La cumbre de partidos apadrinada por Quim Torra nace muerta

Ciutadans deja en el aire su participación (y propone un pleno parlamentario en su lugar), el PP se borra y la CUP hace oídos sordos

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La mesa de partidos catalanes que el Parlament acordó crear a instancias del PSC y que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha anunciado que se reunirá por primera vez el día 16 de noviembre, nacerá moribunda. Ciutadans dejó su participación en el aire, el PP confirmó a este medio que no tiene intención de asistir y la CUP miró hacia otro lado. Ninguno de ellos la tiene como prioridad.

La mesa la propusieron los socialistas catalanas para establecer «un espacio permanente de diálogo» entre los líderes de los grupos y subgrupos parlamentarios. El Parlament aprobó la iniciativa el 5 de julio y desde entonces, los socialistas han estado insistiendo a Torra para que la activara, pero el presidente catalán ha ido dando largas. En octubre, se comprometió a activarla antes de mediados de noviembre, y este miércoles, aprovechó una nueva reclamación en ese sentido del líder del PSC, Miquel Iceta, para anunciar la fecha de la reunión.

La tesis de los socialistas era la de superar la dinámica de confrontación e iniciar «un diálogo entre catalanes»

Los socialistas consiguen dar cuerta a su relato acerca de la necesidad de superar «la dinámica de confrontación» entre el bloque independentista y el constitucionalista e iniciar «un diálogo entre catalanes». Según el PSC, el primer paso, incluso previo, a un diálogo efectivo entre la Generalitat y la Moncloa.

Pero el caso es que en la cumbre habrá bajas significativas. El primero en desentenderse fue el PP. Fuentes de los populares descartaron su participación en la mesa porque «para Torra, el diálogo es hablar de presos y autodeterminación» y porque «el sitio para debatir es el Parlament».

Cs pide un pleno monográfico

El PP no es el único que no ve con buenos ojos la cumbre. La líder de Cs en Cataluña, Inés Arrimadas, reclamó que, en lugar de montar la mesa y «ningunear al Parlament», se convoque un pleno monográfico en la cámara catalana «para hablar del futuro de Cataluña» que pueda ser seguido «por todos los catalanes con transparencia» y en el que Torra «acepte debatir con cada uno de los presidentes de grupo individualmente».

Arrimadas lanzó esta contrapropuesta, pero la formación naranja no aclaró si, con independencia de que sea aceptada, participará o no de la mesa de partidos.

Ni siquiera está claro que en la cumbre haya plena participación de las formaciones independentistas porque quien tampoco ha decidido si acudirá es la CUP. Los antisistema ya se ha desmarcado a todos los efectos de la línea seguida por el gobierno de Junts per Catalunya (JpC) y ERC. «La decisión no está tomada, pero desde luego no está en nuestra lista de prioridades», apuntan fuentes de la formación antisistema.

Organismos parainstitucionales

El rechazo del PP y las reticencias de Cs tienen el mismo fundamento. Pese a partir, en esta ocasión, de una propuesta socialista, la mesa acaba resultando coherente con la dinámica de Torra desde inicios de legislatura: la de intentar, repetidamente, crear herramientas parainstitucionales con la vocación de suplantar, cuanto menos a efectos simbólicos, a los organismos oficiales.

Sin ir más lejos, eso vale para el consejo de la república, que Torra piensa presentar la semana que viene, y que inicialmente se vendía como una especie de gobierno paralelo en el exterior y presidido por su antecesor al frente de la Generalitat, Carles Puigdemont, pese a que finalmente parece que se limitará a tareas de proselitismo soberanista a nivel internacional.

No es el único caso, En su discurso de investidura, Torra anunció también la creación de una asamblea de representantes electos que se encargaría de elaborar el borrador de una constitución catalana. De esa asamblea, de la que nunca más se supo, se pasó a hablar de un «foro constituyente», y el martes, el president anunció la creación de un «consejo asesor» cuya función será impulsar la creación de ese foro, pero que en ningún caso, se insiste ahora, tendrá como objetivo redactar nada parecido a un intento de constitución.

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