CiU, en Westminster

Los nacionalistas escoceses determinarán quién gobierna en el Reino Unido con la voluntad de ofrecer estabilidad, como lo hicieron los nacionalistas catalanes en España en los años 90

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¿Añoranza? ¿Orgullo por el papel ejercido en la política española? Los dirigentes de CiU viven con asombro lo que ocurrirá este jueves en el Reino Unido. Ellos mismos, los más veteranos, desearían plantarse en Westminster.

Podrían ser decisivos a la hora de configurar el gobierno británico, como lo hará ahora el Partido Nacionalista Escocés, (SNP).

Jordi Casas, dirigente de Unió Democràtica, reivindica aquella etapa de CiU, y reclama que se ponga en valor, tras rechazar la idea de que la federación nacionalista ejerció de «puta y ramoneta», en alusión a un tira y afloja con el Gobierno español para defender intereses propios.

Una fuerza política útil en España

Casas fue diputado en el Congreso entre 1986 y 1996, senador, y delegado del Govern de la Generalitat en Madrid. «Si el SNP es determinante ahora en Westminster, después de perder un referéndum sobre la independencia, y entiende que puede ser más útil para Escocia influyendo en la política británica, se entenderá lo que ha querido hacer siempre CiU», asegura.

El político de CiU dimitió de su cargo en la delegación del Govern en Madrid en 2013, molesto por cómo el President Artur Mas había enfocado el llamado proceso soberanista.

Para la actual dirección de Convergènica, el papel de Casas en el Congreso, de Miquel Roca, en su momento, o de Xavier Trias, —ahora alcalde de Barcelona y que se ha colgado de la estelada de forma circunstancial— se ha superado por completo.

Los escoceses quieren pactar con los laboristas

El proyecto es otro, es el del SNP que quiso, logró y perdió un referéndum de autodeterminación. Mas quiere emular al SNP, pero ahora el nacionalismo escocés recupera el papel de CiU. Es una paradoja que para Casas tiene mucho sentido.

Los nacionalistas escoceses no son equivalentes a CiU. Pero jugarán un papel similar. Son socialdemócratas, y sólo tienen en su horizonte un posible acuerdo con los laboristas. No pueden ni ver a un miembro del Partido Conservador, que destruyó, en la época de Thatcher, la industria del norte de Inglaterra y de Escocia.

Son antiguos votantes del Partido Laborista, que ahora lidera Ed Miliband, que se sintieron traicionados por Tony Blair, los que ahora apuestan sin fisuras por el SNP. En cambio, CiU, y eso lo vivió directamente Jordi Casas, logró acuerdos tanto con el PSOE como con el PP. «Nosotros siempre quisimos velar por el progreso y la estabilidad de Cataluña, y, en segundo término, de España y fuimos útiles», reivindica Casas.

Tercera fuerza, con 59 escaños

La cuestión es que el SNP puede lograr los 59 escaños que están en juego en Escocia, y ser la tercera fuerza política en el Reino Unido. Ahora tiene seis diputados en Westminster. Su referente en Londres será Nicola Sturgeon, que ha demostrado una enorme capacidad de comunicación en los debates televisados. En todos los sondeos el SNP aparece con, al menos, 40 escaños. Y eso será decisivo, porque el Partido Conservador y el Partido Laborista aparecen empatados sobre los 270 escaños, en un parlamento de 650 diputados.

El sistema electoral mayoritario en el Reino Unido provoca que quien gana en un distrito electoral, aunque sea por un voto, se lleva todos los escaños que allí se juegan. Y en Escocia el SNP los puede ganar todos. 

Los acuerdos con todos de CiU

Sturgeon ha dejado claro en la campaña electoral que no desea utilizar la fuerza del SNP para reclamar, de nuevo, una fecha para celebrar otro referéndum. Su misión es forzar un cambio en las políticas públicas del Gobierno británico, y eso, para el SNP, sólo puede pasar por el Partido Laborista, siempre que reaccione.

Sin embargo, Ed Miliband ha descartado un Gobierno de coalición con el SNP, pero sí podría gobernar en minoría con el apoyo parlamentario de los nacionalistas escoceses.

Es decir, el mismo papel que ejerció CiU con los gobiernos de Felipe González, desde 1993 a 1996, y con el conservador José María Aznar, desde 1996 a 2000, y con una posición receptiva –esperando gestos de Aznar que nunca llegaron– desde 2000 a 2004.

Un papel irrelevante en el Congreso

El problema ahora para CiU es que difícilmente podrá conseguir el poder del SNP, aunque quisiera. En el mejor momento, el que lideró Miquel Roca con la Operación Reformista, en 1986, CiU obtuvo 18 escaños en el Congreso. El sistema electoral semi proporcional en España impide que una fuerza política pueda llevarse los 47 diputados en juego en Cataluña, y CiU siempre ha oscilado entre esos 18 escaños y los 15 o 16, con los que cuenta ahora.

El Reino Unido, como España, está experimentando un cambio político profundo. Y se puede romper, en los dos países, el bipartidismo. En Westminster podrían aparecer en la noche del jueves hasta cinco o seis partidos con representación: el Partido Conservador, de David Cameron; el Laborista; el SNP; los Liberales demócratas de Nick Clegg; los eurófobos del UKIP, y los Verdes.

Y en España se camina hacia un equilibrio entre cuatro fuerzas políticas: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, que dejarán a CiU en una posición irrelevante.

Casas, y algunos otros diputados veteranos de CiU, y quizá el propio Artur Mas, querrían estar a partir del jueves en Westminster. Sería la señal de que siguen influyendo.

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