Pescanova reconoce que no sabe nada del dinero nuevo

La compañía tarda casi cinco meses en responder a la CNMV sobre el incremento patrimonial necesario para sacar adelante el plan de viabilidad

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Casi cinco meses ha tardado Pescanova en responder a un requerimiento del regulador bursátil español, la CNMV, en el marco de la intención de la empresa gallega de volver a cotizar en bolsa. Y lo ha hecho para decir, otra vez, que no sabe nada de nada en relación al incremento patrimonial necesario para sacar adelante el plan de viabilidad. «La sociedad todavía no está en condiciones de poder aportar toda la información acerca  del plan estratégico de Nueva Pescanova requerida por la CNMV, que incluiría el eventual proyecto de refuerzo patrimonial, por no disponer todavía de esa información. Una vez se disponga, se completará la respuesta al requerimiento», apunta Pescanova en su tardía respuesta.

La demora es lo habitual en este diálogo entre Pescanova y la CNMV. Es la tercera vez que la pesquera responde al regulador en el mismo sentido. En el último consejo tampoco se abordó este tema y no existe una fecha fijada para someter a votación el eventual refuerzo patrimonial, ni por el propio consejo ni por la asamblea. La solicitud del levantamiento para volver a cotizar fue presentada por Pescanova hace más de un año, en octubre de 2015, cuando se puso fin al concurso de acreedores iniciado en 2013 –tras reconocerse un agujero de casi 1.700 millones de euros– con la refundación de la sociedad en Nueva Pescanova.

La nueva compañía, que quedaba en un 80% en manos de los bancos acreedores (el Sabadell, el Popular, Abanca, Bankia, Caixabank, UBI y BBVA) y el restante 20% en poder de los casi 9.000 antiguos accionistas, los que reclaman a la CNMV que permita la vuelta al parqué, como una vía para recuperar parte de lo invertido. Entre los interesados en el retorno inmediato a la cotización de la pesquera se encuentran los 200 que forman parte de Accionistas Minoritarios Afectados por Pescanova (AMAP). Una asociación, no registrada oficialmente, que preside Carlos Sanz y desde la que se aferran como un clavo ardiendo a que Pescanova vuelva a cotizar porque, se quejan, de haberse quedado sin nada.

Diálogo de sordos

En esta tira y afloja, la CNMV no se atreve a permitir cotizar a la multinacional gallega, ante la posible futura ampliación de capital de Nueva Pescanova. Una ampliación que reduciría a mínimos el actual 20% del control que tiene la antigua Pescanova sobre la nueva. Y, de momento, de la nueva ampliación nada se sabe, como vuelven a recordar en el hecho relevante que acaban de remitir al regulador. Aunque Nueva Pescanova –presidida por Jacobo González-Robatto, y con Ignacio González como consejero delegado– abogaba en octubre –al presentar el plan estratégico– por llevar a cabo esa ampliación de manera inmediata, esta no se ha producido.

Según los responsables de Nueva Pescanova, esta ampliación se hace necesaria para atajar los actuales 1.200 millones de euros de deuda que acumula la empresa. Un extremo que los antiguos dueños no niegan, pero sí que sea perentoria la ampliación, ya que el repago es a largo plazo. Por eso, entienden que es posible reforzar los fondos propios, sin canje de deuda en capital,  mediante conversión total o parcial en crédito participativo de alguno de los tramos de deuda. Según las cuentas de los accionistas de la vieja Pescanova, el 25% de esa deuda corresponde con el crédito firmado en diciembre de 2015 por el hoy presidente, entonces administrador único.

Nuevos datos sobre la contabilidad de Pescanova

De los restantes 900 millones, 400 no vencen hasta 2024 y tiene un interés del 3% anual, y otros 300 millones en 2029, con un 1% de interés a pagar en función de la disponibilidad de Nueva Pescanova, o alternativamente se acumula al principal del crédito. El nuevo plan estratégico, con el horizonte del 2020, pretende aumentar el volumen de negocio un 50%, hasta alcanzar los 1.500 millones de euros, y mejorar el ebitda, de 35 a 139 millones de euros. Objetivos que requerirían de una inversión de 125 millones de euros, de los que casi la mitad servirían para renovar la flota y construir un nuevo centro I D I de Acuicultura en el municipio de O Grove.

Desde el punto de vista contable, Pescanova terminó el tercer trimestre de su año fiscal (junio-agosto 2016) con un resultado neto de cero euros, frente a las pérdidas de 3,9 millones del mismo periodo de un año antes, de acuerdo con la información sobre sus cuentas enviada a la CNMV. Comparativa insignificante porque, entonces, la empresa mantenía una actividad comercial, que ahora no tiene. Siendo una simple sociedad improductiva, cuyos únicos activos son una participación en Nueva Pescanova del 20% valorada en cinco millones de euros y una cuenta a cobrar de Nueva Pescanova por 45 millones.

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