La máquina del fango estaba en el WhatsApp
Si la corrupción del PP sirvió para asaltar el poder, no puede usarse ahora como parapeto para permanecer en él
Los WhatsApp entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, destapados por El Mundo, han dejado claro ya que la famosa máquina del fango eran ellos y su forma de actuar. Ambos han manejado hábilmente el artilugio que pringaba a todo el mundo y eran, a la vez, el propio barro que salía imparable contra cualquiera que les llevara la contraria: insultos, descalificaciones y consignas para pringar, apartar o silenciar a quien, en el Gobierno y su propio partido, se apartaba de la línea que ellos habían marcado.
No es de extrañar que les hayan temido y les sigan temiendo, especialmente tras la puntería que demostraron tener disparando una andanada de estiércol contra Rajoy en la moción de censura, asegurando, nada menos, que ellos eran los elegidos para acabar con la corrupción en España.
Aunque los medios del oficialismo “sanchista” quieren que miremos al dedo en lugar de a la luna, va a ser difícil que nos hagan creer que estos mensajes son privados, sin ningún valor para la opinión pública, y que lo verdaderamente grave es que se hayan filtrado.
Debe de ser que la “telebasura” se contagia con más facilidad que la gripe. Porque el cruce de WhatsApp entre Sánchez y Ábalos denota, además de un zafio estilo del presidente, que conocía con detalle las andanzas y fechorías de su entonces ministro y secretario de Organización del PSOE.
Está claro que uno cargaba la máquina y el otro disparaba el fango. Ambos se conocen muy bien porque se han necesitado y se necesitan: primero para controlar el partido y el Gobierno y, ahora, para que el escándalo y la corrupción no se los lleve por delante: “Tranquilo, José Luis, todo bajo control”, que viene a ser el “Luis, sé fuerte” de Rajoy a Bárcenas.
Pero Ábalos, que no tiene vocación de tesorero del PP, le está dejando claro a Pedro Sánchez que, si alguien tiene que ser fuerte ahora, es él, el propio presidente: “Porque, Pedro, si me hundo, te arrastro conmigo”, le viene a decir.
Y es que sospechar del propio José Luis Ábalos como autor de las filtraciones de estos mensajes no es nada descabellado. De hecho, a preguntas de un periodista en un canal de televisión, el exministro no ha confirmado ni ha desmentido estar detrás de estas publicaciones.
Ojo al dato. Tal y como van saliendo a la luz, quien peor parado sale no es él, sino Pedro Sánchez. Es el inquilino de la Moncloa quien reparte estopa a los barones del PSOE, mientras Ábalos aparece como un simple “mandao”.
Aquí huele a vendetta, y el principal sospechoso es el propio Ábalos
A Emiliano García-Page lo llama “vomitivo”; a Guillermo Fernández Vara, “impresentable”; y a Javier Lambán, “petardo”. “Hay que ponerlos firmes”, ordena a Ábalos, como si fuera un señor feudal. Tal y como hizo con Susana Díaz, “que está jodida”.
Tampoco se libra Pablo Iglesias, a quien llama “maltratador” y “torpe”, añadiendo que “lo suyo ya no es maldad, es estulticia”. A Margarita Robles, su propia ministra de Defensa, la califica de “pájara”, un insulto que, en alguien con dignidad, supondría la dimisión. Pero quizás es esperar demasiado.
Aquí huele a vendetta, y el principal sospechoso es el propio Ábalos. El exministro sabe que estos mensajes comprometen seriamente al presidente del Gobierno, que se queda con el culo al aire, y que deberá hacer algo más que mandarle palmaditas virtuales, como hizo Mariano Rajoy con el famoso “Luis, sé fuerte”. Aquello le sirvió a Pedro Sánchez para pedir la dimisión del gallego después de someterlo a un linchamiento.
Estos mensajes que salen ahora a la luz dejan en evidencia a Sánchez y en mal lugar al propio PSOE y a sus socios de Gobierno. Si la corrupción del PP sirvió para asaltar el poder, no puede usarse ahora como parapeto para permanecer en él.
Desviar la atención desde sus medios oficiales tampoco va a funcionar durante mucho tiempo. Todo el mundo puede ver ahora quién fabrica “telebasura” y quién, a través de mensajes de WhatsApp, ha empleado la máquina del fango con más eficacia.