Convergència busca a la desesperada una vía para poder apoyar a Sánchez

Los diputados en Madrid quieren un compromiso del PSOE con una consulta en Cataluña, no necesariamente un referéndum, mientras que la dirección se atrinchera al lado de ERC

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A la desesperada, porque se intuye una operación útil, pero con muchos riesgos. El grupo parlamentario de Convergència en Madrid busca una salida que pueda aceptar Pedro Sánchez sobre la consulta en Cataluña para ofrecer su apoyo en su posible investidura. Lo que ocurre es que Convergència se encuentra atrapada.

Mientras la dirección del partido, jóvenes independentistas, se atan a Esquerra Republicana, porque temen perder espacio electoral, los diputados en el Congreso no se resignan a permanecer en el grupo mixto permitiendo que Mariano Rajoy siga en el Gobierno.

Diputados como Francesc Homs, Carles Campuzano, Jordi Xuclà o Ferran Bel, consideran que la prioridad sería ahora desalojar a Rajoy del Gobierno. Y creen que se podría tejer una alternativa, con el PSOE y Podemos, a la espera también de que Ciudadanos se pudiera abstener. Pero para ello Sánchez debería comprometerse a someter a consulta en Cataluña cualquier acuerdo que se pudiera conseguir. Sin embargo, eso ya es diferente a la exigencia sin fisuras de un referéndum sobre el futuro de Cataluña, como lleva pidiendo el movimiento soberanista y, en particular, Esquerra Republicana, que tiene las riendas del Gobierno de la Generalitat, con Oriol Junqueras como vicepresidente y conseller de Economía.

Las broncas en el Govern

Eso es lo que da miedo a Convergència. Ahora vive su momento más delicado. De hecho, no tiene nombre oficial, tras las impugnaciones del ministerio de Interior a las siglas de Partit Democràta Català. Y Convergència debe actuar en tres frentes: el de Madrid, con ocho diputados que podrían ser decorativos; el de la dirección del partido, con Marta Pascal y David Bonvehí, que tratan de rechacer la organización en todo el territorio, mirando de reojo a Esquerra Republicana, y el del propio Ejecutivo catalán, con una pugna con los consellers de Esquerra que no dejan de ir a lo suyo.

La última escena de eso ha sido la filtración, desde el departamento de Salut, que dirige el ex socialista y ahora aupado por Junqueras, Toni Comín, de que la privatización de algunos servicios por parte de los anteriores gobiernos los había encarecido. En plena operación de «desprivatización» de centros hospitalarios concertados, eso supone un ataque al modelo sanitario de Convergència, aunque aquellas decisiones las hubiera tomado el anterior gobierno tripartito de izquierdas.

Miedo en el cuerpo

Con la incertidumbre de unas posibles terceras elecciones generales, Convergència querría una candidatura unitaria con Esquerra Republicana, y ha llegado a sugerir que sacrificaría a su candidato, Francesc Homs, en beneficio de la actual presidenta del parlamento catalán, Carme Forcadell. Pero los republicanos lo rechazan por completo.

Eso deja a Convergència en la intemperie. El propio Artur Mas, presidente del nuevo PDC, ha comenzado a sospechar que lo que trama Esquerra es un nuevo tripartito, junto con la formación que trata de organizar la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la CUP. Prueba de ello fue el acto para conmemorar los 40 años de la primera Diada tras la dictadura, en Sant Boi, que reunió a ERC, la CUP y Podemos, que forma parte de ese conglomerado de Colau.

Por ello, Convergència quiere y no quiere. Quien ha tomado la iniciativa ha sido Homs, pero también Campuzano, que pide llegar a un punto intermedio entre un ‘no’ rotundo a Sánchez si no se compromete a un referéndum.

Todo en manos del PSOE

El guante lo deberá recoger el propio Sánchez, que ha convocado el comité federal del PSOE para el sábado 1 de octubre. Y es que el vértigo comienza a infuir en todos los partidos. «No deberíamos dejar la oportunidad de desalojar a Rajoy del Gobierno, y Esquerra también debería caminar en esa dirección», apuntan fuentes nacionalistas. Ahora bien, el problema está en las propias filas socialistas, y en el margen de maniobra que pueda tener Sánchez.

Pero Convergència quiere volver a ser útil en Madrid. Sus ocho diputados presionarán en esa línea, aunque la actual dirección en Barcelona quiera mirar a otra parte.

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