera estrella Michelin en la última edición del 2022, en el tranquilo entorno del Barrio de Monte, a muy pocos pasos de las playas y del centro de Santander, en una bella y restaurada casona indiana del siglo XIX.

El restaurante La Casona del Judio se ubica en un edificio indiano del siglo XIX.

Su propietario, artífice y chef es el joven Sergio Bastard.

El espacio, rehabilitado con sumo gusto, con salones que muestran un elegante mobiliario de diseño vanguardista, y una proporcionada iluminación, invita a disfrutar de una propuesta gastronómica que Bastard centra en los productos de temporada y en una cocina establecida en la tradición, con inteligentes guiños a la creatividad.

La propuesta se fundamenta en dos menús: Gourmet y Gran Gourmet. El primero consta de 7 snacks, 4 entrantes, pescado, carne y dos postres, a un precio de 75 euros por persona, y el segundo menú se compone de 7 snacks, 7 entrantes, pescado, carne y 3 postres, por un precio de 95 euros por comensal.

Una propuesta gastro de altura es lo que propone La Casona del Judío.

El servicio es muy bueno y el restaurante disfruta de un amplio espacio exterior, así como de un parking exclusivo para los clientes.

Un local con tradición

Nos trasladamos ahora hasta el restaurante La Bombi, ubicado en el número 15 de la céntrica calle Casimiro Sainz. Este emblemático local ha sido protagonista de los principales acontecimientos acaecidos en Santander en los últimos 80 años, pues sus inicios se remontan al año 1935.

La barra de la Bombi es una de las mejores de Santander.

Hoy, Boni Movellán, el actual propietario, junto a sus dos hijos, prometen una cocina elaborada con las mejores materias primas del terruño. Su barra, siempre abarrotada, es atendida de forma muy diligente, y se la considera como una de las mejores de la ciudad para comer de forma informal.

En la carta, los amantes de los pescados encontrarán maravillas del mar como las cocochas de merluza, rodaballo, rape, lenguado…, y carnes como el solomillo con mantequilla de anchoas, rabo de toro estofado o las carrilleras de ibérico. Bodega bien provista y muy buen trato.

Ijada de mero. Foto: La Bombi.

Para los carnívoros

Entrando a Santander por la calle Marqués de la Hermida, dirección al centro, y muy cerca de la Biblioteca de Cantabria, se encuentra la calle de Ruiz de Alda, lugar en el que se emplaza el carismático restaurante Machinero, que abrió sus puertas en enero de 1992.

Fernando Pérez y su esposa Ana Alonso han convertido su negocio en todo un referente gastronómico de la capital cántabra, gracias a una culinaria perfectamente entendida que ofrece una cocina de siempre, acompañada con ciertos toque de modernidad. Y utilizan para su concepción las mejores materias primas frescas del mercado.

Los carnívoros van a disfrutar mucho en el restaurante Machinero.

En Machinero se puede comer de todo y muy bueno, pero es un restaurante que se lo recomendamos especialmente a los amantes de las carnes. Solomillo al queso de Tresviso, chuletón de añojo o entrecot con salsa de pimienta verde dan buena muestra de la excelente carne que podrán saborear.

Igualmente, el restaurante promete una generosa carta de vinos con representación de las mejores denominaciones de origen nacionales.

Mar y montaña

Regresando nuevamente a la bahía santanderina, conoceremos de primera mano el Restaurante Bar Del Puerto, exponente de la mejor cocina local. Está dirigido por Antonio Núñez y familia, y sus diferentes espacios rezuman salitre y un gran amor por el mar Cantábrico.

La terraza del Restaurante Bar del Puerto es ineludible cuando aprieta el calor.

Con una amplia terraza, vistas al puerto, mesas bien vestidas, y decorado con barcos y cuadros náuticos, aquí se ofrece una carta muy marinera en la que abundan los pescados y mariscos, así como los productos que brinda cada temporada.

En la carta centollos, cigalas, almejas a la marinera y bogavante del Cantábrico compiten con platos de carne como las chuletillas de lechazo o el tournedó Rossini. Eso sí, que nadie se pierda los gambas en gabardina o el bonito embotado con cebolla pochada porque son de órdago. Reserven con mucha antelación pues suele estar lleno (sobre todo de clientela santanderina).

Un productazo es lo que ofrece el Restaurante Bar Del Puerto.

Exquisitez y profesionalidad

Asimismo, nadie que pase unos días en Santander debería dejar de comer en La Vinoteca, (Hernán Cortés, 38), negocio muy respetado por ser uno de los más sobresalientes restaurantes de cocina de autor de la urbe.

Capitaneado con mucho crédito por Koldo Iriarte, su carta muestra una sugestiva presencia de platos de pescados y carnes muy creativos, cocinados con la frescura del presente y un gran respeto por el pasado.

La sala de La Vinoteca recuerda a un claustro.

La sala, que recuerda a un claustro, está dominada por el color blanco. De servicio atento a la vez que muy cercano, entre sus platos imprescindibles se encuentran un delicioso steak tartar que Koldo prepara al instante ante la mirada atenta de los comensales. También sugerimos el roast beef de solomillo francés, queso de oveja y aceite de trufa, la lasaña de bogavante o la gyoza de centollo, vieira, verduras y cítricos.

Los postres también se encuentran entre los puntos fuertes de La Vinoteca. Muy deseable la tarta de queso horneada con helado de sobao pasiego o los raviolis de piña y queso cremoso con helado de coco.

En cuanto a la carta de vinos, es extensa y está concebida con mucha sapiencia por parte de Iriarte. Lo más conveniente es dejarse llevar por él porque así no habrá forma de equivocarse.

La tarta de queso horneada con helado de sobao pasiego es un postre muy demandado en La Vinoteca.

Además, La Vinoteca pone a disposición de su clientela una gozosa selección de quesos nacionales (Pata Mulo leonés, Quesoba cántabro, Maxorata canario…), e internacionales (Stilton, Comté, Mimolette…).

Ofrenda al pasado

Como última recomendación sugerimos la Taberna Alamar, negocio apadrinado por Daniel Alonso y Rafael Malo, que es todo un sentido homenaje a las antiguas tabernas de pescadores en las que antaño se servía un producto fresco llegado a diario desde los barcos de captura que arribaban al puerto pesquero de Santander.

Lo hallaremos situado en la popular zona de El Sardinero, en el número 43 de la calle Joaquín Costa. Es un coqueto y pequeño local con dos terrazas que dan paso a un interior de ambiente marinero en el que prima la madera, las puertas de tonalidad blanca, las maquetas de barcos pesqueros, y los restos de un antiguo pantalán de Puertochico.

La Corvina con patatas de la Taberna Alamar se cocina en horno de leña.

La carta es corta pero más que suficiente. Disponen de horno de carbón en el que cocinan pescados que se impregnan deleitosamente de ese delicioso sabor que siempre transmiten las brasas a los platos marineros. Apetitoso el solomillo de bacalao al horno con tomate casero, la corvina horneada con patatas o las alcachofas con almejas.

Carta de vinos reducida pero muy bien elegida, con algunos buenos blancos como el Verdejo de Javier Pariente, o el Gran Bazán Albariño, entre otros. Como los tiempos vienen crudos, en la Taberna Alamar se puede salir bien satisfecho gastándose no más de 22-24 euros por persona.

a.
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