Las horas amargas de la patronal catalana del metal

La UPM resuelve esta semana el bloqueo de su dirección y debate si rehabilita o no la figura del ex presidente Antoni Marsal

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El comité ejecutivo de la Unión Patronal Metalúrgica (UPM) recibirá esta semana un informe de auditoría sobre las cuentas de la institución. Esa documentación fue solicitada por los integrantes de ese órgano de gobierno después de que 12 trabajadores de la entidad denunciaran a principios de mayo que su presidente, Antoni Marsal, estaba percibiendo retribuciones en contra de lo que establecen los estatutos, que establecen el cargo como no retribuido.

El escándalo fue mayúsculo en las entrañas de la organización, pero también entre el mundo patronal catalán. De hecho, tanto la catalana Foment del Treball como la española CEOE encendieron la alerta. Marsal es un histórico patrono, que ocupa la vicepresidencia de la Comisión de Relaciones Laborales de CEOE, y las acusaciones eran de una gravedad que extendía la sombra de la sospecha sobre la gestión de fondos públicos de casi todas las asociaciones empresariales.

Marsal puso su cargo a disposición del comité ejecutivo mientras se investigaban las cuentas de la UPM. Lo asumió de forma temporal el vicepresidente primero, Joaquim Boixareu. Acusado por los trabajadores, Marsal ha reconocido ante miembros de la directiva que efectivamente cobró. Para él, es un problema formal, puesto que tenía una dedicación exclusiva a la asociación. Para una buena parte de sus colaboradores, la interpretación no puede ser sólo esa: hay una vulneración, de fondo, de los principios de la UPM.

Presión de Foment

Con independencia del resultado final de la auditoría, Foment del Treball adoptó medidas inmediatas. La primera fue pedir explicaciones sobre lo acontecido. Cuando el juez del caso Palma Arena imputó a Boixareu por su presunta implicación en el también denominado caso Urdangarín, el presidente de la patronal, Joaquim Gay de Montellà, anunció por carta al comité ejecutivo de la UPM que su representación en la gran patronal catalana la ejercería Manuel Rosillo, vicepresidente segundo de la metalúrgica y dirigente patronal del Baix Llobregat. Es decir, ni Marsal ni Boixareu, toda una declaración de intenciones.

En el fondo de este asunto también subyace el papel de oposición a Juan Rosell que la UPM desarrolló en las últimas elecciones a Foment y el divorcio que se produjo entre dos ramas del empresariado catalán, la que respaldaba al actual presidente de la CEOE y quienes fiaron sus apoyos a Boixareu, entonces candidato alternativo junto a Marsal, Carles Sumarroca, Antoni Zabalza y Bernardo Gómez, entre otros.

Algunos integrantes del lobby metalúrgico han señalado a Economía Digital que Marsal, seguro de no haber cometido más que un desliz, puede maniobrar para continuar en el cargo. Una posibilidad que para los empresarios más críticos con la actuación del expresidentes resultaría intolerable: “¿Qué lectura tendría eso ante la opinión pública en estos momentos?”.

¿Rehabilitado en el cargo?

Una opción que cobra fuerza en las últimas horas es que a Marsal se le dé una “salida digna”, que no oscurezca del todo su dilatada trayectoria patronal. “Se está estudiando rehabilitarlo en el cargo por parte del comité ejecutivo y que él, acto seguido, dimita”, explica bajo condición de anonimato un miembro de la actual y provisional dirección. En ningún caso se vislumbra la posibilidad de su continuidad. “Si él sigue, sería muy amargo para todos –prosigue otro empresario–. Para ser consecuentes, si se respalda a Marsal habría que despedir a los 12 empleados que le han denunciado”.

La sucesión es un asunto complejo, puesto que Boixareu ha sido recientemente imputado por la justicia. Además, el propietario de Irestal ya había anunciado entre su círculo que no estaba dispuesto a asumir el cargo antes incluso de su tropiezo con los tribunales. Otro empresario autodestacartado es Antoni Abad, actual presidente de la Cecot, que sólo asumiría alguna responsabilidad si el bloqueo fuera absoluto.

Rosillo, el mejor situado

El nombre de Rosillo, vicepresidente segundo de la UPM, es el que cobra más fuerza para garantizar la continuidad de la asociación metalúrgica. Pero la suya no es la única opción, ya que no convence a una parte de los industriales, que no ven del todo correcto que la renovación sitúe al frente del metal a un empresario de pyme que también está dedicado a la docencia. En esta línea de opinión se aboga por perfiles más propios de las empresas puras del metal y uno de los nombres que se baraja es el de Josep Morell.

Está por ver, explican en el entorno patronal, si en cualquier caso la renovación se llevará a cabo agotando el mandato actual o convocando unas elecciones para que el sector vuelva a pronunciarse sobre quién debe remontar el pálpito de una organización que vive unas horas tan bajas como amargas.

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