Cada vez menos bancos, de 62 a 10: así ha cambiado el mapa bancario

La fusión de Caixabank y Bankia dejará el mapa bancario español en 10 entidades tras la desaparición de 50 en 12 años, lo que afecta también a los clientes

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La fusión entre Caixabank y Bankia culmina una época de cambios continuos en el panorama bancario español. La crisis financiera de 2008 desató una oleada de fusiones y absorciones que redujeron al mínimo el número de entidades. En la última una década, España ha pasado de tener más de 60 bancos y cajas a concentrar todo el mercado en apenas diez manos. 

Durante este periodo, los grandes bancos del país se han ido repartiendo la tarta con un sinfín de subastas públicas. Gracias a sus pujas, han logrado hacerse con el control de la mayor parte de las antiguas cajas de ahorros, que arrastraban unas pérdidas millonarias. El lugar donde los españoles habían confiado su dinero ha cambiado de nombre y de propietario.

El primer banco español es fruto de 21 cajas regionales

Para comprender el ascenso del que será el banco más potente de España, es necesario saber que se sustenta en los activos de más de una veintena de cajas regionales. Caixabank y Bankia nacieron en plena crisis económica, como una respuesta para agrupar a algunas de las entidades más afectadas por el golpe financiero. 

Bankia vio la luz en diciembre de 2010 como resultado de la creación del Banco Financiero y de Ahorro (BFA) que reunió siete cajas de ahorros. Caja Madrid, Bancaja, Canarias, Ávila, Laietana, Segovia y Rioja dieron forma al nuevo ente.

La nueva aventura estuvo marcada por su polémica salida a bolsa, que ha terminado en los tribunales. Más de 360.000 inversores se vieron seducidos por el nuevo banco, mientras Rodrigo Rato dejó una icónica imagen para el recuerdo, sacudiendo la campana.  

Después de ser nacionalizado por el Estado, el nuevo banco madrileño fue recuperando peso en el mercado e incluso llegó a absorber al Banco Mare Nostrum, también participado por el Estado y fruto de varias fusiones de cajas. Un movimiento que le catapultó hasta el cuarto puesto de la lista bancaria del país.

Bankia es el fruto de dos grandes fusiones que suman siete cajas en un inicio más BMN

Caixabank nació de una forma distinta. Bajo la presión del BCE, que no quería ni ver a las cajas por el control político que sufrían muchas de ellas, La Caixa se convirtió en una fundación bajo la que colgaba Criteria, su holding de participadas. Una de ellas, la más importante, fue Caixabank, que heredaba el negocio financiero de La Caixa. 

Tras ese cambio en el primer grupo empresarial e industrial de Cataluña, la entidad se unió a la carrera por adquirir nuevas entidades que se inició con la compra de Caixa Girona y, posteriormente, de Banca Cívica, que ya aglutinaba a las cajas de Navarra, Canarias, Burgos y Cajasol.

En los años siguientes, cerró otras dos importantes operaciones. Primero compró en 2012 el Banco Valencia que había sido intervenido por las grandes pérdidas que tenía. Dos años después, adquirió el negocio en España de Barclays Bank por 800 millones de euros. El movimiento le permitió ganar cerca de medio millón de clientes nuevos. 

El Banco Santander, resultado de una decena de entidades

Una de las últimas adquisiciones del panorama bancario la realizó el Banco Santander en 2017, cuando absorbió el Banco Popular, que tuvo que poner a cero el valor de sus acciones para buscar un comprador. La empresa de la familia Botín se comprometió a ampliar su capital en 7.000 millones de euros para hacer frente a los problemas de liquidez de su nuevo socio.

La operación concluyó una vorágine de fusiones previas. Antes de la compra, el Banco Popular ya había jugado un papel protagonista con la adquisición de marcas regionales. El Banco de Andalucía, el de Castilla, el de Galicia, el de Vasconia, Pastor o el Crédito Balear fueron algunas de las entidades que pasaron a su titularidad.

Para entonces, el Santander ya había integrado también a otra de las marcas estrella del panorama español: Banesto. Emilio Botín ofreció en 2012 un canje a los accionistas minoritarios para hacerse con el 100% del poder del ente y fusionar definitivamente las dos marcas, que iban de la mano desde la década de los 90.

BBVA aumentó su presencia en Cataluña con las absorciones

BBVA, cuyas siglas ya denotan su pasión por concentrar entidades, aprovechó la crisis financiera para ampliar su radio de influencia en Cataluña. Entre 2012 y 2015 cerró las compras de dos de los principales bancos de la comunidad con el objetivo mejorar su competitividad en la región.

En 2012 se hizo con el 100% de Unnim Bank, que había tenido que ser nacionalizada y subastada por el Estado. Por el precio simbólico de un euro, tomó control de lo que antes habían sido las caixas de Sabadell, Terrassa y Manlleu. 

Tres años más tarde, repitió modus operandi y logró la compra de 98,4% del capital de Catalunya Banc en un movimiento que superó los 1.165 millones de euros. Así, logró poder sobre una entidad que en el pasado estuvo formada por los activos de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa.

Todos los grandes bancos han realizado fusiones

No solo los líderes del sector bancario han protagonizado fusiones en la última década. El resto de las entidades también han buscado unirse para ser más competitivas. El Banc Sabadell, por ejemplo, absorbió en 2013 al Banco Gallego, que amenazaba con la quiebra. El grupo catalán logró la compra también por un solo euro, una práctica habitual en este tipo de rescates. 

La última absorción la protagonizó Bankinter que tomó el año pasado el poder de Evo Bank con el objetivo de acceder a un perfil más joven de clientes y expandirse en la banca digital. Gracias al movimiento, ganaron 452.000 clientes e incorporaron préstamos por valor de 745 millones de euros.

Todos los bancos que lideran el panorama español han ido creciendo con las fusiones. Unicaja, Liberbank, Kutkabank, Ibercaja o Abanca son algunos de los que han colonizado las regiones españolas mediante la adquisición de las antiguas cajas de ahorros.

¿Cómo afectan los cambios a los clientes bancarios?

Los clientes bancarios han vivido ajenos a todos estos movimientos del sector, a pesar de que eran sus ahorros los que estaban en juego. Sin embargo, en algunas ocasiones las fusiones han venido acompañadas de otras operaciones que les han forzado a denunciar en los tribunales. La imposición de preferentes, las cláusulas suelo o las irregularidades en la venta de acciones de Bankia han sido algunas de sus principales reclamaciones en la última década.

La presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), Patricia Suárez, ha señalado como uno de los grandes problemas de la concentración bancaria la falta de transparencia en la elaboración del IRPH, uno de los índices que condicionan el precio de las hipotecas.“No hay suficientes entidades para dar esa información”, ha subrayado.

Para Suárez, las continuas absorciones de los bancos han conducido a un mercado en el que el cliente tiene muchas más dificultades para disponer de una “oferta real” a la hora de escoger su préstamos hipotecario. “Vamos directos casi al oligopolio”, ha lamentado.

Asociaciones de clientes de banca aseguran que «vamos directos casi al oligopolio»

Desde que se comunican los cambios provocados por una fusión, el usuario tiene apenas dos meses de tiempo para negarse a aceptarlos. “Si no estás de acuerdo, lo único que puedes hacer es coger las maletas e ir a otro banco”, ha sentenciado la presidenta de Asufin.

Esta situación, ha llevado a miles de hogares a recurrir en la última década a servicios jurídicos como el del bufete Arriaga Asociados. “La concentración bancaria siempre significa una disminución de competencia y por tanto los productos bancarios pueden encarecerse”, ha subrayado Jesús María Arriaga, socio directivo de la marca. 

Ahora, confía en que la historia no se repita con la fusión de Caixabank y Bankia. “La fusión llevará aparejada la reducción de empleos, pero no debe tener ningún efecto para los contratos de clientes con ambas entidades que no pueden ser modificados”, ha defendido.

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