»Tuve que vender mi casa por culpa de la CCC» 

Dos ex propietarios de centros de formación explican que tuvieron que cerrar porque la Confederació de Comerç les debía 150.000 euros y no podían pagar las facturas

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Lo perdió todo. Isabel Peña tenía dos centros de formación en Barcelona, junto con su socio Manuel Valero, pero los cerraron hace ya cinco años. La deuda que acumulaba la Confederació de Comerç de Catalunya (CCC) con ellos, de 150.000 euros, les dejó sin aire para continuar abiertos, y bajaron las persianas. Ahora reclaman el dinero, pero mientras tanto han tenido que hacer malabares para pagar sus propias deudas y tirar para adelante.  

«Cerramos en gran parte por la deuda de la CCC. Tuve que vender mi piso para pagar las deudas», explica Isabel Peña. Después de cerrar, en 2011, encontró algún trabajo pero temporal. Ahora está en paro y cobra la ayuda de 400 euros, según explica a Economía Digital.  

Su socio no terminó mucho mejor. Para devolver las deudas, Valero tuvo que pedir préstamos personales. Ahora está jubilado y con la pensión tiene que hacer frente a la devolución de dichos créditos. La empresa prácticamente ha saldado todas sus deudas.

    

De 400 cursos al año a 12  

Peña y Valero emprendieron este proyecto en 1997. Abrieron dos centros en Barcelona y otro en el Vallès. Éste último cerró antes, mientras los dos de la capital catalana aguantaron hasta 2011. «Teníamos tres centros y hacíamos muchísima formación: llegamos a tener 400 cursos. El último año hicimos doce», narra Isabel Peña, sobre la decadencia de la formación.    

Esta decadencia tuvo como detonante la crisis. El dinero para formación cayó y las escuelas empezaron a resentirse. Además, las organizaciones empresariales, como la CCC, y sindicales, no querían perder dinero: «Nos apretaban cada vez más y más: nos daban menos cursos y más baratos», lamenta Manuel Valero.  

«Todos querían chupar del bote»  

Pero ese no era el único problema. Valero lo tiene claro: «El problema es que todos querían chupar del bote: la Confederació de Comerç de Catalunya, la Confederación Española de Comercio, etc., y al final lo que nos llegaba era poco». Además, el 80% de su trabajo era para la CCC, con lo que dependían mucho de esta organización.  

En 2011, después de un año en números rojos y sin noticias de los 150.000 euros que la Confederació les debía, decidieron bajar la persiana. «Estuvimos un año perdiendo dinero. Todo lo que entraba era para pagar deudas, a los profesores, los locales y la luz», explican.  

¿Cómo llegó la CCC a acumular una deuda de 150.000 euros con un solo proveedor? Con unos fondos de garantía que llegaron a porcentajes increíbles. «Al principio nos llegaron a retener el 50%, porque los cursos llegaban desde Madrid, pero en los últimos años se bajó al 10%».  

Los depósitos de garantía

Los fondos de garantía eran un depósito que la CCC exigía a los centros que quisieran trabajar con ellos. Tras el pago del curso, la escuela tenía que devolver una parte del curso, en un porcentaje de como mínimo el 5%, como garantía por si, en la fase de auditoría del curso, se detectaban irregularidades. En este concepto, la CCC retiene 1,3 millones a todos los centros de formación.  
 
De entrada, los fondos de garantía son una práctica poco habitual. Los centros de Peña y Valero trabajaron para los grandes sindicatos, así como para la patronal metalúrgica catalana, y en ningún caso les exigieron un porcentaje como garantía. Otros centros sí que se habían encontrado esta práctica, pero en casos contados.

En la Confederació, bajo el mando del ex secretario general, Miquel Àngel Fraile, era una norma. Pero el problema fue que no se devolvió. Se debe dinero de cursos hechos en 2004 y, cuando las escuelas lo reclamaban, Fraile y Rosa Maria Serrano, ex directora de Formación de la CCC y esposa de Fraile, les respondían que no estaba cerrado el expediente de los cursos, algo que algunos centros comprobaron que era falso tras consultar con la Fundación Tripartita y el Consorci per a la Formació Contínua catalán.  

Los centros protestan a Eritja    

Con más o menos afectación, más de 60 centros de formación están damnificados por este problema con la patronal de los comerciantes catalanes. Unos veinte se han concentrado este lunes ante la sede de Foment del Treball, donde están las oficinas de la CCC, para protestar por esta situación.  

La protesta no era casual. Este lunes se reunía la junta directiva de la Confederació para decidir los próximos pasos a seguir para resolver su crisis. La cúpula, encabezada por la presidenta y secretaria general, Maria Rosa Eritja, quiere salvar a la patronal, que se encuentra en preconcurso de acreedores, y trabaja en un plan de viabilidad.

Sobre el problema de los centros de formación, no ha sido capaz de darles respuesta. Cuatro representantes de los cursos se han reunido con Eritja, que no ha sabido responder ni si les podrán pagar ni dónde está el dinero. Teóricamente, estaba reservado en unas cuentas, pero el silencio de Eritja hace pensar a los centros que el dinero o no está, o está retenido.

Ambas partes se han emplazado a una reunión la semana que viene, en la que, con el plan de viabilidad en la mano, la CCC se ha comprometido a responder. Mientras tanto, los centros no dejan aquí las movilizaciones que acaban de arrancar y quieren tener reuniones con la consejera de Treball y con varios grupos parlamentarios en los próximos días. 

Xavier Alegret

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