Meloni y el puente de Mesina marcan a Sánchez la vía para usar el 1,5% del gasto en defensa en infraestructuras civiles
Italia construirá el puente del Estrecho de Mesina con cargo al gasto comprometido con la OTAN
Montaje realizado por Economía Digital.
La decisión de Giorgia Meloni de financiar el puente del Estrecho de Mesina con fondos del 1,5% del PIB del gasto en defensa abre la puerta para que el Ejecutivo de Pedro Sánchez también destine parte de su presupuesto a este fin, una opción hasta ahora poco explorada y que podría ser clave cuando los fondos europeos comiencen a agotarse.
Italia ha incluido este megaproyecto, valorado en 13.500 millones de euros, dentro del objetivo del 5% del PIB en gasto en defensa que los países miembros de la Alianza Atlántica acordaron alcanzar en los próximos diez años.
De ese total, el 3,5% debe destinarse estrictamente a capacidades militares y armamento, mientras que el 1,5% restante puede dedicarse a seguridad en sentido amplio, incluyendo infraestructuras críticas.
Ahí es donde el Gobierno italiano ha encajado el puente, justificando su utilidad como infraestructura clave para la movilidad militar y su conexión con bases de la OTAN en el sur del país.
La maniobra es tan audaz como clara en su planteamiento: si se demuestra que una infraestructura civil tiene un impacto directo en la seguridad nacional o la logística militar, su financiación puede computarse dentro del gasto de defensa. Un precedente que, según fuentes del sector, «marca un antes y un después» en la interpretación de los compromisos con la OTAN.
En el caso español, esta decisión ofrece una herramienta legal y política para canalizar parte del gasto en defensa hacia proyectos como corredores ferroviarios estratégicos, plataformas logísticas, puertos, aeropuertos o infraestructuras de conexión en áreas con alta presencia militar. Todo ello con el aval de la propia Alianza, siempre que se cumpla el criterio de utilidad para la seguridad nacional.
Según los datos del PIB de España en 2024, que se situó en aproximadamente 1,59 billones de euros, el 1,5% destinado a gasto en seguridad y defensa ampliada podría traducirse en cerca de 23.800 millones de euros.
Esta cifra representa un volumen significativo de recursos que el Gobierno español podría canalizar hacia infraestructuras civiles estratégicas, siguiendo el ejemplo italiano del puente de Mesina.
«Es una puerta que se ha abierto y que antes ni se planteaba. No se trata de sustituir inversión militar, sino de usar el margen del 1,5% para reforzar infraestructuras críticas que también pueden tener un valor estratégico», explican fuentes consultadas por ECONOMÍA DIGITAL.
«Con los fondos europeos en fase de ejecución y sin garantías de continuidad en el mismo volumen, esta opción puede ser una vía realista para mantener la inversión pública en obra civil», añaden.
Aunque el Gobierno no se ha pronunciado oficialmente sobre esta posibilidad, fuentes del sector aseguran que la interpretación italiana ya ha generado interés en varios ministerios.
«Meloni ha hecho política industrial con una cláusula que estaba ahí, pero nadie había utilizado de esta manera. España tiene muchas infraestructuras con valor estratégico y ahora ya sabe que puede usar esta fórmula», concluyen.
Sánchez, espejo en el que mirarse
El puente del Estrecho de Mesina, cuyas obras comenzarán en los próximos meses, será una de las grandes infraestructuras europeas del próximo lustro. Con una longitud total de 3,3 kilómetros y más de 60 metros de ancho, se convertirá en el puente colgante de un solo vano más largo del mundo.
El consorcio Eurolink, en el que la española Sacyr participa con un 22,4%, ha firmado un contrato clave para avanzar en los trámites de construcción del puente del Estrecho de Mesina.
Junto a Sacyr, que comparte protagonismo con la italiana Webuild (45%) y otras empresas, el comité interministerial italiano ya ha aprobado el diseño definitivo, dando luz verde a una obra que fusiona ingeniería, estrategia y desarrollo regional.
Albergará seis carriles de autopista —tres en cada dirección— y dos vías ferroviarias, y estará sostenido por torres de casi 400 metros de altura. El diseño contempla su operatividad las 24 horas del día, los 365 días del año, incluso en condiciones meteorológicas adversas, y se prevé un plazo de construcción de seis años, más medio año adicional para pruebas y validaciones técnicas.
Más allá de su magnitud técnica, el proyecto tiene un fuerte componente estratégico. Unirá físicamente la isla de Sicilia con la península italiana, conectando las regiones de Messina (en la isla) y Villa San Giovanni (en Calabria), una zona históricamente desconectada del desarrollo del norte del país.
En un momento en el que Europa encara el fin del ciclo expansivo de los fondos europeos y necesita nuevas vías de inversión en infraestructuras estratégicas, la fórmula del puente de Mesina ofrece un precedente sólido. España, que ya ha asumido el compromiso de alcanzar el 5% del PIB en gasto en defensa, podría encontrar en este 1,5% de margen una herramienta útil para impulsar proyectos civiles.