El estudio sobre las mascarillas que avergüenza a la OMS y a Sanidad

El informe evidencia que las zonas que generalizaron el uso de mascarillas antes tienen tasas más leves de coronavirus

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El uso de las mascarillas en toda la población para prevenir el contagio por coronavirus es básico a día de hoy. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tardó dos meses en recomendarlas a nivel general. 

“Debemos priorizar el uso de las mascarillas para los trabajadores sanitarios; por favor, no utilicen una mascarilla si no la necesitan y no acumulen mascarillas”, pidió el 20 de marzo Maria Van Kerkhove, directora técnica del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS en una rueda de prensa virtual sobre el Covid-19. Y no fue hasta el 12 de junio que cambió su postura y empezó a recomendar llevarlas en público cuando no fuera posible mantener la distancia social.

Ahora, un estudio deja en evidencia a la organización internacional y también al Ministerio de Sanidad —que siguió sus pasos— y deja claro que las zonas que adoptaron antes el uso de mascarillas tienen tasas más leves de coronavirus. Así lo indica una nueva carta al editor publicada en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine.

Varios investigadores de la Universidad China de Hong Kong han analizado cómo el interés público en las mascarillas ha afectado la gravedad de la pandemia en 42 países de 6 continentes distintos.

«Hubo una clara correlación negativa entre el conocimiento o la aceptación general del uso de una mascarilla facial y sus tasas de infección. Un ejemplo clásico se ve en Hong Kong», explica el líder del trabajo, Sunny Wong.

«A pesar de su proximidad a la China continental, su tasa de infección de la Covid-19 es generalmente modesta, con solo 1.110 casos hasta la fecha. Esto se correlaciona con un uso casi ubicuo de mascarillas en la ciudad (hasta el 98,8% por parte de los encuestados). Se observan pautas similares en otras zonas de Asia, como Taiwán, Tailandia y Malasia», añade.

En España, el Ministerio de Sanidad priorizó el desabastecimiento y alentó no utilizarlas si no se era sanitario o se estaba en situación de riesgo. 

Un coste bajo en comparación con los recursos sanitarios

Fue así hasta el 10 de abril, cuando el ministro de Sanidad Salvador Illa las recomendó para toda la población. En concreto, el Ejecutivo recomendó su utilización de forma complementaria a la higiene de manos, el distanciamiento social y de higiene general, cuando se fuera a realizar desplazamientos en medios de transporte públicos o en sitios donde pudiera haber aglomeraciones.

Entonces, también se comunicó que se iban a repartir en los transportes públicos y en las estaciones de acceso a los mismos. No se hizo su uso obligatorio hasta el 17 de mayo, que permanecerá durante la nueva normalidad y hasta que haya una vacuna. El uso no es exigible para las actividades incompatibles —como ingesta de alimentos y bebidas— ni por “causa de fuerza mayor o situación de necesidad”. 

El Ministerio de Sanidad defendió a esas alturas que «las mascarillas han demostrado capacidad para bloquear la emisión de gotas infectadas, muy importante cuando no se puede mantener la distancia de seguridad”. Las multas por no cumplir con la norma ascienden hasta los 100 euros. 

Ahora ya se conoce que, de haber reaccionado antes con esta medida básica para la contención del virus, podría haber habido menos víctimas. Lo que no saben los autores del nuevo estudio es si esta medida para frenar el aumento de infecciones por coronavirus es más eficaz que el lavado de manos o el distanciamiento social.

Es importante, sobretodo, promover las mascarillas a la hora de la reapertura de las ciudades: «Pueden ayudar a frenar la propagación del coronavirus, y tienen un coste relativamente bajo en comparación con los recursos sanitarios y el número de muertes asociadas a la pandemia. Creemos que el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social son componentes importantes de las medidas no farmacéuticas contra la Covid-19», insiste el estudio.


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