Mas Bacus, la enoteca

C/ Enric Granados, 68 www.masbacus.es 93 453 43 58

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Aunque su aspecto externo es el de una tienda típica del Eixample barcelonés, Mas Bacus esconde un rincón para probar vinos y licores acompañados de una curiosa oferta gastronómica. Figura en algunas guías selectas, por eso no es difícil encontrar entre su clientela a turistas que se desvían de los circuitos más típicos de la ciudad. Y también a algunos aficionados a la buena mesa y al buen vino, como el abogado Casimir de Dalmau, exdirector del Patronat Català ProEuropa, al que encontré en la visita que aproveché para redactar estas líneas.

La entrada del local es la típica botellería con un mostrador y un sofá con mesita auxiliar para quien desee probar un vino a palo seco bien acomodado. Al fondo está el comedor, con cuatro mesas, decorado con luces tenues, música ambiente de jazz y una gran representación del dios Baco en un mural.

La idea original era ofrecer simples acompañamientos para la amplia oferta de vinos, pero con el tiempo la carta ha ido ganando peso. Es una mezcla de cocina clásica barcelonesa, como el lomo con sábana blanca, e innovaciones genuinas, como los celebrados canutillos de butifarra, embutido que también utiliza para rellenar calamares.

Ofrece todo el año erizos gratinados, un producto de los meses más fríos del año, pero muy valorados por quienes no son amantes de su fuerte sabor en crudo. El entrecot, servido en láminas y limpio de grasas, suele servirse en su punto, como el filete de cebón en salsa de vermut y oporto, tiernísimo.

Los entrantes, con los que se puede organizar perfectamente una comida de platillos, incluida una ensalada muy original, son ideales para probar distintos vinos, que los sirven a copas con el asesoramiento profesional del propietario.

Le pedimos consejo sobre qué nos convenía beber un día de calor dentro de nuestras preferencias de tinto, y nos recomendó un mencía gallego. Puso una botella fresquita de Verdes Matas, procedente de las viejas cepas de la Ribera Sacra, excelente y a un muy buen precio, 8,9 euros, el mismo que en bodega.

Además de los erizos, los bombones de foie, anchoas y ostras, en el primer capítulo de la carta, que te explican de palabra, aparecen distintos tipos de croquetas y un rompedor granizado de vermut con pincho de anchoas, el aperitivo completo.

Como no podía ser menos en un establecimiento de estas características, en el capítulo final los quesos y los sorbetes son las estrellas. El café, Illy, más que correcto. Unos 45 euros de media.

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