PSOE, Podemos, Cs y Vox: el relato de Madrid naufraga en Galicia

Los candidatos que no lograron marcar perfil propio y se agarraron a la inercia del discurso del Congreso cosecharon los peores resultados electorales

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Si la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo certificó la continuidad en la Xunta, las elecciones gallegas marcaron al menos dos rupturas. Por un lado, el fin del ciclo político que inició AGE con Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz y que continuaron Podemos y las mareas municipales en torno al concepto de unidad popular; por otro, el final de la tendencia alcista que había experimentado el PSOE desde las últimas municipales y que le permitió alcanzar alcaldías relevantes con candidaturas sin demasiado peso orgánico, como la de Inés Rey en A Coruña, y consolidar una mayoría de izquierdas en Galicia en las últimas generales.

Los partidos que se aferraron a esas dinámicas, fundamentalmente los dos que presentaron como principal activo las políticas de PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno, fueron los que peor parados salieron de las elecciones. Tuvieron más dificultades para marcar un discurso propio, no asentaron las claves de su proyecto para Galicia y tenían dos candidatos, Gonzalo Caballero y Antón Gómez Reino, muy poco conocidos para la ciudadanía, en comparación con Núñez Feijóo y Ana Pontón. El intento de identificar al presidente de la Xunta con el discurso de Pablo Casado o con Vox no funcionó.

Ciudadanos arrastra su crisis y Vox llega en paracaídas

Algo parecido le sucedió a la formación de Santiago Abascal, que llegó a Galicia llamando racista a Castelao y dibujando a Feijóo como un nacionalista encubierto. El partido de extrema derecha ni siquiera presentó candidato a la Xunta y acabó quedándose fuera del Parlamento.

Ciudadanos también adaptó el discurso que maneja para el conjunto del Estado a Galicia, pero el trabajo realizado por Beatriz Pino no fue suficiente para conseguir el escaño. La formación naranja arrastraba la crisis que sufre en el conjunto de España tras las últimas elecciones generales, así como los problemas para implantarse en Galicia, donde su proyecto político sufrió numerosas tensiones internas y relevos en la dirección, intensamente tutelada desde Madrid. Esa dinámica no llegó a otorgarles una sólida implantación territorial.

Frente a estos cuatro partidos, los mayores éxitos los cosecharon el BNG, cuya esencia misma es tener un proyecto propio para Galicia; y Alberto Núñez Feijóo, que procuró separarse lo más posible de la marca PP y del discurso que hilvana Pablo Casado en el Congreso.

El Covid-19 y la campaña de Caballero

En las filas socialistas ven múltiples causas al estancamiento del partido con Gonzalo Caballero a pesar de los precedentes positivos que marcaron las generales y las municipales. Uno de los cargos del PSdeG consultado por este medio señala que la irrupción del coronavirus tuvo gran relevancia ya posicionó a Feijóo como un valor seguro frente a la incertidumbre de un eventual tripartito. No solo eso, también desdibujó el discurso de los socialistas de cara a las elecciones de abril que pretendía aprovechar la tendencia positiva de los últimos comicios con Pedro Sánchez como principal aval. Tras el parón de la pandemia y el desgaste de los socios de Gobierno, no hubo reacción.

Otro cargo socialista, que también considera que el coronavirus favoreció al candidato del PP, apunta a que Gonzalo Caballero se equivocó en la campaña y que vinculó su éxito al desembarco de ministros en Galicia en lugar de pegarse al territorio y a los problemas concretos de los ciudadanos.

Hizo una campaña para la militancia más que para la gente”, señala otro cargo del PSdeG, quien apunta a que era “difícil” evitar el sorpasso del BNG debido a que la mayoría del voto que estaba en En Marea, “nos guste o no”, era un voto “nacionalista”.

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