Pecios hundidos: 10 tesoros para explorar bajo el mar

Aventura, deporte e historia se combinan en buceo en barcos hundidos. Estos son algunos de los mejores barcos para descubrir en las costas españolas

El Boreas es el pecio más famoso de la Costa Brava. Foto: Turismo de Palamós.

Prácticamente rodeada de agua y con más de una decena de reservas que protegen una vida marina espectacular, con aguas limpias y una climatología que permite las inmersiones la mayor parte del año, España es un lugar idóneo para practicar buceo recreativo. Snorkel, buceo nocturno, en cuevas o en superficie son algunas de las posibles inmersiones, a las que se suman el buceo en pecios hundidos, una de las experiencias más emocionantes bajo el mar.

Y lo es porque combina deporte con el punto justo de aventura e historia, fantasías de tesoros ocultos y tragedias entre olas. Antiguos barcos romanos, mercantes o cargueros, de Murcia a Canarias y de Cataluña a Cantabria, estos son algunos de los mejores pecios para descubrir en nuestras costas.

Alfonso XII, Gran Canaria

En 1885 el Alfonso XII, uno de los más grandes vapores que han navegado nunca con bandera española, partió de Cádiz rumbo a Cuba. Iba cargado con diez cofres de monedas de oro, con un valor de 10 millones de reales de la época, que debían servir como paga a los soldados en la colonia española.

Con solo 10 años de vida y un capitán experimentado, el buque se hundió en la Baja de Gando, un arrecife en la costa oriental de Gran Canaria en el que se han documentado más de una veintena de naufragios.

Además de ver los pecios, sorprende la cantidad de vida marina en torno a los pecios. Foto: Turismo Islas Canarias.

La carga era tan importante, que se hizo venir a buceadores de Reino Unido para localizarla. Pero, cuentan, que solo pudieron encontrar nueve de las diez cajas de monedas esparcidas por el fondo marino, una historia que añade un plus de curiosidad al buceo en esta zona.

Construido por la compañía Trasatlántica, pese a sus más de 100 años bajo el mar, el vapor sigue intacto, con la pala del timón y la hélice en el eje.

Cermona II y Pecio Viejo, Gran Canaria

Conocidos como los Pecios de Mogán y con el permiso del carguero griego Kalais, hundido bajo el Puerto de la Luz y cuyo acceso está totalmente restringido, los pecios Cermona II y Pecio Viejo son los más célebres (y concurridos) de Gran Canaria

Cermona II. Foto: Turismo Gran Canaria.

Se encuentran apenas a 40 metros de distancia entre ellos, cerca de la marina del puerto de Mogán, y pese a no contar ninguna historia de tesoros hundidos, ambos son de una extraordinaria belleza gracias a la cantidad de flora y fauna que los ha colonizado.

Su historia, en cambio, es menos prosaica. Fueron hundidos deliberadamente para fomentar el buceo en la isla. Hoy, la excelente visibilidad, la cercanía a la costa y sus 21 metros de profundidad máxima permiten el acceso a todo tipo de buceadores, incluidos principiantes, que pueden llevarse como premio tesoros en forma de fotografías.

Naranjito y Stanfield, Murcia

Construido en 1918 en Cádiz, fue bautizado como Nadir, aunque más tarde fue rebautizado como Magurio y, finalmente, Isla Gomera, nombre que tenía en su hundimiento el 13 de abril de 1943 a 1,36 millas de Puerto de Cabo de Palos, en Murcia, a una profundidad de entre 27 y 46 metros.

Se le conoce como Naranjito, sin embargo, por el último cargamento que transportaba, naranjas, una carga que al desplazarse por un golpe de mar fue causa de su hundimiento.

Recorriendo sus 52 metros de eslora, es fácil observar meros, dentones, bancos de sargos, morenas, congrios e incluso langostas y peces luna.

Buceo en la Reserva Marina de Cabo de Palos – Islas Hormigas. Foto: EFE.

El Naranjito se ubica en la Reserva Marina de Cabo de Palos – Islas Hormigas, una de las más visitadas por los buceadores por su variedad en especies animales y su gran pradera de posidonia, así como, precisamente, por los numerosos pecios históricos hundidos, que incluyen el Stanfield, de 120 metros de eslora que se encuentra a una profundidad de entre 45 y 60 metros, en excelente estado de conservación y uno de los más espectaculares de la zona.

Arna, Almería

El vapor Arna fue construido en 1905 en unos astilleros de Newcastle y fue bautizado como SS Hillhouse. Adquirido en 1925 por un armador checoslovaco que le cambió su nombre, viajaba el 16 de febrero de 1928 de Bona, en Italia, con destino a Middlesbrought (Reino Unido) cargado de hierro cuando impactó con un bajo cercano al Cabo de Gata, en Almería, y se hundió a una milla de la playa del Corralete.

Con 99,06 metros de eslora, hoy reposa en el fondo del mar frente a la costa almeriense a entre 38 y 42 metros de profundidad y, debido a las fuertes corrientes, representa una de las inmersiones más técnicas y complicadas (pero también apasionantes) de la zona.

El submarinismo es otra forma de conocer el Parque Natural Cabo de Gata. Foto: EFE.

Además de recorrer diferentes estructuras del buque, el timón y la hélice, la inmersión destaca por la cantidad de vida marina en el vapor, con especies como anémonas y gorgonias, y numerosos peces como mojarras, reales, morenas, corvallos, meros, barracudas, túnidos e incluso algún pez luna o águila de mar.

Bou Ferrer, Alicante

Hace pocas semanas se presentaba un libro dedicado al pecio Bou Ferrer y es que este barco, o más bien yacimiento arqueológico, tiene toda una historia que contar. Reconocido en 2017 por la Unesco como uno de los primeros 7 lugares de su nuevo Registro Mundial de Mejores Prácticas en el Patrimonio Cultural Subacuático, se trata del último barco romano de todo el Mediterráneo en el que es posible bucear.

Foto: BouFerrer.org.

Naufragada a mediados del siglo I d.C. frente a las costas de Villajoyosa (Alicante), la nave, en un increíble estado de conservación, tiene una eslora de unos 30 metros y aproximadamente 230 toneladas de porte. Fue un gran velero de comercio que transportaba un cargamento principal de unas 2.500 ánforas producidas en alfares como el de Villanueva de Puerto Real en Cádiz que transportaban en el momento de su hundimiento una salsa de pescado elaborada con boquerón, caballa y jurel.

Descubierto por José Bou y Antoine Ferrer en el año 2001, ha sido objeto de diferentes investigaciones, como la que concluyó que los lingotes de plomo que iban a bordo del barco eran propiedad del mismísimo emperador de Roma (está por determinar si era Calígula, Claudio o Nerón).

A una profundidad de entre 26 y 23 metros, bucear en este pecio es sumergirse (literalmente) en la historia para acceder a un extraordinario museo milenario sumergido.

Río Miera, Cantabria

E 6 de diciembre de 1951 un pequeño carguero de nombre Mogador embestía entre la niebla el costado del Río Miera, de 54 metros de eslora y 744 toneladas, que se hundió rápidamente a unas cuatro millas de 4 millas de Cabo Mayor, al oeste de la bahía de Santander.

El carguero, construido en 1920 y dedicado al transporte de materiales como carbón de Asturias y sal de Cádiz, quedó sumergido a 42 metros de profundidad, donde hoy es uno de los principales destinos de la costa cántabra para aficionados al buceo.

Con la popa semienterrada en la arena (no se ven sus hélices), el barco permite a buceadores experimentados entrar con seguridad en su estructura y recorrer las bodegas. Destaca la imponente proa con sus dos anclas en posición de navegación, así como la vida marina que alberga, especialmente langostas, congrios y bogavantes.

Boreas, Girona

En la Costa Brava, ubicado frente a la localidad de Palamós, un buque de 40 metros de eslora sumergido a 32 metros de profundidad se ha convertido en uno de los destinos estrella para los buceadores.

El Boreas es el pecio más famoso de la Costa Brava. Foto: Turismo de Palamós.

El barco, en su origen un remolcador de altura alemán de nombre Pellworn, vivió una azarosa vida que le llevó a participar en la Segunda Guerra Mundial, formar parte de la Marina de los Estados Unidos, servir para la prospección de petróleo bajo bandera panameña e, incluso, para el contrabando de estupefacientes.

Capturado en 1985 por la Policía de Aduanas española frente a las costas de Begur con un cargamento de hachís, el barco languidecía atracado en el puerto de Palamós hasta que fue comprado, en 1988, por dos clubes de buceo de la ciudad que lograron los permisos necesarios para hundirlo y así formar un arrecife artificial.

Hoy completamente colonizado por algas, corales y esponjas, es refugio de todo tipo de peces y crustáceos y una experiencia ideal para vivir aventuras submarinas.

La Dragonera, Tarragona

También hundido con fines recreativos, el pecio de La Dragonera es el más famoso de Tarragona y su Parque Subacuático de Tarragona, una auténtica reserva natural donde conviven más de 250 especies y diversos pecios.

La Dragonera es un carguero de 65 metros de eslora, que descansa desde 1994 sobre un fondo de arena, a una profundidad de entre 14 y 24 metros. El pecio está partido en varios puntos, por los que buceadores expertos pueden acceder a su interior, pero también es apto para los menos experimentados gracias a los diferentes recorridos.

La Dragonera no es el único barco hundido frente a las costas de Tarragona: lo acompañan el Golf de Lleó, el Kuark, el Cuadrat, el Hermanos Aguado, el Sebastián y Lola, el Rojo, el Rojo II y el Lili, entre otros, y juntos conforman un biotopo artificial dirigido a promocionar el turismo subacuático.

a.
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