La Ruta del Ron, la fantástica aventura transoceánica entre Bretaña y el Caribe

Los barcos más grandes y potentes del mundo se ponen a prueba en una regata en la que casi 140 lobos de mar atraviesan el Atlántico recorriendo en solitario más de 6.500 km

El 6 de noviembre arranca una nueva edición de la Ruta del Ron. Foto: Alexis Courcoux.

De Saint Malo, en Bretaña, a Pointe-à-Pitre en Guadalupe, en las Antillas francesas: 3.542 millas (6.562 kilómetros) en solitario, sin escalas ni asistencia. Es la fantástica aventura que propone La Ruta del Ron – Destino Guadalupe, la extraordinaria regata que congrega potentes barcos y avezados navegantes y que solo se celebra una vez cada cuatro años. El 6 de noviembre de 2022 vuelve a su cita con la leyenda.

Creada en 1978 por Michel Etevenon y consolidada como prueba reina de las regatas transatlánticas en solitario, la 12ª edición de la Ruta del Ron cumple 44 años con la participación récord de 138 barcos en seis categorías.

Qué es la Ruta del Ron

La leyenda en torno a esta regata, conocida también como la Ruta de los Alisios, echó a andar ya en su primera edición, cuando tras 23 días de carrera, Mike Birch, una de las leyendas de la vela oceánica, se impuso con su pequeño trimarán al gran monocasco azul de Michel Malinovsky por solo 98 segundos.

El puerto bretón de Saint Malo es el origen de la regata. Foto: Teddy Verneuil.

En aquella primera edición de 1978 también participaría, con solo 21 años, Florence Arthaud, la primera mujer en clasificarse. Llegó undécima tras pasar 27 días en el mar.

Aunque ella lo consiguió (lograría después la victoria absoluta en 1990), no todos los 38 participantes lo lograron. No lo hizo Alain Colas, atrapado con su barco Manureva en el centro de un tifón. Ni él ni la embarcación fueron nunca encontradas.

Desde entonces, decenas de mujeres y hombres han construido la mítica historia de esta regata a base de relatos sobre el mar, proezas deportivas o contundentes victorias. El récord de travesía lo ostenta Francis Joyon, último ganador de la edición de 2018, quien consiguió cubrir el recorrido en tan solo 7 días 14 horas 21 minutos y 47 segundos en el mar.

Este año la regata contará con 138 embarcaciones. Foto: Alexis Courcoux.

Otra curiosidad: solo un español ha logrado subirse a lo más alto del podio. Fue el regatista catalán Alex Pella, que logró alzarse con la victoria en la categoría Class40 en 2014.

Una fiesta sobre el mar

De enorme repercusión en Francia, se estima que más de 20.000 personas a bordo de sus propios barcos salen a navegar para ver la salida en la ciudad de Saint Malo. Hasta 250.000 lo siguen desde tierra y, a nivel mediático, la cobertura se sitúa a la altura de los eventos deportivos de mayor alcance.

La ciudad corsaria se transforma en una fiesta mientras los marineros se preparan para asaltar el océano. Libre de turistas, entre calles delicadamente iluminadas, fortificaciones frente al mar y potentes mareas, la salida de la regata a primeros de noviembre es una fantástica excusa para descubrir Saint Malo, sus vistas y sus rincones míticos como Le café d’en bas de la rue du bout de la ville d’en face le port, una taberna con solera fundada en 1820 en la que uno espera ver entrar a un viejo marinero con su pipa y su gorra

La ciudad de Saint Malo se vuelca con la salida de la regata.

En el otro extremo del mundo, Pointe-à-Pitre contienen la respiración esperando a los hombres y mujeres tras cumplir la gesta de cruzar el Atlántico.

En la isla de Grande Terre de las Islas Guadalupe, Pointe-à-Pitre fue fundada a mediadas del siglo XVIII en las orillas pantanosas de una bahía cerrada por arrecifes de coral que hoy ofrece un rico patrimonio histórico, además de un excepcional fondeadero al que arriban las embarcaciones de la Ruta del Ron, con el espectacular museo de historia Memorial ACTe sobre los pueblos indígenas del Caribe como escenario en el que se acogen como héroes a todos los participantes de la regata.

Saint Malo se vive al ritmo de las mareas. Foto: Thibault Poriel.

La gesta de cruzar el Atlántico en solitario

Los navegantes, franceses pero también procedentes del Reino Unido, Suiza, Italia, Australia, China, Estados Unidos, Japón, Croacia o Bélgica son profesionales pero también amateurs que compiten con las mismas reglas.

En la prueba también se mezclan monocascos y multicascos sin distinciones de clases ni esloras, con el único requisito de medir un mínimo de 39 pies (12 metros).

Entre las categorías destacan los participantes en los ULTIM 32/23, los gigantes de los mares, multicascos de más de 32 metros de eslora que, incluso con un solo marinero, pueden recorrer más de 800 millas en 24 horas. En esta edición son 8 los inscritos.

Ambiente en la salida de la regata. Foto: Alexis Courcoux.

Profesionales y aficionados participan en las clases IMOCA (monocascos), con 37 inscritos, la OCEAN FIFTY (antiguo Multi50) con 8 inscritos y los Class40, con 55 inscritos, que se completan con dos más, los RHUM Multi y los RHUM Mono (multicascos de menos de menos de 19,50 metros de eslora y monocascos de 11,88 metros), exclusivamente para amateurs.

Algunos de los barcos participantes en estas dos categorías provienen incluso de aquella primera edición de 1978 y forman parte de la historia de la Ruta del Ron, llevando en sí la esencia misma de esta regata transatlántica de la libertad, tal y como Michel Etevenon la imaginó en sus orígenes.

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