Fainé mira fuera de España para expandir Gas Natural

Las renovables se presentan como uno de los grandes desafíos del conglomerado energético, que también buscará limar asperezas con el entramado institucional español

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Gas Natural pone la quinta marcha. El cambio en la cúpula ejecutiva de la empresa anuncia un salto cualitativo: su transformación en un conglomerado energético internacional, desplegado en el aprovisionamiento y distribución de gas natural y la generación y comercialización de electricidad.

Y hay una cuarta apuesta llamada a modificar el balance de la energía primaria en España: las renovables, un mercado que entra en su etapa de madurez, lejos de las primas y de las muletas estatales que acabaron frenando su ascenso. Isidro Fainé, ex presidente de Caixabank y primer ejecutivo de la sociedad matriz del Grupo Caixa, asume la presidencia de Gas Natural Fenosa, la joya de la corona del grupo industrial gestionado desde el holding CriteriaCaixa.

La nueva etapa de Gas Natural

Gas Natural entra en una etapa de relanzamiento sobre el bastión accionarial de tres socios institucionales: La Caixa (a través de Criteria), con un 24,4% del capital; Repsol (20%) y el fondo de inversión norteamericano Global Infraestructure Partners (GIP), con otro 20%.

GIP entra en Gas Natural con vocación de permanencia a largo plazo. La compañía gasista ha abordado ya una serie de cambios en su consejo de administración empezando por el nombramiento de Fainé y la salida del expresidente Salvador Gabarró.

En el puesto de consejero delegado de Gas Natural se mantiene Rafael Vilaseca, un cargo que pierde su carácter dominical y que antes nombraba Repsol. La petrolera verá reducidos sus representantes de cuatro a tres, entre ellos una vicepresidencia no ejecutiva, que ocupará Josu Jon Imaz, en sustitución de Antoni Brufau.

Por su parte, GIP, el nuevo gran accionista de Gas Natural, tendrá tres consejeros: William A. Woodburn, que será vicepresidente no ejecutivo, Rajaram Rao y Mario Armero, conocido en España por ser el actual vicepresidente de la patronal automovilística Anfac y haber estado a cargo de la filial ibérica de General Electric.

Rosell nunca fue una opción

Las modificaciones en el consejo de Gas Natural han supuesto la salida de Juan Rosell, presidente de CEOE, que en la actualidad desempeña una vocalía en el consejo de Caixabank. Sorprendentemente, al conocerse el acuerdo entre La Caixa, GIP y Repsol para recomponer el accionariado de Gas Natural, empezaron los rumores sobre una supuesta presidencia de Juan Rosell en la gasista. Alguien estaba forzando y alentando esa idea, aunque en realidad eso nunca había estado sobre ninguna mesa de las plantas superiores de las Torres de la Diagonal.

Fainé ha ayudado y apoyado desde siempre a Rosell, y le ha propuesto y defendido en consejos y foros empresariales, pero el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa «ni conocía ni compartía esa aspiración». Aunque Rosell está muy vinculado al Grupo Caixa -fue aupado por Fainé a los consejos de Colonial y de Agbar- su salida de Gas Natural ha desencadenado especulaciones sobre el disgusto del presidente patronal.

En compensación y como consejero de Caixabank, Rosell ocupa un puesto en el órgano mercantil de VidaCaixa, ya que la actividad aseguradora corresponde a la parte financiera del negocio.

Los próximos objetivos de la energética

La nueva Gas Natural tiene por delante dos objetivos inmediatos: limar asperezas con el entramado institucional español y abordar un nuevo salto internacional. En ambas facetas, la presencia de Fainé, chairman sin presencia en la gestión del día a día, será especialmente relevante.

Gas Natural, la estrella ascendente del mercado eléctrico español que rompió el duopolio Endesa-Iberdrola, ha sido percibida en los últimos años como un competidor dinámico y disruptivo, capaz de modificar la correlación de fuerzas en una tradición oligopolística.

Fainé afilará ahora el perfil dialogante de la compañía y complementará la pureza ejecutiva del director ejecutivo Rafael Vilaseca, más dado al rigor que al diálogo. No conviene olvidar que Gas Natural (antes de adquirir Fenosa) intentó una fusión con Endesa, bajo la batuta de Antoni Brufau, desde Repsol-Caixa. Aquella operación frustrada fue diseñada a la perfección, pero no contó con el elemento pacificador de las negociaciones ex ante, que han caracterizado a la larga trayectoria de la corporación industrial de La Caixa.

Un capítulo con más diálogo

Gas Natural quiere recuperar el tono dialogante que marco su trayectoria en la etapa de Pere Duran Farell. Especialmente ahora en un momento en que la delicada vertebración Cataluña-España incide negativamente en la toma de decisiones de las instancias gubernamentales y de los organismos reguladores. Para esta compleja tarea, Fainé podrá contar con Jaume Giró, director general de la Fundación Bancaria y discípulo aventajado de Duran Farell.

La difícil formación de precios en el sector energético, las mochilas del pasado (como el déficit tarifario) y los divorcios territoriales precisan un enjuague con guante de seda. Es preferible ser intuido que ser observado como mero contrincante. Frente a las arbitrariedades de la política, el contrapoder, el «soberano negativo» (en el sentido de Bryan Caplan) no está en condiciones de sustituir a un poder constructivo

Las alianzas con Suez

En términos estratégicos, el horizonte de Gas Natural cuenta hoy con el beneficio que pueden reportarle las alianzas entre La Caixa y el grupo francés Suez. Como ya ha hecho en CaixaBank con acuerdos con el Bank of East Asua (BEA) o el Inbursa de Carlos Slim en México, Fainé cree más en acuerdos con sólidos socios locales con quienes tejer alianzas estratégicas que en inciertas compras corporativas. Y en esta línea, una alianza estratégica con Suez, operador global de gas, agua y electricidad, podría ser un magnífico trampolín para el crecimiento internacional.

La historia reciente de la gran multinacional gala arrancó en 2006, cuando el entonces primer ministro francés, Dominique de Villepin, propició la fusión entre Suez y Gaz de France con el objetivo de crear la mayor empresa del mundo de gas natural licuado (GNL). 

Villepin tuvo que superar las trabas administrativas del modelo francés y la oposición de Nicolás Sarkozy, que optaba por la venta a la italiana Enel, en una operación similar a la que propició José María Aznar con Endesa en España. Una pinza entre el proteccionismo gaullista y el estatalismo de la izquierda estuvo a punto de abortar aquella fusión. Pero finalmente Villepín consiguió unir Gaz de France con Suez. Matignon le ganó la batalla al Eliseo; el primer ministro pudo más que el presidente, en aquella extraña cohabitación entre el centro y la derecha.

El fruto de una gran fusión como Suez y el impulso de una compañía que no ceja en su empeño por crecer, como Gas Natural, circunscriben hoy promesas de futuro, aunque solo se trate de apuestas todavía por definir.

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