El salto de los presos del Parlament al Congreso: un mal negocio

El independentismo recupera la mayoría en el Parlament, pero las suspensiones de Junqueras, Sànchez, Rull y Turull le dejan sin influencia en el Congreso

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La suspensión de Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull decidida este viernes por la Mesa del Congreso tiene consecuencias directas y nada menores de cara a cualquier votación que se lleve a cabo en el pleno de la Cámara Baja. Y no son buenas para los intereses del independentismo, que, con el salto a las Cortes de los cuatro diputados del Parlament, donde también estaban suspendidos, ha hecho mal negocio, al menos en términos aritméticos.

Ahora, descontados los votos del líder de Esquerra y de los tres diputados de Junts per Catalunya (JpC), Pedro Sánchez tiene más fácil cuadrar los números sin tener que recurrir a ninguna de las dos  formaciones. De entrada, para su investidura. A cambio, el independentismo ha recuperado la mayoría en el Parlament. Pero, dado el distanciamiento entre la CUP, por un  lado, y JpC y ERC, por otro, se trata de una mayoría  estéril.

En la cámara catalana, Junqueras, Sànchez, Rull, Turull y también el expresident Carles Puigdemont fueron suspendidos en julio por orden del juez instructor de la causa del procés en el Tribunal Supremo, Pablo Llarena.

La suspensión de Junqueras y las erráticas maniobras de la Mesa del Congreso protagonizan el episodio de esta semana de ‘La Plaza’

Una mayoría estéril en el Parlament

La Mesa del Parlament, con mayoría independentista, finalmente estableció un sistema para sustituirlos a la hora de las votaciones, con una fórmula no prevista en ningún texto legal y a la práctica equivalente a la delegación de voto que habían estado efectuando hasta entonces por no poder acudir a las sesiones.  Pero JpC rechazó recurrir a esas sustituciones en el caso de sus cuatro diputados (Puigdemont, Sànchez, Rull y Turull) por entender que haciéndolo estaría admitiendo que estaban efectivamente suspendidos, algo vetado en el argumentario de los neoconvergentes, que siempre han negado que lo estén, pese a que desde julio ninguno de ellos ni ha vuelto a votar ni a cobrar como miembro del Parlament.

Con esa renuncia a usar cuatro votos, y teniendo en cuenta que el de Toni Comín, el exconseller y diputado de ERC huído a Bélgica como Puigdemont, también se había dejado de utilizar para evitar problemas legales, JpC pasaba a disponer solo de 30; el bloque integrado por los puigdemontistas y sus socios de ERC en el gobierno de Quim Torra, de  61, y el conjunto del independentismo (esto es, sumando a la CUP), 65, a dos de la mayoría absoluta, fijada en 67.

Al renunciar Sànchez, Rull y Turull a sus escaños en en el Parlament para recoger sus actas en el Congreso, y ser reemplazados en la cámara por otros diputados sin cuentas pendientes con la justicia, JpC vuelve a disponer de tres de esos cuatro votos a los que renunció el pasado verano, y el independentismo suma 68 votos, una cifra que vuelve a garantizarle la mayoría.

Pero desde el inicio de la legislatura, la CUP se ha situado enfrente del govern Torra, y ha tenido como prioridad señalar las incongruencias y la renuncia a la unilateralidad, en la que, bajo un barniz de retórica sin efectos prácticos, se han instalado las dos fuerzas que integran el ejecutivo catalán. Es decir, que este no puede contar con los antisistema, como había hecho la legislatura pasada, para aprobar sus presupuestos ni la mayoría de sus iniciativas.

Sumas y restas en el Congreso

Además de recuperar esa estéril mayoría independentista en el Parlament, JpC y ERC han trasladado a Madrid el pulso por los diputados presos y, con él, toneladas de ruido mediático. Pero su suspensión, acordada este viernes una vez la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, ha contado con el aval de los servicios jurídicos  de la cámara, no va ir esta vez acompañada de una sustitución diseñada ad hoc, como pasó en la cámara catalana, con lo que se traduce directamente en la pérdida de cuatro votos independentistas. A menos que los afectados renuncien a sus escaños y dejen así paso a otros miembros de las listas con las que concurrieron a las elecciones, claro.

Y esos cuatro votos, tal y como están los equilibrios de fuerzas, tienen una importancia capital. Sirva para ilustrarlo la votación con la que Batet fue escogida el martes presidenta del Congreso: la candidata socialista obtuvo 175 votos, que le sirvieron para ser proclamada solo en segunda instancia, porque en la primera ronda debería haberlo hecho con mayoría absoluta. Es decir, con al menos un voto más: 176.

Esos 175 votos son los que salen de sumar los de PSOE (123), Unidas Podemos (42), PNV (6), el Partido Nacionalista Canario (2), Compromís (1) y el Partido Regionalista de Cantabria del exsocialista Miguel Ángel Revilla (1). Es decir, todos los que pueden conseguir los socialistas de cara a la investidura de Sánchez sin necesidad de recurrir a los independentistas. Insuficientes, por tanto, si JpC y ERC optaran, como ya han anunciado que harán PP, Cs y Vox, por votar en contra del presidenciable socialista.

Pero las suspensiones modifican el escenario, porque el número e diputados con derecho a voto pasa de 350 a 346, de modo que el presidente del Gobierno en fuciones solo necesita 174 sufragios para reeditar el cargo.  Es más, si finalmente la mayoría absoluta establecida en la cámara se reduce oficialmente de 176 a 174 escaños mientras Junqueras, Sànchez y compañia mantengan su escaño y sigan suspendidos, algo que está en estudio —Batet ha solicitado otro informe a los servicios jurídicos para analizar la cuestión—, con esos votos le bastaría incluso para ser investido en primera vuelta.

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