Escape room: donde se paga por ser secuestrado una hora

Los cuartos de escape están creciendo como hongos, sobre todo en Barcelona. En el juego, los participantes tienen que hallar la salida de un cuarto mediante la deducción de diversas pistas

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Durante una hora, cuatro a seis personas aceptan ser encerradas en un cuarto. El lugar puede estar ambientado como un hospital, una tumba egipcia, una mazmorra medieval o un bar durante la Ley Seca; y casi sin consignas previas, los participantes tienen que descubrir pistas, deducir enigmas, destrabar candados y resolver diversos interrogantes para que, antes del tiempo programado, puedan abrir la puerta y conseguir la liberación. Como una versión edulcorada de la película Cube.

Cada grupo paga entre 40€ y 60 € por participar, y los organizadores siguen los movimientos desde un conjunto de cámaras. Si los jugadores no terminan de deducir las consignas, les ayudan con algunas pistas desde los monitores. Y si alguno entra en pánico, hay un botón que le permite salir del juego, aunque la mayoría de los que recurren a él es porque quieren ir al baño.

El origen

Aunque hay versiones que ubican al origen en Silicon Valley (California) en 2006, la génesis europea hay que rastrearla en Hungría, cuando el emprendedor Attila Gyurkovics creó en 2012 un juego donde un grupo de personas tenía que salir de una habitación. La inspiración le vino de la teoría de la ‘experiencia óptima’, creada por el psicólogo Mihalyi Cskszentmihalyi, que postula que cuando una persona está absorta en una actividad que le satisface, no siente el paso del tiempo. O sea, como cuando se disfruta de una buena película.

En España, la idea vino de la mano de otro húngaro, Gergely Matravolyi, que se entusiasmó con el juego y se asoció con Quim Clavell para abrir Parapark, el primer escape room del país. «Abrimos en 2012, y durante un año éramos los únicos. Luego comenzaron a llegar más, pero lo que está sucediendo supera las expectativas», dice Clavell.

Expansión por toda España

A lo que se refiere es al boom de aperturas, sobre todo en los últimos meses. Actualmente hay entre 150 y 170 cuartos de escape en toda España, de los cuales la ciudad de Barcelona concentra más de 50. «Cada mes se abren tres o cuatro, y no sabemos por qué ha prendido tanto en Barcelona», apunta Clavell. Por ahora, dice, no tiene constancia de que haya locales que bajen sus persianas, pero cree que no faltará mucho tiempo para que el mercado se sature.

Laura López, de la web Roomers, no cree que la novedad termine colapsando: «es como ir al cine: si cada semana pasan cinco películas nuevas, no te cansas de ir». Esta web es como un blog de degustadores de escape room: sus integrantes van probando los cuartos, y vuelcan su opinión.

Una de las claves de estos juegos es su secretismo: «cuanto menos se sepa, mejor», dice Clavell, que recuerda que se negó a otorgar un reportaje a Telecinco porque no quería que se filmaran las instalaciones. Pero claro, una vez que se participa del juego, ya no se puede repetir porque se pierde la sorpresa. Por eso se crea un circuito de fanáticos que van rotando de juego en juego.

El peso de las franquicias

La inversión de cada local va desde los 10.000 a los 60.000 euros, depende de lo elaborada que sea la ambientación y de cuántos cuartos presente cada emprendimiento, que van desde uno a tres. Luego, los inversores no tienen más gastos que el alquiler, los servicios y el sueldo de las una o dos personas que administran el negocio. No hay cifras del volumen que se mueve en España, pero en Gran Bretaña, que cuenta con tantos locales como aquí, se calcula que mueven unos 10 millones de libras (12,7 millones de euros).

El mercado es compartido por fanáticos que se lanzan como emprendedores y por franquicias importadas. Por ejemplo, Claustrophobia pertenece a una cadena rusa que cuenta con más de 250 locales en el mundo, entre abiertos y proyectados. En Barcelona ya tienen un cuarto abierto, y esperan abrir dos más entre mayo y el verano. El local barcelonés es regentado por Mikhail Shtefanuka, que recuerda que en Moscú, donde se vive una auténtica fiebre del fenómeno, los escape room abren hasta de madrugada, aunque cada dos años los locales se ven forzados a renovar la ambientación y las consignas para volver a atraer a su público.

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Sus emprendedores niegan que sean juegos para freakies o cerebritos. Inclusive, en Valencia abrió Fun Time un escape room para niños y jóvenes de 10 a 16 años, donde los adultos no pueden participar. «Los participantes vienen, en su mayoría, por cumpleaños que se organizan, y cuando terminan de jugar quedan muy enganchados, siempre preguntan a sus padres cuándo van a regresar», dice Rafa Fabra.

En el universo de consignas y temáticas, también van ganando lugar los cuartos donde se recurre a tabletas y móviles para resolver pistas. E inclusive, en ocasiones los locales también son alquilados por empresas para realizar actividades de coaching.

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