CDR: de las sonrisas a la violencia política sistemática

La cifra de ataques contra partidos políticos en Cataluña sigue aumentando después de la sentencia del 'procés'

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Desde antes de que el Tribunal Supremo condenada a entre 9 y 13 años de prisión a los líderes independentistas responsables del referéndum ilegal del 1-O, la misma Generalitat de Cataluña había informado de que, desde 2017, se han registrado más de 600 «ataques contra la participación política, la asociación, la reunión, la manifestación o la libertad de expresión» en la comunidad. Tras el fallo judicial, la cifra ha seguido en aumento.

El protagonismo de los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) en los disturbios registrados en las últimas semanas en Cataluña ha derivado en nuevos ataques a las sedes de los partidos no independentistas, algo que no ha sido ajeno a la región en los últimos dos años. De los más de 600 ataques políticos desde 2017, hubo 255 casos de vandalismo contra las entidades, la mayoría contra las sedes de los partidos.

Esta semana ha sido el PSC uno de los más afectados. El jueves por la noche, la sede de los socialistas catalanes de Terrassa sufrió un nuevo ataque, el cuarto en dos años. Según el portavoz de la formación de la localidad, Alfredo Vega, en torno a cien «radicales independentistas» se han concentrado ante la sede, han insultado a los miembros del grupo socialista y han lanzado bolas de pintura contra el local.

Ataques al PSC, PP y Cs tras la sentencia del ‘procés’

El de este jueves fue el segundo ataque a una sede del PSC esta semana, pues ya el pasado lunes, tras la visita del presidente en funciones Pedro Sánchez a Barcelona, la oficina de la formación en Reus también sufrió la violencia política de los independentistas. Unos 250 activistas, entre cantos de «libertad presos políticos», han lanzado bolsas de basura contra la sede de los socialistas catalanes en la localidad.

Y es que las agresiones contra políticos de determinadas ideologías o posturas respecto del procés han cogido nueva fuerza después de la sentencia del 1-O, dictada el 14 de octubre. El día siguiente, distintas sedes del PSC, PP y Ciudadanos en Cataluña amanecieron con pintadas de esvásticas, «fascistas», lazos amarillos y «no al 155» en localidades como Barcelona, Amposta, Valls y Sant Vicenç dels Horts.

«Si creen que sus insultos nos callarán es que no nos conocen bien. Seguiremos defendiendo la libertad y la convivencia», ha defendido Ciudadanos en una cuenta en Twitter tras los incidentes, a los que la formación ya prácticamente se ha acostumbrado, pues ha denunciado decenas de ataques en los últimos años. Solo su sede de L’Hospitalet ha registrado una docena de ataques en dos años.

«Por mucho que nos amenacen seguiremos defendiendo el Estado de Derecho y la libertad», transmitió el PP en sus redes sociales tras los ataques del 15 de octubre, mientras que los socialistas de Cataluña han condenado la violencia y han afirmado que «el respeto a quien lo piensa diferente es uno de los valores democráticos fundamentales».

La Audiencia Nacional mantiene una investigación abierta sobre los disturbios de las últimas semanas en Cataluña y esta semana ha concluido que las protestas no fueron espontáneas, sino que habrían sido dirigidas por una escisión de los CDR.

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