Las energéticas aceleran la compra de gas ante la posible ‘desconexión’ con Rusia

Enagás adjudica permisos para la llegada de cinco barcos más con gas en marzo mientras Ribera pide ayuda a Bruselas para bajar precios

El presidente de Enagás, Antonio Llardén. Imagen: EFE/Javier Liaño/aa

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El Gobierno y el empresariado español comparten la preocupación por la crisis energética de los últimos meses, agravada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pero no están actuando de igual forma. Mientras las empresas han acudido a la llamada y traerán más gas a España en marzo, Teresa Ribera sigue con sus ruegos a Bruselas para que abarate la energía, algo que ha caído algunos puestos en la lista de prioridades comunitaria, donde ahora manda el abastecimiento.

Enagás cerró con éxito este lunes la subasta de cinco slots extra para la llegada de barcos metaneros en marzo. Los slots son permisos de llegada de barcos, y estaba prevista la llegada de 29, pero finalmente serán 34. En febrero llegaron 27 metaneros, los barcos que traen en gas natural licuado (GNL) desde países como Argelia. 

El operador gasístico que preside Antoni Llardén decidió el jueves pasado incrementar la llegada de estas embarcaciones para que España se pueda proveer del máximo de gas posible para afrontar posibles desabastecimientos futuros tanto en territorio nacional como en Europa como consecuencia de la guerra de Ucrania. Y las empresas han respondido acudiendo a la subasta. 

El Gobierno y Enagás han asegurado que el abastecimiento de gas en España está asegurado pese al cierre del gasoducto de Magreb en octubre del año pasado, con las reservas en las plantas regasificadoras por encima del 80%, gracias al buen funcionamiento del otro gasoducto que trae gas a España, el de Medgaz, que además se está ampliando, y al incremento del número de buques que contratan las comercializadoras, como Naturgy e Iberdrola. 

En la imagen, una planta regasificadora de Sagunto, que almacena el gas en estado licuado (GNL). Foto: Enagás

España depende mayoritariamente del gas argelino y menos del 10% del que utiliza es ruso, por lo que puede estar relativamente tranquila. Pero su vecino del norte, Francia, trae el gas de Ucrania, mientras Alemania lo compra directamente a Rusia.  

Pese a que la empresa pública rusa Gazprom lo ha garantizado y la invasión no ha cortado los envíos desde Ucrania, existe un peligro real de que termine sucediendo bien como consecuencia de los enfrentamientos o como herramienta de presión, como posible respuesta rusa a los embargos por parte de la Unión Europea. 

España puede mandar gas a Francia si Rusia corta el grifo de Ucrania, pero los empresarios reclaman un nuevo y mayor gasoducto hispano-francés

Ante esa posibilidad, España e Italia suponen la gran alternativa, pues sus gasoductos no vienen de las frías tierras de Europa del Este sino de las cálidas del norte de África. El Gobierno español reivindico la semana pasada el papel estratégico del país como puerta de entrada del gas a Europa ante posibles problemas derivados de la invasión rusa de Ucrania. 

España y Francia cuentan con dos gasoductos que las conectan, uno por Euskadi y otro por Navarra, pero no tienen una alta capacidad: pueden transportar hasta 7 bcm, suficientes para abastecer a Francia dos meses. Pero Portugal, y empresarios como los de Foment, han pedido al Ejecutivo de Pedro Sánchez que potencie la construcción de otro, el de Midcat, que ya estuvo proyectado pero se desechó por el desinterés, sobre todo, de Francia. La capacidad de intercambio de gas podría incrementarse hasta los 17 bcm, según la patronal catalana. 

Actualmente, apenas se están usando los gasoductos existentes entre Francia y España. Ninguno de los dos países lo necesita. Pero si Ucrania corta el grifo, sí puede necesitarse. Otra cosa es que España cuente con suficientes reservas como para vender gas a sus vecinos galos, pues sin el gasoducto de Magreb, no anda muy sobrada.

Fuentes del sector apuntaban que traer a España el gas en barco en estado liquido para volverlo a su estado natural y meterlo en un tubo hacia Francia no parecía lo más lógico, pues Macron también puede traérselo por barco directamente y el proceso será más barato. 

Emmanuel Macron y Pedro Sánchez en una reunión a finales de 2020. EFE

Sea como fuere, la infraestructura puede ser un recurso en caso de emergencia y les interesa a las dos partes. Ahora el potencial beneficiado sería Francia, pero en un futuro, ante posibles conflictos diplomáticos en el norte de África –como el que provocó, sin ir más lejos, el parón indefinido del gasoducto de Magreb–, podría ser España quien necesitara comprar gas a Francia. 

El gas es más importante de lo que puede parecer. No solo lo necesitan aquellas familias que tienen caldera o calefacción de gas. Además del uso por parte de las empresas, es clave para la producción de electricidad. Las centrales de ciclo combinado usan gas como combustible y, aunque son las últimas que se encienden, son necesarias para cubrir la demanda cuando hay mucho consumo o cuando no sopla el viento –porque la eólica está parada–. Además, son, junto a las nucleares, las más regulares en su producción. 

Ribera insiste a Bruselas para que baje precios

Mientras las empresas se han puesto manos a la obra para traer más gas por tubo y barco, y piden más capacidad de intercambio, la vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, sigue pidiendo a la Comisión Europeo que actúe para bajar los precios. Es evidente que el encarecimiento es un problema, pero los mercados internacionales son los que marcan el precio y los conflictos y la incertidumbre con respecto a la disponibilidad, lo disparan. 

El precio del gas alcanzó este lunes otro nuevo récord, con una subida del 26%, hasta los 115 euros el MWh. Con este dato llegó Ribera a la cumbre extraordinaria de ministros europeos de energía que se celebró en Bruselas para debatir el impacto de la guerra en el mercado energético, e insistió en pedir medidas “temporales y extraordinarias” para evitar que la subida del gas se siga trasladando al precio de la luz. 

La ministra española también reclamó que se diversifique en cuanto a fuentes de energía y a países proveedores para “disminuir la dependencia de unos productos tan volátiles” y no depender de un único proveedor. 

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