Perico Delgado gana la última Vuelta a España 

Lo que debía haber terminado como una fiesta del ciclismo acabó convertido en un escaparate de violencia

Pedro Sánchez huele las oportunidades electorales como los tiburones la sangre. Puede ser una riada, unos incendios devastadores o las protestas antiisraelíes de la Vuelta a España. Si la ocasión se presta, no duda un segundo en pegarle un bocado al PP y, de paso, quitarle votos a la ultraizquierda, que nada sobre su lomo como los pececillos rémora, que realizan la gran labor de desparasitarlo.

A Sánchez le hemos visto todos la aleta dorsal hace mucho tiempo, pero quizá nunca como este pasado fin de semana, cuando hizo un irresponsable llamamiento a manifestarse en la etapa final de la Vuelta a España que llegaba a Madrid, comunidad gobernada por su bestia negra. 

Así que lo que debía haber terminado como una fiesta del ciclismo acabó convertido en un escaparate de violencia, con imágenes que han dado la vuelta al mundo, dañando gravemente la imagen y la reputación de nuestro país. Cuesta creer que el Gobierno, cuando el presidente hizo el llamamiento a manifestarse, no fuera consciente de que el desenlace iba a ser el que fue: vallas y carteles publicitarios por el suelo, enfrentamientos con la Policía (22 agentes heridos) y cortes de carretera que pusieron en peligro la integridad física de los corredores. 

Lo curioso de este desastroso final de la Vuelta es que la voz más sensata no ha venido de ningún político ni responsable institucional del Gobierno de la nación, sino de un excorredor convertido en comentarista televisivo: Pedro “Perico” Delgado. El campeón de la Vuelta en 1985 y del Tour de Francia en 1988 sorprendió a todos cuando, en plena retransmisión en directo de una de las etapas, se atrevió a decir lo que muchos pensamos y pocos se animaban a pronunciar: quienes estaban boicoteando la carrera no estaban movidos por la solidaridad con Gaza, sino por un interés violento y sectario. 

Varias personas se manifiestan a favor Palestina en Atocha, el día de la etapa 21 de la Vuelta Ciclista a España, a 14 de septiembre de 2025, en Madrid (España). La Vuelta Ciclista a España pone hoy en Madrid el punto y final a una 90 edición de la ronda española marcada por las protestas en apoyo del pueblo palestino. La etapa final ha comenzando en la localidad de Alalpardo y finaliza en Cibeles con un recorrido de 106 kilómetros. Jesús Hellín / Europa Press 14 SEPTIEMBRE 2025;PALESTINA;CICLISMO;VUELTA CICLISTA;ESPAÑA;PIXELADA 14/9/2025
Varias personas se manifiestan a favor Palestina en Atocha, el día de la etapa 21 de la Vuelta Ciclista a España. Foto: Jesús Hellín / Europa Press.

Pedro Delgado denunció con valentía que estos grupos respondían a la violencia con más violencia, imponiendo su criterio por encima del derecho de los corredores a disputar la competición con seguridad. Una afirmación que no se ha visto respaldada por la dirección de TVE, lo que nos hace suponer la incomodidad que debió de generar a la línea “sanchista” de la cadena haber contado con la presencia del exciclista segoviano en sus micrófonos, que puso el dedo en la llaga en directo cuando acusó a los políticos de haber “animado” esas protestas. 

En un panorama dominado por la confusión y las excusas políticas, sus palabras en televisión resonaron como un ejercicio de sentido común. Recordó que la libertad de manifestarse no puede entrar en colisión con el derecho de los deportistas a trabajar y competir. Y subrayó, con una claridad que debería sonrojar al Gobierno, que el deporte no puede ser rehén de causas políticas que deriven en violencia. La comparación es dolorosa pero inevitable: un solo exciclista demostró tener más cordura que todo un gabinete de ministros. 

El Ejecutivo debería haber previsto que esa convocatoria no iba a ser seguida por los ciudadanos pacíficos que quisieran mostrar su opinión de manera cívica, sino por grupos violentos antisistema que encuentran en cualquier conflicto la excusa perfecta para imponer su agenda de agresividad física. Romper la carrera, boicotear a los corredores y enfrentarse a las fuerzas de seguridad fueron sus verdaderos objetivos. El resultado está a la vista: disturbios, heridos y una imagen lamentable que ha tapado los logros deportivos de los ciclistas. 

Lo más grave es que la responsabilidad del Ejecutivo era precisamente evitar que se produjera lo que finalmente sucedió. Tenía que haber garantizado la seguridad e impedir que los grupos radicales reventaran la carrera. Ninguna causa justifica estos comportamientos. Ni la judía ni la palestina, ni ninguna otra. La violencia es siempre una derrota moral para quienes la ejercen. Cuando alguien se cree con derecho a imponer sus ideas a golpes, pierde toda legitimidad y arrastra en su caída a quienes, como Sánchez, han contribuido a darle espacio y altavoz. Pero parece que nuestro presidente del Gobierno no lo ve así, y eso es lo preocupante. 

De hecho, para quienes creemos que Pedro Sánchez pretende permanecer en el poder más allá de lo que la democracia le permita, hemos visto en el final de esta Vuelta a España una metáfora de lo que puede ser el final de este Gobierno cuando las urnas así lo decidan: arengar para que se tomen las calles e impedir que se cumpla la legalidad. Esperemos que no sea así y que, una vez más, se imponga el sentido común de los muchos “Pedros Delgado” que hay en España. 

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