La llamada de Sánchez a Torra tensa otra vez la relación JxCat-ERC

El presidente en funciones acepta volver a hablar con el presidente catalán como concesión a Esquerra, pero solo lo hará tras llamar primero a Urkullu

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Pedro Sánchez se ha entregado de nuevo a aquella táctica de la desinflamación en Cataluña que aplicó en sus primeros meses en la Moncloa y que sustituyó por una política de ninguneo a los independentistas tras el fracaso de la negociación presupuestaria que precipitó la convocatoria de las elecciones del 28 de abril. Lo que está por ver es si le va a servir de algo

Sánchez dijo el jueves que la semana que viene llamará a Quim Torra, tras meses sin ningún tipo de contacto y semanas negándose a ponerse al teléfono cuando le llamaba el presidente catalán. Lo hizo de tapadillo, eso sí. De hecho, lo que anunció el presidente del Gobierno en funciones es que iniciaría una ronda de llamadas a todos los presidentes autonómicos.

Y este viernes, en esa misma línea, anunció que Torra ni siquiera será el primero. Esa posición se la reserva Sánchez al lehendakari Íñigo Urkullu. El criterio, alegó, es el de la antigüedad de los estatutos de autonomía, el primero de los cuales fue el vasco. El mismo que ya siguió cuando le tocó reunirse por primera vez con Torra, en julio del año pasado. También entonces, enmarcó la cita en una ronda con todos y que arrancó con Urkullu.

Sánchez pretende así un doble movimiento. Por un lado, lanzar un guiño no tanto a Torra y a su formación, Junts per Catalunya (JxCat), como a ERC, que es con quien negocia y a quien necesita sí o sí para que le salgan las cuentas de cara a su investidura. Y, por otro, dejar claro al mismo tiempo que tratará al presidente catalán como a un líder territorial más, sin distinciones, para tratar de apaciguar a los que le reprochan que busque apoyos entre el independentismo, empezando por las voces críticas que se dejan oir desde dentro del mismo PSOE.

Objetivo: satisfacer a ERC

Con esa estrategia Sánchez corre el riesgo de no satisfacer a nadie. O a casi nadie. Pero poco importan los reproches del PP, cuyo líder, Pablo Casado, le acusó de usar la ronda de contactos para «blanquear» su reconexión con el presidente catalán, e incluso los que provengan del propio Torra. Lo que cuenta a efectos de la estrategia socialista es que la maniobra satisfaga a Esquerra, cuya portavoz, Marta Vilalta, se puso la medalla de haber conseguido que Sánchez finalmente devuelve las llamadas al president. «Le pedimos al PSOE que había que respetar las instituciones catalanes y a sus máximos dirigentes, y que hacía falta una llamada al president como gesto», explicó en una entrevista en Nació Digital.

El problema es que ERC y JxCat mantienen una áspera pugna por la hegemonía del independentismo, y que los posconvergentes tratan de dificultar una posible abstención de los republicanos que facilite que Sánchez reedite cargo, o de sacarle partido en clave electoral si finalmente se produce ese aval. Esa es la clave en la que hay que leer los movimientos de Torra y los suyos, siempre encaminados a incomodar a Esquerra. Tanto cuando le aprietan las tuercas a sus socios elevando el listón de las exigencias que los de Oriol Junqueras le están poniendo sobre la mesa a los socialistas, como cuando reaccionan al anuncio de la llamada despreciando el gesto.

Es lo que hizo el gobierno catalán, que lo calificó de «vacío y estéril» y, por boca de su portavoz, Meritxell Budó (JxCat), dijo que no servirá para solucionar la situación. Budó pidió que al menos Torra fuera el primero con el que hable Sánchez, pero este no está por la labor de hacer esa concesión.

En todo caso, la consellera portavoz volvió a reclamar esa relación «bilateral» entre Generalitat y Moncloa y «de presidente a presidente», mientras que desde JxCat se ridiculizaba el mérito de ERC esgrimido por Vilalta. «Lo que es obligatorio por ley, por normas democráticas o por el más elemental sentido común, nunca debería ser valorado como un gesto o una concesión», espetaba en Twitter el vicepresidente del Parlament, el posconvergente Josep Costa, a modo de réplica a las palabras de la portavoz de Esquerra.

Sánchez prefiere hacer oídos sordos a los menosprecios provenientes de Torra y su entorno, y en Bruselas insistió en la importancia de que el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos arranque cuanto antes. Servirá para abordar, explicó, asuntos pendientes para Cataluña como la revision del sistema de financiación autonómica o el déficit inversor en infraestructuras.

Es lo que dice que le transmitirá en su llamada al presidente catalán, que este viernes presenta un informe de la Cámara de Barcelona que incide precisamente en las consecuencias de ese mismo déficit. Aunque, de nuevo, el mensaje parece dirigido, más que al propio president, a sus socios de Esquerra, ni que sea porque Sánchez está convencido de que están bastante más predispuestos a escucharlo.

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