La sangría de Credit Suisse: el último episodio de una crisis de confianza y de balance

Las pérdidas de la entidad casi se multiplicaron por cinco en 2022 hasta los casi 7.400 millones de euros

Una sucursal de Credit Suisse./EFE

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El desplome en bolsa de Credit Suisse es el último punto de una larga crisis para la entidad. Dos años de fuertes pérdidas, relaciones con escándalos financieros y problemas de capital son algunos de los episodios que ha atravesado en los últimos meses el que es el mayor banco suizo, aunque su capitalización de 6.782 millones de francos suizos (unos 6.927 millones de euros) está lejos de los grandes bancos globales. Sus turbulencias en bolsa generan un nuevo escenario donde reinan las dudas sobre cómo afectará su crisis al sistema bancario europeo.

La entidad cerró la sesión con una caída en bolsa del 24%, que podría haber sido mayor, puesto que, llegó a desplomarse hasta el 30%. La sangría en bolsa fue una puntilla a la crisis que atraviesa el banco y que se suma a los problemas financieros.

Tras el cierre del mercado, el Banco Nacional de Suiza (que se conoce por sus siglas como BNS) tuvo que salir a la palestra para enviar un mensaje de tranquilidad. El BNS aseguró que, de ser necesario, proveerá de liquidez a Credit Suisse. La institución también dijo que este cumple con los estrictos requisitos de liquidez y capital que se les exige a todas las entidades financieras suizas para garantizar su estabilidad.

La entidad suiza habría pedido previamente apoyo a los supervisores de su país tanto el Banco Central de Suiza, como el regulador de los mercados Finma, para cortar el castigo en bolsa y tratar que las aguas vuelvan a su cauce. El mensaje llegó a cierre de mercado, ahora habrá que ver cuál es la reacción. Credit Suisse tiene un problema económico, pero también de confianza. Y en los mercados, las dudas no hacen prisioneros.

El banco lanzó en octubre de 2022, un ambicioso plan de reestructuración, donde incluyó una ampliación de capital de 4.000 millones de francos suizos, el despido de 9.000 trabajadores y un recorte de un 15% en sus gastos.  

Fue en esa ampliación de capital donde entró el Banco Nacional Saudí convirtiéndose en el principal accionista de la firma tras invertir 1.500 millones de francos suizos. Precisamente, las declaraciones de su presidente Ammar al Khudairy, fueron las que desencadenaron la fuerte caída que sufrió ayer el banco. «No podemos porque superaríamos el 10% (del accionariado), es una cuestión regulatoria», dijo a la agencia Bloomberg, el presidente del banco estatal saudí, Ammar al Khudairy, anunciando que no habrá mayores inyecciones de capital por parte de la entidad. 

En el informe financiero presentado el martes, tras varios retrasos, su auditor PwC apuntaba que habían identificado una “debilidad material”. Lo que en su jerga venía a decir que los controles de la entidad no eran del todo ajustados. PwC incluyó así en el informe una «opinión desfavorable» sobre la eficacia de los controles internos del banco sobre sus informes, pero sus declaraciones «presentan de manera justa, en todos los aspectos importantes» la posición financiera”, según recoge Reuters.  

La fuga de depósitos

Estas dudas dentro de las cuentas se sumaron a que en el informe financiero se reconocía que el banco no había sido capaz de cortar la fuga de depósitos. En concreto, el año pasado el banco sufrió una retirada de liquidez por valor de 123.200 millones de francos suizos, unos 126.000 millones de euros.   

En medio de las turbulencias, el consejero delegado de Credit Suisse, Ulrich Koerner, pedía paciencia al mercado en una entrevista con Bloomberg TV. Koerner aseguraba estamos “absolutamente haciendo lo correcto, es que toma algo de tiempo conseguirlo”, aseguró para después apuntar que nadie “está contento con el precio de la acción”.  

Las cuentas de la entidad acumulan dos ejercicios en negativo. Credit Suisse encadena dos años de pérdidas millonarias: en 2021 fueron 1.572 millones de francos suizos (uno 1.600 millones de euros), y en 2022 estas llegaron hasta casi multiplicarse por cinco hasta suponer los 7.293 millones de francos (7.400 millones de euros). 

Entre los principales factores que explican estas pésimas cuentas destaca su exposición a firmas de riesgo que colapsaron en ejercicios anteriores, como el fondo de cobertura estadounidense Archegos o la firma angloaustraliana de servicios financieros Greensill. 

La crisis reputacional del banco  

Además de los resultados financieros, la entidad ha tenido que lidiar con varios episodios reputacionales que no han ayudado a su imagen. A principios de 2022, fue objetivo de una investigación periodistica donde eran acusados de haber tenido despositadas en sus cuantes grandes fortunas ligadas con la corrupción.  

Además, en enero de 2022 también se vio obligado a dimitir el que hasta el momento era presidente de la entidad, Antonio Horta-Osorio después de descubrirse que había viajado a un evento deportivo a pesar de estar confinado durante la pandemia.   

Estos episodios se suman al ocurrido en 2020 cuando le golpeó otra polémica tras descubrirse que habían existido casos de vigilancia ilegal a altos cargos de la entidad ordenada por altos cargos del banco previamente a ser contratados por firmas de la competencia.  
 
 

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