Nos quieren cancelar
Hay que darles la palabra, oírlos, creerlos, promocionarlos y ayudarlos, sean quienes sean. Hay que proteger la identidad de los así denominados marginados. La politización de la identidad.
Más allá de “alerta” y “cancelación”, no es fácil definir y caracterizar el significado del término woke. De hecho, en Estados Unidos -ahí surge el invento-, el palabro en sí ha sido y es objeto de debate. El resultado: el término describe, sin más, algunas características sobre la política de la nueva izquierda en cuestiones como la economía, la educación, la cultura, la raza, el sexo y el género.
La nueva izquierda norteamericana
Propiamente hablando, la nueva izquierda norteamericana aparece tras la reelección, en 2012, de un Barack Obama que los jóvenes progresistas tildan de liberal. Un liberal que consolida el Sistema y, en consecuencia, dificulta cualquier proyecto de cambio o transformación en materia de desigualdad económica, ecológica y racial. A partir de ahí, surge el espacio de la nueva y ambiciosa izquierda progresista.
Una ambición que toma cuerpo en el socialismo democrático, el pacto verde y el Medicare para todos de Bernie Sanders. A ello, hay que añadir el Black Lives Matter, el defund the pólice y el Me Too que aparecen en todas partes. Vale decir que el recién llegado/inventado woke no se las tiene con el liberalismo económico a la manera de Barack Obama -ahí pierde la partida Bernie Sanders-, sino con el asunto de la raza, el sexo y el género. En definitiva, la identidad.
Hay que dar la palabra y creer a los marginados
El woke -formado por un número importante de graduados universitarios- predica e impone la creencia y la rectitud que él mismo establece. La moral, dicen. Hay que dar protección a las personas y los grupos marginados. Hay que dar prioridad a los marginados, aunque no todos sean iguales y estén en las mismas condiciones. Hay que darles la palabra, oírlos, creerlos, promocionarlos y ayudarlos, sean quienes sean. Hay que proteger la identidad de los así denominados marginados. La politización de la identidad. El privilegio por razón de identidad. Por decreto woke. Vale decir que el woke -la nueva izquierda- concibe la sociedad como una pirámide, a la manera del feudalismo de la Edad Media, en la que se van superponiendo estructuras de poder y sistemas de opresión.
Contra lo woke y otros virus identitarios
El título del epígrafe corresponde a un reciente y excelente trabajo en el cual Iñaki Ellakuría pone al descubierto esa cruzada de activistas justicieros deseosos de imponer el Bien en la Tierra. Eso es lo woke.
Concluye el autor que lo woke no es sino un sistema articulado de censura que reprime las ideas, las tendencias o los comportamientos que se desvían del neofeminismo anglosajón antioccidental e izquierdista y del islamowokismo. Dos grupos marginados y dos identidades marginadas que combaten la democracia occidental.
Un woke que arremete también –una derivada del neofeminismo y el islamowokismo- contra, por ejemplo, la carne roja, la galantería, la buena educción, la masculinidad, la pornografía per se, el deseo, las libertades individuales, la democracia liberal, los libros que ellos mismos prohiben, el sexo, los toros o los judíos. La inquisición woke. La cruzada woke. Los iluminados woke.
Una inquisición en la cual destaca un Me Too “justiciero” que impulsó “un puritanismo antisexual y obsesionado con una supuesta falocracia”. Esto es, el “reduccionismo mojigato de un neofeminismo que ha asqueado a no pocas mujeres inteligentes y brillantes”. Un neofeminismo que va más allá del ridículo. Un ejemplo: cuenta el autor que una organización LGTBI dio una charla en un centro escolar defendiendo la tesis de que los hombres se pueden quedar embarazados. La reacción de los escolares no fue otra que la risa. La organización LGTBI los acusó de transfobia. Ahí no acaba el asunto: un periódico de los más vendidos en Cataluña tituló así la noticia: “El negacionismo machista crece entre los adolescentes”.
Un nuevo agravante: hombre, blanco, hetero y culpable
La máxima que enuncia Iñaki Ellakuría y que retrata el movimiento woke: “Hombre, blanco, hetero y culpable”. No es una ocurrencia: lo woke ha instalado un nuevo agravante que podríamos denominar el agravante de género. Si eres un hombre -¿una subespecie?-, algo malo habrás hecho. Por definición. Así se deteriora la democracia liberal. Así se resquebrajan las libertades fundamentales de un Estado de derecho. La cultura de la cancelación es la cancelación de la cultura y la democracia. ¿Alguna reacción ante semejante liberticidio?
Pesimista, Iñaki Ellakuría: “Esta atmósfera de cobardía de la que todos somos responsables, al mirar hacia otro lado con voluntad de escaqueo, ampara la destrucción de aquellas personas que se oponen al nuevo consenso puritano”.
Machistas por definición
La triste realidad: a la primera de cambio te llaman machista por reivindicar la igualdad estricta de género, o islamófono por criticar algunas creencias o prácticas islámicas, o biocida por cortar un árbol, o salvaje por comer carne, o genocida por reclamar la libertad de los rehenes israelíes y exigir la disolución de un grupo terrorista como Hamás, o pornógrafo por atreverte a decir que en muchas ocasiones el porno aligera determinados instintos. Suma y sigue.
La advertencia de Iñaki Ellakuría: alerta con quienes desean “acelerar una agenda de sueños húmedos totalitarios”. Están ahí. Entre nosotros. Nos quieren cancelar.