Ana Botín advierte: «Habrá efectos de segunda ronda por la guerra»

La presidenta del Santander cree que es el momento de "reducir la dependencia" de Rusia por los efectos indirectos que está generando la guerra en nuestra economía

Ana Botin, presidenta de Banco Santander. EFE

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El Banco Santander tiene una mínima exposición al conflicto entre Rusia-Ucrania y limita el riesgo a 80 millones de euros. Pero advierte, lo peor serán los «efectos de segunda ronda», en concreto, una mayor inflación, un menor crecimiento económico y un fuerte aumento de los precios de la energía, según expresaba este viernes la presidenta del grupo, Ana Botín, durante la junta de accionistas celebrada en Madrid.

«Estamos viendo la mejor cara de Europa», se ha dado una respuesta conjunta y por tanto, se ha pasado «de las palabras a los hechos», continuaba. El Santander también está cumpliendo con todas las restricciones impuestas desde Europa, Estados Unidos o Reino Unido hacia Rusia. Sin embargo, la presidenta cree que es el momento de «reducir la dependencia» tanto de Rusia como de Ucrania.

Y en este sentido explicaba que la guerra «ha puesto de manifiesto que debemos depender menos», no solo del gas ruso, también del aluminio, paladio o níquel, la escasez de este último afectará gravemente a la industria del automóvil, apuntaba. Pero además dependemos de muchas materias primas de Ucrania, como cereales y fertilizantes, y esto está incrementando los precios de algunos productos.

«No debemos minimizar los efectos indirectos», insistía Botín. Una inflación significativa significa menos crecimiento económico y requiere más protagonismo de las políticas fiscales para controlar los desequilibrios de la guerra. El escenario dependerá de la duración y las políticas que se aprueben para mitigar el impacto, aseguraba.  

El escenario base del Santander es de un crecimiento más bajo de lo previsto al inicio del año en Europa. El banco espera que el PIB crezca un 1% o 1,5% menos; en Estados Unidos el impacto será menor, un 0,25% menos, y en las economías latinoamericanas, neutral o ligeramente positivo.  

En Europa, la economía más afectada, «la política pública debe centrarse en el crecimiento sostenible y la competitividad», comentaba la número uno del Santander. «Es importante aprovechar al máximo los fondos europeos, promover inversión a través de un mercado de capitales unido y un sistema europeo integrado». Y en España, concretamente, cree que además de empresas y familias hay que generar confianza para impulsar la inversión privada.  

Botín entiende que el modelo de diversificación por el que el Santander lleva años apostando le permite ahora estar menos expuestos al riesgo. Así, aunque Europa lo pasará peor, la economía de EEUU se verá menos afectada e incluso, el negocio del automóvil «se puede beneficiar». Latinoamérica, por su parte, ha demostrado estar en mejor situación que en el pasado y esto reafirma su idea de que «la diversificación demostró ser una ventaja competitiva en la crisis de 2008, de 2011, la pandemia y ahora».

Las críticas sobre el dividendo y la acción centran la junta

En otro orden de cosas, el turno de preguntas de la junta ha estado marcado por el enfado y las críticas de algunos accionistas con el precio de la acción (muy debilitado desde la pandemia) y la política de dividendos del banco durante los últimos años.

En este sentido, la presidenta del Santander defendía que desde 2014 y hasta 2021, han repartido cerca de 22.000 millones en dividendos, y recordaba que el Banco Central Europeo recomendó a todos los bancos que no repartieran dividendo en 2019-2020, y pese a ello, remuneraron en 2019 con 10 céntimos, y en 2020 mediante entrega de acciones de nueva emisión.

A futuro, para los resultados de este 2022, la intención del banco es aplicar una remuneración del 40% del beneficio, entre recompra de acciones y efectivo. Y más allá, esperan subir por encima de este porcentaje.

En este sentido explicaba que 2021 ha sido el primer año donde el banco ha llevado a cabo una recompra de acciones y esto genera controversia porque el inversor institucional prefiere esta recompra y los minoritarios, efectivo. Así que en adelante han planteado un modelo mixto.

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