Europa cruzada por trenes ultrarrápidos: la movilidad tras la Covid-19
La red de rutas de trenes de alta velocidad conectaría todas las capitales europeas y dejaría obsoletos muchos de los vuelos de corto y medio radio actuales
La reducción de emisiones y la búsqueda de una manera de viajar más ecológica -que se traduce incluso en un sentimiento conocido como flygskam o vergüenza de volar- están detrás de un movimiento que busca la eliminación de vuelos cortos, siempre que haya una alternativa rápida en tren. La Covid-19 podría ser el aliado inesperado que faltaba para que estos planes se hagan realidad.
De Dublín a París, de Lisboa a Helsinki, de Bruselas a La Valetta y de Berlín a Nicosia, la capital de Chipre, trenes ultrarápidos con enlaces a ferrys serían la alternativa rápida y verde a cientos de vuelos de corto y medio radio, según un análisis del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena.
Estos trenes ultrarápidos podrían reducir a la mitad los tiempos de viaje entre las capitales europeas y limitar en un 50% los vuelos de corto y medio radio
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Recuperación de Europa postcovid
En el marco del Plan de Recuperación de la Comisión Europea que espera movilizar dos billones de euros para ayudar a reparar los daños económicos y sociales ocasionados por la pandemia de coronavirus, activar la recuperación europea y proteger el empleo y crear nuevos puestos de trabajo, el estudio realiza una propuesta muy concreta de gasto en el campo de infraestructuras de transporte y energía.
Se trata de un tren ultrarrápido con cuatro rutas capaces de reducir los tiempos de viaje entre las capitales de la UE y que, por ende, haría que su alternativa en avión resultase obsoleta.
De hecho, con velocidades promedio de entre 250 y 350 km/h, estos trenes ahorrarían hasta el 50% en cada viaje. Según el informe, un trayecto entre París y Berlín se completaría en apenas cuatro horas.
Así, reduciendo vuelos estos trenes ayudarían a limitar la huella de carbono de Europa a la vez que vehiculan el territorio europeo conectando ciudades hasta ahora alejadas de los grandes núcleos urbanos del centro del continente.
Su impacto, señala el informe, podría reducir a la mitad las operaciones comerciales de pasajeros en el marco de la UE y limitar las emisiones de CO2 de la aviación “entre cuatro y cinco puntos porcentuales”, señala.
La reducción de vuelos implicaría, según el Instituto de Estudios Económicos de Viena, limitar entre 4 y 5 puntos porcentuales las emisiones de CO2 de la aviación
Además, permitirían aumentar la capacidad de carga y acelerarían el transporte de mercancías, reduciendo también la cantidad de vehículos en las carreteras.
Cuatro grandes rutas
El estudio describe cuatro grandes rutas para mejorar la infraestructura ferroviaria europea que, a su juicio, debería ser complementaria a las redes nacionales existentes, si bien en algún caso se podrían utilizar tramos ya vigentes.
La primera de las rutas es la que conecta Dublín y París, con un enlace por ferry entre Cork (Irlanda) y Brest (Francia) que además “tiene un significado adicional en el contexto del Brexit”.
Una segunda línea va de Lisboa a Helsinki, recorriendo España, Francia, los Países Bajos, Alemania, Polonia, los países bálticos, Dinamarca y Noruega.
Una tercera ruta conecta Bruselas y La Valeta y una cuarta Berlín y Nicosia, incluyendo un enlace de ferry entre Pireo y Pafos en Grecia y conexiones adicionales entre Viena, Austria y Sofía, Bulgaria.
En el caso de España, el estudio contempla la creación de 1.196 nuevos km de vías con una inversión de 56.806 millones de euros, alrededor de un 4,6% del coste total del programa.
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Ruta de la Seda a la europea
Una alternativa a este planteamiento es lo que el estudio llama Ruta de la Seda Europea, que se extendería hasta Moscú y que sumaría al ferrocarril de alta velocidad otras fórmulas de transporte. En este caso no se conectarían todos los estados miembros de la UE, sino que se enfocaría a un itinerario que discurriría principalmente entre países del sur.
Así, y con un trazado de unos 11.000 km, la ruta conectaría Lisboa y la ciudad de Uralsk en la frontera entre Rusia y Kazajistán. Una segunda ruta uniría Milán con Volgogrado (Rusia) y Bakú (Azerbaiyán).
Las zonas prioritarias de ambas rutas serían de Lyon a Moscú en la primera y de Milán a Constanza (Rumanía) en la segunda. El trazado completo comprende autopistas, líneas de ferrocarril de alta velocidad, centros logísticos, puertos marítimos y fluviales.