El delirante azote anticorrupción que suena para el Gobierno de Sánchez

El nuevo ejecutivo del PSOE piensa en Fernando Urruticoechea, un polémico interventor municipal que acumula reveses judiciales

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Pedro Sánchez ha acaparado más elogios que críticas en los nombramientos de su nuevo Gobierno, pero está lejos de haber terminado la composición del sottogoverno.

A falta de confirmar todos los secretarios que deben actuar como brazos ejecutores de los ministros, la tarea de ensamblaje del nuevo equipo socialista se centra ahora en escoger los técnicos administrativos más adecuados para el día a día.

Entre la lista de nombres que baraja Sánchez, fuentes conocedoras de las maniobras socialistas apuntan a uno que levanta ampollas, y no es para menos puesto que su historial en las administraciones públicas es inquietante, según las mismas fuentes.

La posible elección de Fernando Urruticoechea Basozabal como técnico del Ejecutivo siembra dudas.

Nacido en Bilbao, Urruticoechea se convirtió en azote de la anticorrupción en pleno éxtasis del 15M, pero el efecto de su ímpetu se ha diluido. El subidón inicial ha dejado paso a un mar de incógnitas y arrepentimiento.

Una lucha mediática

El vasco, de 63 años de edad, se convirtió en un símbolo de la lucha anticorrupción en los ayuntamientos de España. Y es que él mismo asegura en su Linkedin que “ha equivocado la profesión”.

“Como interventor municipal”, asegura Urruticoechea, uno “es responsable del control de la gestión de un ayuntamiento». «Algo que resulta insostenible en el momento actual dado que la casta política no quiere control efectivo alguno porque la corrupción municipal está generalizada”, ha afirmado.

Acumula dos alcaldes defenestrados y dos imputados, pero también muchos reveses judiciales

En su pequeña sinopsis, el encumbrado como “interventor derroca-alcaldes” cuenta cómo ha cambiado el rumbo de su vida en diversas ocasiones por “el amor de una mujer”.

En ese camino, ha pasado por múltiples ayuntamientos en los que ha echado sal al campo para evitar que vuelvan a crecer las malas hierbas.

Acumula dos alcaldes defenestrados y dos imputados, pero también reveses judiciales. Sus detractores argumentan que su rotación municipal es simplemente la muestra de una inestabilidad que raya la obsesión enfermiza.

Las formas del interventor

El patrón seguido por Urruticoechea en cada ayuntamiento es muy claro. Denunciar la corrupción, organizar actos tales como acumular una lonja para alojar los informes guardados en su particular guerra, y posteriormente reclamar la baja escudándose en el acoso al que se ve sometido.

En su batalla contra la corrupción, ha ido de la mano de partidos políticos de distinto signo. Se alió en Cartagena con la plataforma de Albert Rivera, Movimiento Ciudadano, para posteriormente cambiar sus alianzas políticas.

Urruticoechea tuvo que devolver 3.000 euros que percibió estando de baja 

Durante su época de sintonía con la formación ligada a Rivera, sin embargo, se querelló contra la junta de gobierno local para hacerse con el puesto de interventor en Cartagena. El TSJ desestimó la causa y Urruticoechea se quedó sin plaza. Es uno de los golpes más duros que ha sufrido, pero no el único.

También se quedó sin cobrar una indemnización que reclamaba por mobbing, y tuvo que devolver 3.000 euros que percibió estando de baja en su último destino.

Ante la última negativa judicial, el interventor abandonó su pequeño retiro en Orihuela, alegando que le «forzaron a irse», y ahora puede saltar al Gobierno de Sánchez. Hay quien duda si no es peligroso meter a un enemigo de lo público en casa.

Economía Digital

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