Los socios catalanes de Podemos sólo apoyarán un 1-O lúdico

Los responsables institucionales de Catalunya en Comú reclaman que el Govern no implique a los alcaldes si apuesta por un 1-O vinculante

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Las confluencias de izquierda en Cataluña, los socios catalanes de Podemos, el partido que lidera en toda España Pablo Iglesias, debe asumir un reto de enorme enverdura en los próximos días. Esas confluencias, que dominan Catalunya en Comú –el partido de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau y del diputado en el Congreso, Xavier Domènech-– y Podem –que lidera por ahora Dante Fachín-– decidirán su posición respecto al referéndum del 1-O. En juego no sólo está la suerte del referéndum, sino la gobernabilidad, a corto plazo, de Cataluña. Y la idea que prevalece, lo que disgusta enormemente al bloque independentista y al presidente Carles Puigdemont, es que sólo se apoyará el 1-O si acaba siendo un acto lúdico-reivindicativo, sin consecuencias vinculantes, una «movilización en urnas», como le llaman algunos.

El mensaje se esclarece por momentos. Pero, oficialmente, todo está en el aire. Podem no definirá su posición hasta la asamblea que celebrará del 7 al 11 de septiembre. Catalunya en Comú lo hará a través de una reunión de su coordinadora nacional el 9 de septiembre.

Pero los responsables institucionales de ese mundo político tienen claro que lo que busca el Govern de Puigdemont puede ser contraproducente. La señal de alerta ha llegado desde un municipio de Tarragona, en Altafulla, a través de su alcalde, Fèlix Alonso, que procede de EUiA, la formación coaligada con ICV. Alonso, como impulsor de Alternativa Altafulla, consiguió la alcaldía, primero con un acuerdo con ERC, y luego con Convergència, el actual Pdecat. Es también diputado en el Congreso, después de concurrir en las listas de En Comú Podem, que lideró Xavier Domènech, en el grupo de Podemos.

El partido de Colau decidirá el 9 de septiembre qué hacer el 1-O

Su posición es firme, y se entiende que significativa, porque el gobierno municipal de Altafulla ha acabado siendo una especie de Barcelona en pequeño, con todas las fuerzas de la izquierda alternativa agrupadas, y en minoría, como le ocurre a Ada Colau. Alonso se considera soberanista, pero no le gusta el reféndum ilegal ni la intención de que sea vinculante, como pretende Puigdemont: “Estamos ante un referéndum que no interpela a personas soberanistas como yo, y, por tanto, no es un referéndum, sino una movilización en urnas, muy respetable y al que, incluso, apoyaremos, pero devalua un referéndum que más tarde o más temprano se hará en Cataluña, porque las cosas en España también están cambiando”.

Es decir, la apuesta de Alonso, como la de los dirigentes del partido de Colau, es votar en un referéndum que sea acordado con el Estado, y no es el caso del 1-0. Añade Alonso que puede ser «una movilización en urnas –le llama así– muy respetable y que ayudaremos en todo lo que podamos, pero lo que no haremos nunca es incumplir la ley». Alonso insiste, como indicó en Altafulla Ràdio, que el Govern no debe «pasar la pelota» a los alcaldes para organizar el 1-O, como sí ocurrió el 9N.

Los responsables institucionales de las confluencias no quieren incumplir la ley

Es la posición que ha defendido en los últimos días Joan Coscubiela, el portavoz de Catalunya Sí que es pot, la confluencia a la que se llegó en septiembre de 2015, en las elecciones al Parlament de Catalunya. Coscubiela tiene serios enfrentamientos en su grupo parlamentaria con la otra pata, la de Podem, que dirige Dante Fachín. Y asegura que, tras el anuncio de la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la República Catalana, que se aprobará el próximo seis de septiembre junto a la ley del referéndum, el apoyo al 1-O de todo ese movimiento de izquierdas se hace más complicado.

Considera que existe el peligro de que “se invalide el voto que se haga, que se vote sin saber que puede haber una declaración de independencia posterior”, que ampare esa ley de transitoriedad. Con ello, se finiquitaría el carácter lúdico-reivindicativo, –básicamente para mostrar el rechazo total al Gobierno del PP, que es lo que mueve a esas confluencias– que defiende Catalunya en Comú.

Esos espacios son muy plurales, pero existe una cuestión central. Pablo Iglesias sólo apoyará la decisión que tome Xavier Domènech, su mano derecha en el Congreso para todas las cuestiones referidas a Cataluña. Y Domènech es la pieza central de Ada Colau.

Eso implica que todo el mundo de la izquierda alternativa, a la espera de cómo quede Podem, –Fachín es partidario de implicarse en el referéndum, junto a otros diputados de Podem en el Parlament que son todavía más atrevidos, como Joan Giner-– no quiere saber nada de un referéndum ilegal que, además, se tome como vinculante, y que suponga una declaración de independencia.

Colau ha recriminado a los independentistas sus silbidos al rey en la manifestación

¿Qué supone para la política catalana? Es de suma importancia. El vicepresidente de la Generalitat, y líder de ERC, Oriol Junqueras, cenó con Pablo Iglesias en el domicilio particular del presidente de Mediapro, Jaume Roures.

También asistió Xavier Domènech. En la conversación se habló de la posición de Catalunya en Comú en el referéndum. Sólo si se diera la circunstancia de que hubiera una gran participación –lo que implica movilizar a los votantes del ‘no’– Puigdemont y Junqueras podrían exhibir un triunfo importante. La otra cuestión es aproximar posiciones para apoyarse mutuamente en el Congreso y en Cataluña. En el Congreso para configuar una alternativa al PP, con el PSOE y Podemos y el apoyo de los partidos nacionalistas, como el Pdecat, ERC y el PNV. Y en el Parlament, para apoyar, por parte de ‘los comunes’ a ERC, y lograr la gobernabilidad cuando se convoquen elecciones, que ocurrirá en los próximos meses.

Respecto al 1-O, en cualquier caso, esas confluencias de izquierda lo tienen claro. El bloque independentista, sin embargo, sigue presionando. Aunque no parece que la mejor fórmula sea una carga total contra sus líderes en las redes sociales. Lo último es la crítica de Ada Colau a los silbidos al rey en la manifestación contra los atentados terroristas. Y es que Colau ha querido desenmascarar la pretensión del independentismo de manipular la manifestación.  

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