Fonda España, el clasicismo catalán hecho por un vasco

Sant Pau, 9-11 93 550 00 10 www.hotelesespanya.com

El comedor es un espectáculo. Original del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, el salón que el Hotel España dedica a su restaurante –La Fonda– es precioso. Se nota que fue creado con unos gustos y tendencias muy distintos de los actuales, pero lo cierto es que sentarse a comer allí es como hacer una visita al pasado. Los propietarios del establecimiento consiguieron de una tacada, y tras 14 meses de reformas, lo que Ramon Parellada ha estado persiguiendo durante toda su vida para el Senyor Parellada y que finalmente ha conseguido: un restaurante moderno que recupera la forma de fonda y se empaqueta en una oferta de hospedaje.

El Hotel España, una referencia en los tiempos de la Exposición Universal del 29, contrató en otoño pasado a Martín Berasategui para que le lleve la cocina, la tercera que dirige en Barcelona. La presencia del cocinero vasco es ostensible en los platos, pero más aún en la forma de hacer, en el concepto y en la forma de organizar la oferta; en la gestión del negocio, en definitiva. Buena materia prima ajustada a unos precios moderados. Una merluza blanca como la nieve casi sin rebozar, acompañada por pimientos del piquillo y patatas-horno por 12 euros; unos chipirones en su tinta por el módico precio de 13 euros, los primeros en agotarse de la carta. La casa ofrece entre semana un menú por 25 euros, incluido el vino, muy correcto. Comer a la carta sale por una media de 30 euros.

Al buen observador no puede pasarle desapercibido el detalle de la carta de vinos, breve, pero con claro dominio de los productos autóctonos, y destacados dos cavas de Perelada: por 15 euros el cuveé especial y por 21 el gran claustro. Otra coincidencia con el Senyor Parellada: una invitación a regar con espumoso una oferta muy del país, aunque en este caso con algunas incorporaciones vascas. La carta de platos es comedida, como en el caso de los vinos, aunque apetitosa: algo más de 20 posibilidades entre primeros, segundos y postres.

Curiosamente, y a pesar de estar ubicado en una zona tan turística, calle San Pau casi en la esquina con las Ramblas, la inmensa mayoría de los clientes del mediodía son autóctonos no alojados en el hotel. También llama la atención la alta proporción de mujeres, en grupo o en mesas de dos, lo que quizá tenga que ver con la cercanía del Liceu y de su entramado de empresas de actividad cultural.

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