La CUP divorcia a Puigdemont de Junqueras

El presidente de la Generalitat rechaza la subida de impuestos a la clase alta, que defienden en Esquerra para acercarse a los anticapitalistas y aprobar los presupuestos

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La realidad se suele imponer. No siempre. Pero en la mayoría de las ocasiones aflora. Y el Govern de la Generalitat, formado por Convergència y Esquerra, con intereses contrapuestos, ha comenzado a sufrir. Las diferencias entre el presidente, Carles Puigdemont, y el vicepresidente, Oriol Junqueras, son claras: la CUP presiona para ofrecer su apoyo a los presupuestos, y para ello reclama un plan de choque y la subida del IRPF a las rentas más altas.

Esquerra entiende esas razones, Convergència las rechaza por completo. El divorcio está servido. Está en juego el modelo de sociedad que se desea para Cataluña. En un momento en el que Convergència debate su propio futuro como fuerza política, el anuncio de Junqueras de que estudiará una subida del IRPF para las rentas más altas, ha causado perplejidad entre los consejeros de Convergència, en particular del titular de Empresa, Jordi Baiget, y del propio Puigdemont.

El presidente se vio este martes en una situación complicada. En un coloquio organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), Puigdemont tuvo que rebatir una afirmación que se hizo extensiva: «Cataluña es un infierno fiscal».

Sin subidas

Rechazó el jefe del ejecutivo catalán que se esté en un escenario de nuevas subidas impositivas. «No nos gustan las subidas de impuestos generalizadas para cubrir las carencias del sistema de financiación, y trabajamos para que en las leyes de presupuestos y de acompañamiento no haya ningún retoque más que en la parte baja de la escala, que está un poco alta. En algún tramo se podría estudiar una subida, pero no estamos ahora en eso», aseguró.

Pero se trata de un intento. De parar el golpe. Como se pueda. Puigdemont lo pasó mal. No está acostumbrado a bregar en cuestiones económicas. Pero es consciente de que es de Convergència, de que si CDC quiere tener futuro, debe saber defender un espacio ideológico liberal, poco partidario de una mayor presión fiscal. Pero también sabe que la Generalitat necesita más recursos.

La actuación de Junqueras

Es lo que ha planteado Esquerra. Aunque la portavoz del Govern, la convergente Neus Munté, indicara este mismo martes que no hay prevista ninguna subida de impuestos, quien lleva las riendas económicas es el consejero de Economia, el republicano Junqueras. El secretario de Economia, Pere Aragonès, en el mismo foro que Puigdemont, insistía en encontrar una salida, que puede pasar por la subida del IRPF para las rentas de más de 100.000 euros.

«Si queremos reducir el déficit para depender menos del FLA y dedicar más recursos a gasto social y a la vez tener una rebaja generalizada de impuestos, eso es la cuadratura del círculo y el círculo es redondo», aseguró Aragonès.

Son dos modelos en juego, y conviviendo en el mismo Govern. ¿Hasta cuándo? Por ahora a todos les interesa seguir. Junqueras lidera el ámbito económico, ante la posición ya de cierta intranquilidad de Puigdemont, y, todavía más, del ex presidente Artur Mas. Fuentes de Convergència admiten que Mas «se subió por las paredes» cuando escuchó a Junqueras en Madrid, tras su entrevista con el ministro Cristóbal Montoro.

Refundación de CDC

Y es que Junqueras quiere aparecer como el dirigente que dialoga, y pacta, y que busca salidas pragmáticas, y en una línea ideológica que no padece si se decide subir el tramo del IRPF a las rentas más altas. Esquerra marca distancias con la CUP, pero no pierde de vista un posible acuerdo con el bloque de izquierdas catalán a medio plazo.

Y eso molesta en especial a Puigdemont, Baiget y otros consellers, como Santi Vila, siempre silencioso, siempre pendiente de todos los movimientos de cara a la refundación de Convergència. Esas contradicciones son constantes en el Govern, que pierde votaciones en el Parlament, como con la iniciativa legislativa sobre los conciertos educativos, por ejemplo.

Los pasos de la CUP

La CUP ha acabado aflorando esas distancias, porque, entre otras cosas, de la formación anticapitalista depende la aprobación de los presupuestos. Asegura que el jueves ofrecerá sus peticiones, y que pasan por un plan de choque.

En Convergència están convencidos de que la CUP «no podrá rechazar ahora las cuentas» después de haber permitido que sí salgan adelante en el Ayuntamiento de Barcelona, con un acuerdo con Barcelona en Comú en el último instante.

En cualquier caso, su programa económico deja en evidencia las dificultades existentes entre Convergència y Esquerra, que preparan un nuevo pulso de cara a las elecciones generales del 26 de junio, y buscan cómo reorientarse para liderar dos polos ideológicos en Cataluña: un nuevo centro-derecha-liberal, y un bloque de la izquierda transformadora.

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