Alerta en Cataluña: la ‘mayoría silenciosa’ está desmovilizada

PSC, PP y Ciudadanos constatan que su electorado ha perdido energía tras diluirse el desafío independentista

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Algo no encaja en el panorama electoral en Cataluña: el rechazo a la independencia está en su nivel más alto desde que comenzó el procés y, al mismo tiempo, los partidos soberanistas podrían superar el 50% de los votos (una cifra que siempre se les ha resistido) en las próximas elecciones al Parlament de Cataluña. ¿Cómo se explica?

Los estrategas de PSC y PP coinciden en una parte del análisis: «Una parte del electorado constitucionalista está desmovilizado y ése, en realidad, es su estado natural. Su movilización total solo se produjo en 2017, después del 1-O, cuando la tensión era muy alta. Esto no ocurre ahora porque la percepción de que se va a declarar la independencia en Cataluña ha desaparecido. Por el contrario, el electorado de los partidos soberanistas sigue movilizado y esto se traduce en la asignación de escaños».

Los socialistas catalanes de Miquel Iceta están llamados a recuperar la posición de referencia dentro de las formaciones constitucionalistas en Cataluña, pero nada apunta a que puedan hacerlo con la fuerza de Ciudadanos en 2017 (36 escaños y victoria). La última encuesta de Gad3 para La Vanguardia concede 26 escaños al PSC, 13 a Ciudadanos, 8 al PP, 7 a Catalunya en Comú y 4 a Vox. Es decir, un total de 58 escaños para las formaciones no independentistas.

El bloque soberanista, por su parte, superaría con holgura la mayoría absoluta de 68 escaños en el Parlament logrando 77 diputados (42 ERC, 31 JxCat y 4 la CUP).

Conclusión: la Cataluña destensada

«Nos sorprende el buen resultado que se concede a ERC porque el voto independentista no ha premiado en los últimos años las apuestas por el pragmatismo, por cierta moderación. En todo caso, no deja de ser un indicio más de lo que demuestran todas las encuestas en general: Cataluña se ha destensado», dicen en el PSC.

¿Y así será hasta las elecciones o conviene hacer algo para invertir la tendencia? «Faltan cosas por ver en esta precampaña, particularmente una: a Junts per Catalunya le interesa que suba de temperatura y hay que ver que están dispuestos a hacer para conseguirlo. Su gran baza es la inhabilitación de Torra y hay que ver cómo la juegan. En cualquier caso, todo esto les favorecerá a ellos y quizás a Vox (que sin los disturbios de la sentencia del procés no hubieran conseguido 50 escaños en el Congreso)», consideran fuentes del PP.

Los populares querrían una campaña con más importancia del eje izquierda-derecha, con más debate sobre asuntos como la seguridad, los okupas, la escuela concertada y la política fiscal. Pero temen que no vaya a ser así porque el eje Cataluña-España sigue siendo dominante.

El inocuo efecto de la pandemia

¿Y la pandemia, no tiene ninguna importancia en las perspectivas electorales? Responde un estratega del PSC: «Las encuestas demuestran que hay una gran benevolancia de la sociedad respecto a la gestión de la pandemia, a la cual se considera un mal mayor. Ni hay encuestas sangrantes, ni grandes facturas políticas por el coronavirus. En todo caso, ha habido lo contrario, el refuerzo de la sociedad a los gobiernos autonómicos de Galicia y del País Vasco».

Esta voz de los socialistas catalanes recuerda que ha habido países que han discutido a fondo, por ejemplo, la necesidad de un confinamiento. Un debate que no se ha producido en España.

«La pandemia no va a ser un tema fundamental que determine la campaña. No lo creo», dice el equipo de campaña del PP, convencido de que Carles Puigdemont y Quim Torra llevarán el debate político «a la inhabilitación y a la represión del Estado… a lo suyo, vaya»-

El efecto Puigdemont

Las fuerzas constitucionalistas no descartan nada en las próximas semanas. «A lo mejor vemos aparecer a Puigdemont en Prats de Molló después de la inhabilitación de Torra y, a continuación, salir por piernas. Ellos son unos maestros de la propaganda. Lo han demostrado con creces», especulan los socialistas combinando la broma con lo serio.

En cualquier caso, faltan elementos para asentar el panorama político. Entre otros, los candidatos. No está claro qué conejo tiene ahora en la chistera Puigdemont, ni tampoco si todos los grupúsculos del nacionalismo catalán moderado pueden articular un proyecto único, ni tampoco si las presiones de Ciudadanos para lograr una lista con el PP tienen alguna opción de imponerse.

Se da por descontado que la debacle de Ciudadanos va a ser muy notable. Sus rivales se frotan las manos porque todos pueden pescar en su río revuelto de votantes. «Han dado demasiados saltos mortales y esto penaliza en Cataluña. En 2017 eran el voto útil para frenar al independentismo. Ahora no se sabe bien bien qué son y tampoco tienen una candidata como Arrimadas», dicen los socialistas.

El PP catalán, muy reacio a la lista conjunta, se mantiene a la expectativa de los movimientos en la política nacional. El pacto de presupuestos entre PSOE y Ciudadanos puede cargar de argumentos a los de Alejandro Fernández para despojarse definitivamente de un partido en decadencia, cuyo botín aspiran a repartirse todos, incluso ERC.

 

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