Rivera sufre en Santiago la desmovilización de Ciudadanos en Galicia
Tras las crisis internas, la formación naranja no logra atraer a la militancia a un acto que había considerado central en su campaña; parte de la formación habla de 'pinchazo', mientras otra defiende la "buena acogida" al líder del partido
Un discurso claro, antinacionalista y ubicado en el centro político, sumado a la proliferación de casos de corrupción en el Partido Popular, generó en torno a Ciudadanos fuertes expectativas como fuerza de Gobierno llamada a estar presente en todos los parlamentos autonómicos.
Sin embargo, su problemática implantación en Galicia, con un fuerte intervencionismo de la dirección estatal y disputas internas con las agrupaciones, ha llevado al partido a concurrir en las elecciones gallegas en uno de sus momentos más delicados, incluído un distanciamiento de buena parte de la militancia con la cúpula gallega.
Acogida a Rivera
La consecuencia evidente fue la demovilización de las bases. Ciudadanos, según los datos que maneja la formación, cuenta con cerca de un millar de militantes en Galicia.
Sin embargo, el acto central de este sábado en Santiago con Albert Rivera, que había sido promovido con fuerza por candidatos y dirección de campaña, que pidieron incluso que se llevara a familiares y amigos al mítin, no alcanzó las 200 personas.
.@GirautaOficial «Una España acaba de nacer, que trae un mensaje de unidad, igualdad y libertad» #SantiagoNaranja pic.twitter.com/FPI5QS1Wyh
— Ciudadanos (@CiudadanosCs) 17 setembro 2016
Si bien una parte del partido habla de buena acogida al número uno del partido en España, un sector más crítico califica de pinchazo el aterrizaje de Rivera. Interpretan que existe un doble divorcio que ha generado «desilusión».
La cúpula gallega
Por un lado con la cúpula gallega, que ahora tiene como rostros más visibles al delegado Juan José Chouza, a José Canedo, número uno por A Coruña en las últimas generales, y a Carlos Vázquez, subdelegado en Ourense.
Los tres habían coincidido en UPyD y conforman un núcleo de afinidades en la estructura orgánica en Galicia, donde ha pasado a un segundo plano el portavoz Sánchez Agustino, quien había sonado como candidato a la Xunta.
La disciplina de Ciudadanos
El otro divorcio es con la dirección estatal por la falta de democracia interna en algunas decisiones, la más conocida la de apartar al número uno por A Coruña en las generales, Antonio Rodríguez.
El equipo de Rivera tomó el control de la campaña, cometiendo evidentes errores, como confundir la bandera gallega en el autobús de campaña y escribir mal el lema en lengua gallega. La dirección estatal designó a una independiente, Cristina Losada, como candidata a la Xunta, evitando en parte más refriegas internas, pero su figura tampoco ha conseguido hasta ahora devolver la ilusión a los militantes.
El riesgo de ser UPyD
Ciudadanos afronta el reto de obtener dos escaños en el Parlamento gallego, uno por A Coruña y otro por Pontevedra. Es lo máximo que le dan las encuestas y el reto que se ha marcado el partido.
El anverso de esta lectura es que la formación naranja no obtenga representación, lo que haría muy compleja la deriva del partido, quedándose en tierra de nadie y con un edificio construído con débiles cimientos.
Varias agrupaciones, como A Coruña o Ames, las dos más importantes que tuvo en sus inicios Ciudadanos, están prácticamente inactivas. La de Vigo, controlada por una gestora.
Los hombres fuertes a nivel orgánico, Chouza, Canedo y Carlos Vázquez, por un lado, María Rey y Antonio Lara en segundo término, aspiran a mantener sus posiciones con el temor de que Fran Hervías, el secretario de organización, decida acometer más cambios tras las elecciones.