La reunión de Sánchez y Torra sufre un atasco

Los socialistas amagan con cancelar la reunión después de que la Generalitat haya complicado el orden del día con la exigencia de un mediador

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Cada vez hay menos dudas de que la reunión con Quim Torra va a ser un mal trago para Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno no solo ha recibido una propuesta de orden del día del gabinete de Torra de difícil digestión, puesto que se basa en «la autodeterminación y el fin de la represión», sino que también ha conocido este lunes que la Generalitat exigirá de nuevo la figura de «un mediador» para articular la relación bilateral entre ejecutivos.

El guion que el equipo de Torra está escribiendo ante los medios de comunicación incomoda enormemente a los socialistas, que incluso amagan con cancelar la reunión de este jueves entre Sánchez y Torra debido al comportamiento del equipo del presidente de la Generalitat.

Para los socialistas es insultante que la Generalitat exija, a pocas horas de la reunión, la designación de un mediador entre ambos gobiernos cuando la relación apenas ha comenzado. «Si no hay confianza, ¿por qué se reúnen? Los encuentros institucionales deben ser tratados con respeto y éste es un nivel de desconfianza absolutamente inaceptable», protestó el líder del PSC, Miquel Iceta, uno de los principales defensores, hasta ahora, de que la entrevista se celebre.

Las rectificaciones del Gobierno

El anterior gobierno del PSOE llegó a negociar con el ejecutivo de Torra un diálogo asistido por un tercero, pero acabó por dinamitar estas conversaciones al poco de comprobar que las explicaciones ante la opinión pública significaban un suplicio.

El Gobierno llegó a sugerir los nombres de Miquel Roca y de Juan José López Burniol como «relatores» del diálogo bilateral, pero la Generalitat rechazó ambos nombres porque su intención era la de fichar a un mediador de carácter internacional para amplificar «el conflicto».

Según el equipo de Torra, la presencia de un mediador es imprescindible para constatar que las conversaciones se pueden llevar a cabo con garantías. Pero el Gobierno no está dispuesto a pasar por ese aro porque ya sufrió un enorme desgaste por el mismo asunto hace unos meses, cuando acabó precipitándose a elecciones.

Torra condiciona la mesa

El problema esencial no es, en realidad, el mediador, sino que el presidente de la Generalitat está decidido a condicionar la mesa de diálogo a sus conclusiones de este jueves, lo cual es tanto como poner en cuestión los acuerdos entre PSOE y ERC para la investidura de Sánchez.

Torra contempla torpedear la mesa de diálogo sin tan siquiera ponerse en marcha, puesto que considera que debe tener su aprobación. Argumenta el todavía presidente de la Generalitat que el diálogo solo tiene sentido si hay una hoja de ruta clara mientras el Gobierno se muerde la lengua.

Lo llamativo es que ERC, atenta a las encuestas, dejó este lunes de presionar a Torra y, en cambio, hizo un llamado a la unidad. «No podemos ir a unas elecciones en el Parlament con el independentismo dividido y lanzándose reproches», dijo la portavoz Marta Vilalta.

Y ha insistido en aquello que viene repitiendo cada vez más ruidosamente desde que Torra anunció la inminente convocatoria electoral: «El adversario del independentismo es el Estado español, no otros independentistas. Nunca ningún independentista será nuestro adversario».

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