Los deseos de año nuevo de Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno recupera ahora el mantra de que quiere agotar la legislatura mientras maniobra en clave preelectoral

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«Si no se aprueban los presupuestos, mi vocación de llegar al final de la legislatura se ve acortada», admitía Pedro Sánchez el 20 de noviembre ante la imposibilidad de contar con el apoyo de PP ni de Cs y la negativa rotunda de Pdecat y ERC a votarle las cuentas salvo que el gobierno hiciera concesiones imposibles de cumplir, tanto por lo que se refiere al derecho de autodeterminación como a la situación procesal de los líderes independentistas.

Pero, menos de mes y medio después, Sánchez opta ahora por insistir públicamente en que quiere acabar la legislatura. Y, sobre la práctica imposibilidad de aprobar las cuentas salvo giro copernicano de los acontecimientos, la versión oficial la limita al optimismo por bandera. «El gobierno va a trabajar por que haya presupuestos», insistió este viernes cada vez que le preguntaron.

Balance de siete meses

Sánchez compareció tras el último Consejo de Ministros del año para hacer balance de sus primeros siete meses en el gobierno con un último paquete de medidas sociales bajo el brazo, presumió de datos económicos que mejoran los de 2017 y, como si escenificara una versión institucionalizada de esa tradición de formular deseos y propósitos para el Año Nuevo, volvió a insistir en el mantra que había aparcado en noviembre y ahora ha recuperado pese a la falta de indicios que permitan avalar sus pronósticos: «La vocación del Gobierno de España es agotar la legislatura».

Defiende el presidente que su ejecutivo «ha hecho más por la justicia social, la modernización económica y la regeneración democrática en siete meses que el gobierno del PP en siete años», y, para sustentar la afirmación, se remitió a las 33 directivas europeas transpuestas desde junio —algunas de ellas pendientes hacía años, recordó— y a las 60 iniciativas parlamentarias que, según sus cuentas, permanecían bloqueadas en el Congreso y se han activado desde la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy y le aupó a él a la Moncloa.

Malas perspectivas

Sánchez todavía no ha presentado un borrador presupuestario, lo que obliga a prorrogar las cuentas de 2018 al menos de forma temporal, y el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, bloqueó este jueves los objetivos de estabilidad del gobierno, que preveían ampliar el déficit público del 1,3 al 1,8%. La situación condiciona los presupuestos, que además nada apunta ahora mismo que puedan ser aprobados, porque el independentismo, con el cual Sánchez lleva meses escenificando un diálogo en realidad sin contenido, ya ha decidido darles la espalda.

A ese escenario nada halagüeño para el ejecutivo del PSOE hay que sumarle el batacazo en las elecciones andaluzas, donde PP y Cs ultiman un pacto que desbancaría a los socialistas de la Junta por primera vez en el actual periodo democrático. Y no hay que olvidar que la volatilidad y la tensión en Cataluña tampoco tiene visos de disminuir, con el juicio del 1-O previsto para el primer trimestre de 2019.

El superdomingo que no quieren los barones

En los últimos meses, no han cesado de ganar terreno los rumores sobre la posibilidad de un superdomingo electoral el 26 de mayo en que a las europeas, municipales y autonómicas ya previstas se le sumaran las elecciones generales.

El escenario está sobre la mesa de los socialistas, pero no gusta a muchos de sus alcaldes y barones autonómicos, que temen que las interferencias que las generales pudieran causar en los comicios a los que ellos se presentan les perjudicaran, por lo que de momento Sánchez opta por no mentar la bicha. 

Sánchez, en clave preelectoral

Lo que sí hace el presidente es preparar el terreno en clave preelectoral. Lo hace cargando contra Cs —con quien puede disputarse un buen puñado de votos en el flanco más centrista de una y otra formación— por el flirteo con Vox en Andalucía, apelando a «la estabilidad» y la cohesión social, cultivando la fotogenia de su apuesta por el diálogo y activando medidas sociales y salariales.

Si la semana pasada, el Consejo de Ministros celebrado en Barcelona aprobó la subida del 2,25% del sueldo de los funcionarios (que puede llegar al 2,75% en función de determinadas variables) y la del 22,3% del salario mínimo, este viernes el gobierno cerró el año activando una subida de las pensiones para el 2019 del 1,6%, seis décimas por encima de la previsión del gobierno de crecimiento del IPC para el 2019, y que será aún mayor, del 3%, en el caso de las pensiones mínimas.

Todo ello —reproches a la oposición, talante dialogante y subidas de salarios y pensiones— es susceptible de convertirse en artillería electoral, si finalmente los declarados propósitos de Año Nuevo del presidente, como es habitual con todo hijo de vecino, se quedan olvidados en el cajón cuando se retiran las luces navideñas.

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