Adiós al escritor que buscaba incomodar

Juan Goytisolo, autor de más de 50 obras, buscó el lado de la incorrección política y el inconformismo para divulgar sus ideas

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El escritor e intelectual Juan Goytisolo, fallecido esta madrugada en Marrakech, es uno de los nombres que han dibujado la cumbre de la literatura española, un autor cervantino con una voz crítica y heterodoxa, además de practicante de la incorrección política, desde que se exilió en París en 1956.

Juan Goytisolo Gay, nacido en Barcelona en 1931, está considerado también un «interlocutor entre la cultura europea y la islámica»; no en vano, ha vivido en Marrakech, desde los años ochenta. Pero antes, sus pasos le llevaron a Estados Unidos, donde impartió clases en California, Boston y Nueva York. Una vida nómada y universal que también se refleja en su literatura: Carlos Fuentes lo consideraba como «uno de los mejores escritores del mundo», y él mismo se ha clasificado como alguien «anómalo como todo creador» y de «nacionalidad cervantina».

Autor de más de 50 obras

Nacido en el seno de una familia vasco-cubana, Juan era hermano del poeta José Agustín Goytisolo, fallecido en 1999, y del también escritor y académico Luis Goytisolo. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, tras la publicación de sus dos primeras novelas, «Juegos de manos» (1954) y «Duelo en el Paraíso» (1955), Juan Goytisolo se marcho a París, donde estuvo hasta 1969.

Allí fue asesor literario de la prestigiosa editorial Gallimard, y conoció a la fallecida Monique Lange, la novelista y guionista con quien se casó en 1978 y quien introdujo en Francia a autores como Luis Goytisolo o Jesús Fernández Santos.

Autor de más de cincuenta títulos, la mayoría traducidos al inglés, Juan Goytisolo cultivó la novela, el ensayo, la literatura de viajes, el cuento y las memorias, una creación marcada siempre por el compromiso y la libertad.

Títulos como «Fin de fiesta» y una de sus obras míticas y de mayor impacto, «Señas de identidad», y, tras ellas, «Juan sin tierra», «Disidencias», «Makbara», «Paisajes después de una batalla» y «Coto vedado», donde habla abiertamente de su homosexualidad.

Goytisolo siempre ha huido de las correcciones políticas

Asimismo, «Duelo en el paraíso», «Reivindicación del conde don Julián», «Crónicas sarracinas», «Las virtudes del pájaro solitario», «Carajicomedia» y «Telón de boca» dejan constancia de una obra que atraviesa géneros y fronteras.

Una carrera galardonada con numerosos premios

Reconocido con premios como el Nacional de las Letras, el Premio Formentor, el Europalia de Literatura, el Octavio Paz, el Juan Rulfo de Guadalajara (México), el Rachid Mimumi de París a la tolerancia y a la libertad, y el Nelly-Sachs (Dortmund, Alemania, 1993), Goytisolo siempre ha lamentado que la mayoría de los premios se los dieran fuera de España.

El Premio Cervantes, que recogió en 2015 en una solemne ceremonia en donde también mostró su lado iconoclasta, al ir vestido de traje de calle, en lugar del chaqué que sugiere el protocolo, puso el broche de oro a toda su carrera vertebrada por su idea de la creación y también por un autor, Cervantes, quien en palabras de Goytisolo «fecundó la totalidad de la novela europea».

Culto a la incorrección política

En cuanto a la creación, Goytisolo ha sido siempre muy claro: «No hay corrección política. Ocurre lo mismo que con las fantasías sexuales de cada uno, que no tienen que pasar por ninguna corrección», decía.

La mayoría de los premios los ha obtenido fuera de España

Su obra, prohibida en España por la censura franquista desde 1963, pasó por el realismo social de los cincuenta, con un pensamiento muy crítico con el sistema burgués y siguió en el trazo de una literatura moderna y muy heterodoxa que ha llegado hasta la actualidad.

Defensor de los derechos de las mujeres, de los homosexuales, de los desposeídos del Tercer Mundo y de todas las minorías, Juan Goytisolo también ha dedicado varios ensayos a referentes suyos como Blanco White, Manuel Azaña o Américo Castro.

Goytisolo reivindicó también una transición cultural para España. «La Transición política cambió el rumbo de la sociedad española, pero no ha ido acompañada de una transición cultural», recalcó en varias ocasiones el escritor, que en su discurso de agradecimiento del premio Cervantes hizo un guiño al partido de Pablo Iglesias, al decir: «Digamos bien alto que podemos».

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